SOCIEDAD

¿Qué son los pasos canadienses, para qué sirven y dónde se encuentran?

Estos sistemas de confinamiento permiten la entrada de coches, personas y maquinaria, pero no de ganado. La clave: un pequeño foso que crea desconfianza al animal.

El mundo está lleno de objetos y construcciones que uno reconoce visualmente, pero a las que cuesta poner nombre. Basta con levantar la cabeza en plena carretera. En un mundo cada vez más alejado del campo es lógico que se pierdan ciertos vocablos arcaicos en el olvido de diccionarios empolvados. Sin embargo, hay otros elementos que el ser humano acostumbra a ver, que no son antiguos y cuya utilidad se pierde en el conocimiento para dibujar una sonrisa y un ‘no sé’.

Uno de ellos es el llamado paso canadiense: una especie de parrilla de barras metálicas paralelas -con una separación de unos 6 cm- colocadas de manera horizontal y al nivel de rasante. Y bajo ellas, un pequeño foso de unos 30 cm de profundidad. Estas entradas, que recuerdan a un puente levadizo totalmente tumbado, tienen un motivo de existencia más sencillo de lo que pueda imaginar el que observa desde la ventana del coche: guardan animales.

Y por ello, otro de los nombres que recibe este paso es el de guardaganados. Aquí se ilustra mejor que en ningún otro término su función: es un sistema de confinamiento de animales. Suele instalarse como complemento a vallados y constituye el punto de acceso a fincas desde pistas rurales o carreteras.

Un sistema selectivo para -casi- todos los animales

Sobre él pasan coches, personas y maquinaria. No así el ganado. El motivo es la dificultad que representa dicho paso para los animales. Al poner una pata encima se tambalean y se le cuela por los huecos que dejan las barras de metal. Y esta complejidad, a su vez, les genera desconfianza. Se echan para atrás. Y así se evita que el ganado se escape.

Es un sistema selectivo. Inteligente y eficaz. Muy habitual en aquellas tierras donde el régimen de cría es extensivo. Y con una gran virtud, todavía más importante teniendo en cuenta los lugares donde se construyen: su impacto medioambiental es nulo.

También hay que ponerse en lo peor. Si algún animal, demasiado valiente, o torpe en exceso, cae al foso que separa la finca de su libertad, hay que poder rescatarlo. Para ello se instala una rampa en los laterales de la hendidura. De este miedo no tiene que curarse el único animal capaz de superar una trampa que, como una adivinanza, tiene lo mismo de básica que de compleja. El caballo. Además, claro está, del hombre.

Lo más visto

Más noticias