Fotografía

Eduardo López, director de Fujifilm Imaging en España, revela si las cámaras desaparecerán con los móviles: “La clave está en la IA”

En el Día Mundial de la Fotografía, hablamos con el ejecutivo, que lleva más de tres décadas en la compañía y ha vivido los grandes cambios del sector.

Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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En el mundo de la fotografía en España, pocas personas pueden presumir de tener una visión tan profunda y completa de su evolución como Eduardo López, director de Imaging y Recording Media en Fujifilm España. Con más de 31 años en la compañía, ha sido testigo directo y protagonista de los grandes cambios que ha vivido este sector, desde la era de las cámaras analógicas hasta la revolución digital y la era de la fotografía instantánea con Instax. Su conocimiento y experiencia lo convierten en una autoridad imprescindible para entender no solo cómo hemos capturado momentos a lo largo de las décadas, sino también hacia dónde se dirige la fotografía en un futuro cada vez más tecnológico.

Lleva usted 31 años en Fujifilm y ha vivido toda la evolución de la fotografía en España. ¿Cuál diría que ha sido el cambio más significativo en este tiempo?

He visto muchos cambios. El primero, a finales de los noventa, fue el paso de la fotografía analógica a la digital. En el año 2000 se vendió el mayor número de carretes en la historia de España: unos 40 millones, es decir, un carrete por habitante al año. Era un negocio cautivo. Comprabas el carrete, hacías las fotos, las revelabas, imprimías, y vuelta a empezar. A veces hasta en la propia tienda te regalaban el siguiente carrete para que volvieses a empezar. Pero la gente solo hacía unas 36 fotos al año, algo impensable con los teléfonos o cámaras digitales, que se pueden hacer las 36 en un día.

Con la aparición de las cámaras digitales, esto cambió radicalmente. La fotografía dejó de ser limitada. Y luego, con la llegada de los móviles con cámara —el iPhone fue clave— se produjo otro punto de inflexión. Las cámaras digitales empezaron a perder terreno, pero los móviles supusieron una oportunidad: ahora todos llevamos una cámara en el bolsillo y hacemos miles de fotos. Aunque se impriman pocas, el volumen sigue siendo enorme en comparación con antes.

El tercer gran cambio ha llegado recientemente: los jóvenes que han nacido en el mundo digital buscan ahora experiencias analógicas. Se interesan por el vinilo, los carretes, las cámaras instantáneas. Quieren pensar la foto, no verla en el momento. Vuelven a lo analógico, y lo hacen para quedarse. Lo vemos con nuestras cámaras Instax, que hace diez años parecían una moda y hoy son un mercado consolidado.

Las redes sociales son también otro punto importante de inflexión. Cuando aparecen, sobre todo Instagram, se empieza a potenciar la fotografía. Ahora mismo, la fotografía es algo que vive con nosotros cada día. Y esto es muy bonito porque es nuestra memoria familiar, nuestra memoria histórica, nuestra memoria de país, nuestra cultura.

¿Cómo era el panorama fotográfico en España cuando empezó a trabajar?

Solo existía la película fotográfica. El formato universal era el de 35 mm. Todo el mundo usaba esos carretes para vacaciones, y los profesionales utilizaban formatos más grandes para publicidad y moda. Había película en color, blanco y negro y diapositivas. Las primeras cámaras digitales no llegaron a España hasta 1998-2000.

¿Qué nos puede contar de las cámaras de un solo uso, que ahora han vuelto a ponerse de moda en festivales y eventos?

Hace treinta años eran una opción económica para no estropear tu cámara buena. Incluso en bodas se ponían en las mesas para que los invitados hicieran fotos. Hoy, los jóvenes las usan por diversión, por vivir la experiencia. Revelan el carrete, pero no imprimen las fotos; piden las imágenes digitalizadas. Y también hay modelos acuáticos que se pueden usar en la piscina, por ejemplo. Hoy en día, estas cámaras son parte de una experiencia lúdica. Antes, eran una necesidad.

Nosotros contamos con el modelo QuickSnap, que son cámaras desechables con película dentro. Revelas el carrete y te mandan las imágenes por WeTransfer. También está muy de moda la fotografía instantánea, con las cámaras Instax. Antes las usaban fotógrafos profesionales para probar la luz. Hoy la gente las usa en bodas, por ejemplo, y se divierte con la inmediatez de la impresión. Y también les gustan mucho a los niños. Y lo bonito de ello es que normalmente las hacen para regalar, para compartir las emociones.

¿Qué diferencias ve entre la forma de hacer fotografía ahora y en la época del carrete?

Antes era la única forma de conservar recuerdos. Hoy se fotografía todo. Gracias a los móviles y las redes sociales, la fotografía se ha democratizado y globalizado. Antes era algo más introspectivo, para uno mismo. Hoy es para compartir. Subes una foto a Instagram y la puede ver alguien en China. Antes era memoria; hoy es comunicación.

¿Qué tecnologías cree que marcarán el futuro de la fotografía?

Van a convivir tres grandes tecnologías: móviles, cámaras digitales y analógicas. Los móviles seguirán mejorando la captura, pero hay cosas que nunca podrán hacer, como fotos deportivas o de naturaleza con calidad, porque necesitan ópticas físicas. Por eso las cámaras digitales seguirán existiendo.

La fotografía analógica también está volviendo, como experiencia reflexiva. Y la inteligencia artificial será clave. Permitirá corregir fotos automáticamente, combinar imágenes reales y generadas. También facilitará la edición desde móviles. En analógico veremos apps que conectan con cámaras instantáneas o escaneos de película para manipularlas digitalmente.

¿Conseguirán los móviles que desaparezcan las cámaras digitales de casa?

No. Los datos dicen lo contrario. Se venden menos unidades, pero de mayor valor. Hay una parte de la población que quiere experimentar más. El móvil no puede ofrecer lo que da una cámara digital por el tamaño del sensor, especialmente en condiciones complejas. Además, hay modelos como la X half, que combina estética y experiencia analógica con tecnología digital. Está pensada para jóvenes, tiene funcionalidades únicas.

No se pueden comparar las fotos hechas con un móvil con las de una cámara digital. Y, además, recomiendo a todos el imprimir más fotos. Las fotos son nuestra memoria familiar. Yo mismo, cuando me voy de vacaciones, siempre llevo una cámara, además del móvil. Las fotos con la cámara tienen otra calidad.

¿Qué cámara recomendaría a alguien que quiera iniciarse en la fotografía hoy?

La X half. Es fácil de usar, tiene un aire vintage, pero es digital. Es perfecta para iniciarse.

Y ¿qué consejo daría a quienes ya son aficionados y quieren mejorar sus imágenes?

Que empiecen a experimentar con inteligencia artificial. No para hacer fotos falsas, sino para mejorar las que ya hacen. Por ejemplo, en fotografía macro o nocturna, la IA puede ayudar mucho. Hay herramientas que mejoran el enfoque, la luz o incluso corrigen defectos. Es un campo apasionante.

Para terminar, después de todos estos años, ¿cuál es su fotografía favorita?

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Tengo muchas, pero si tuviese que escoger una sería la del nacimiento de mi hija. Le hice una foto en el hospital, en la cuna. Me quedó preciosa, y la hice con cámara. Es mi favorita. Hay muchas fotos de otros que me gustan, claro, porque los fotógrafos, profesionales o no, documentan nuestras vidas. Y eso es muy valioso.

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