Gastronomía

El mítico restaurante olvidado de Madrid que tiene los murales más andaluces de la capital: reabrirá tras 20 años de cierre

La taberna Los Gabrieles abrió sus puertas en 1897 y fue eje de la noche madrileña a principios del siglo XX; en su interior, una histórica y singular colección de azulejos.

A mediados del siglo XX murió parte del alma de Madrid. No fue un asesinato. Tampoco ocurrió de la noche a la mañana. Fue el culmen de un largo proceso de extinción: la caducidad del fenómeno del casticismo terminó por ahogar en el pasado la antigua identidad madrileña, aquella que creó la literatura del siglo XIX y que estaba asociada al ‘chispero’, al ‘chulapo’ y a otros tantos perfiles que se codeaban en un Madrid que hoy ya no es.

No puede acometerse un retorno a dicho tiempo pretérito, pero sí que se puede, todavía, respirar aquel aire en algunos vestigios de la urbe. Entre ellos, la taberna Los Gabrieles, entre el 17 y el 19 de la calle Echegaray, cuyas cerámicas han sido consideradas por algunos expertos como la ‘Capilla Sixtina’ de la azulejería histórica de la capital. Se perdieron las que adornaban la fachada exterior, pero las del interior del local han resistido el paso de los años, reconvirtiéndose en una especie de museo en el que se conservan cerca de 300 metros cuadrados de esta superficie.

El uso de estos azulejos, de 15 por 15 centímetros en su mayoría, así como sus dibujos, constituye un reflejo del costumbrismo y de un tipo de humor también extinto. Gran parte de las piezas han sido restauradas, reviviendo antiguas firmas de maestros ceramistas, tales como Enrique Guijo o Alfonso Romero Mesa, quienes a su llegada desde Andalucía decidieron abrir un taller en la calle Mayor y un horno de cerámica en Carabanchel. Eran los primeros años del siglo XX.

‘En torno al casticismo’ y volver a nacer

Abrió sus puertas por primera vez un año antes de la pérdida de Cuba; pronto se embriagó del ambiente ‘noventayochesco’ y regenerador en el que se sumió la sociedad de la capital. La personalidad del bar fue generándose en torno a grandes figuras del flamenco, como el torero Juan Belmonte, el cantaor Antonio Chacón o el pintor Ignacio Zuloaga. Tampoco resultó ajeno a la clase política: Miguel Primo de Rivera y Alfonso XIII eran asiduos clientes. Todo ello se arremolinó en un ambiente noctámbulo que originó leyendas muy fieles a la realidad de la noche madrileña.

Los Gabrieles, bautizado así por el mote que reciben los garbanzos, alimento que representaba la dieta madrileña de entonces, cerró en 2003 tras más de un siglo abierto. El edificio fue vendido para una rehabilitación que, con el paso de los años, terminó por enroscarse en un tedioso y casi interminable proceso de restauración que, ahora, ha llegado a su fin.

Tras cuatro años de laberinto judicial, el Ayuntamiento ha otorgado finalmente la licencia de apertura a la taberna el pasado mes de octubre. Volverán a chirriar las puertas de la vieja taberna. Dentro aguarda un último hálito de esa parte del alma de Madrid que, agonizante, cerró los ojos para —casi— siempre a mediados del siglo XX.

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