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Martin Scorsese, sobre su última película: “Leo me ha acompañado en todo”

El veterano director ha analizado en una entrevista a Apple Music los entresijos de ‘Killers of the Flower Moon’, así como sus primeras influencias musicales y cinematográficas.

Una vez más, Martin Scorsese atornilla al cinematógrafo el motor de un delorean para retroceder a ese país norteamericano que todavía se apretaba el cinturón mascando tabaco: Killers of the Flower Moon (Los asesinos de la luna) es la viva imagen de que congelar el tiempo puede ser la cadencia perfecta para que un mensaje repercuta en la mente del espectador. No es fácil hacerlo porque el arte, con el permiso de algunas teorías, es de cocción pausada. Para ello, Scorsese pone su cinta rumbo a los años veinte de la vieja y polvorosa Oklahoma, entre la sangre de unos asesinatos que lloran y pelean miembros de la tribu Osage.

Sobre su nueva película ha hablado con Zane Lowe, de Apple Music, así como de el larguísimo recorrido que le ha llevado a este nuevo western. Desde sus inicios, cuando sus inquietudes bebieron de una influencia en blanco y negro para convertirse en el corte de una claqueta, hasta las bandas sonoras que han compuesto la sintonía de su vida delante y detrás de las cámaras.

Ante la pregunta de si Los asesinos de la luna era la película más importante que había hecho, respondió con otra cuestión que, amén de la retórica que entrañaba, hacía de perfecta respuesta: “¿el arte tiene que ser importante en el momento?”. Él mismo se respondió. “El arte debería ser importante todo el tiempo. Luego a veces dejará de ser importante y después podría volver a serlo. Herman Melville dejó de escribir cosas, Van Gogh vendió un cuadro en su vida”, expresó, echando mano del arte en sus diferentes ramas.

Fue el eje de la trama, la Nación Osage, lo que hizo pensar y repensar la producción. “Al principio me abstuve de hacerla. Era muy consciente porque entendía que hay mucho más en la historia que una serie de acontecimientos horribles de los que puedo llegar a reflejar y que muestre lo que somos como seres humanos”, relató. Y es en este macrocosmos, que gira, muchas veces, en torno a la codicia, hacia donde el director decidió dirigir el filme; y allí encontró un apoyo que no era sino el de siempre, Leonardo DiCaprio: “Leo me acompañó en todo eso”.

Melodías y fotogramas de su niñez

Scorsese traza también un pequeño recorrido por las canciones de su infancia. Tal y como narra, contrajo asma con tres años y, al pasar mucho tiempo en casa sin poder emprender las grandes aventuras que conlleva la niñez, empezó a echar mano de la radio y de discos. “Escuchaba programas como Gangbusters. Los discos significaban algo, eran aquellos que me venían a la mente, pricipalmente, yo tenía cuatro, cinco o seis años y escuchaba cosas, tocándolos, como la música swing de Benny Goodman, el cuarteto de Benny Goodman, Avalon, la mayor parte de King Porter Stomp, todas esas cosas. Pero principalmente era Django Reinhardt, en el Hot Club de Francia”.

De aquellos años también rescata sus primeras influencias cinematográficas; cintas que, reflexionados hoy, le han ayudado a encontrar el punto en el que el balancín deja de chirriar. “He encontrado un equilibrio entre mi gusto y la inspiración por las películas producidas en Hollywood”, confiesa. Rescata de un pasado perdido Sunset Boulevars y Cautivos del Mal, películas que vio con apenas diez años, cuando comenzaba a aprender del neorrealismo italiano que tanto le marcaría y que, de joven observaba en su “pequeña televisión de 16 pulgadas en blanco y negro”.

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