La hija de Michel Salgado, a las órdenes de Malú

La vocación y la admiración se trazan en líneas paralelas. El año pasado arrancó Malu Salgado la última hoja del calendario, probablemente, con el pecho lleno de orgullo por lo que se entiende como un salto cualitativo en la persecución de su sueño: vivir de la música. Pudo desplazarse a Miami y trabajar en el arte que ha calentado sus venas desde que era una cría, superando la etapa de promesa que supuso su aparición en La Voz Kids.

Ha sido la costa norteamericana testigo de su empeño por sacar adelante un primer disco que termine de impulsar el ya considerable despegue de su carrera. La primogénita de Michel Salgado y Malula Sanz, hija del expresidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, ha sumado al cúmulo de trabajo y experiencias que riegan el fruto de su producto artístico el aprendizaje que ha extraído de los viajes que ha hecho con una otra artista con la que comparte nombre y sueño. Malú.

“No se me va a olvidar nunca”

Un bonito mensaje en redes sociales ha sellado la buena sintonía que ha unido a la consagrada artista y la primeriza cantante durante este último mes. “Hace dos semanas de Bilbao, una de Orihuela, y aún no me creo la experiencia que he vivido. No hay palabras suficientes para expresar lo agradecida que estoy por todo lo que has hecho por mí. Lo que me habéis enseñado tú y tu equipo tan maravilloso, no se me va a olvidar nunca”, ha dejado por escrito Malu, adjuntando un carrusel de instantáneas y experiencias.

La unión entre ambas ha sido profesional, pero la materia del enlace ha echado raíces en lo personal. “Además, me acogisteis como una más de vuestra familia y eso no tiene precio. Ha sido un privilegio poder aprender de la mejor”, continúa el bonito texto, que cierra el círculo de buenas palabras con un último agradecimiento y la rúbrica de la fascinación: “Mil veces gracias, te quiero”.

Malu ya fue noticia el pasado mes de marzo. El runrún incesante que crece sobre su persona por el hecho de ser hija de futbolista terminó por prender la mecha de su hartazgo. “¿Ha estado mi padre en el estudio grabando 12 horas diarias sin parar? ¿Ha sido él quien ha hecho mis exámenes finales de la universidad?”, preguntaba a través de sus redes sociales.

El camino que labra su esfuerzo excava en el aire y en torno a un mismo sueño que, ahora, hace de la admiración hacia Malú una bonita línea paralela que complementa su crecimiento creativo; el alma de la vocación.

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