La vida más íntima de Raphael: adicción al alcohol, una hija desconocida y el trasplante que le salvó

“El camino que lleva al Belén baja hasta el valle que la nieve cubrió. Los pastorcillos quieren…”, y así hasta llegar al mítico “rom pom pom pom”. ¿Quién no ha cantado alguna vez por estas fechas ‘El tamborilero’? Todos los hemos hecho, pero una persona nos supera, la más incansable, quizá, de todos los artistas de lengua hispana: Raphael.

De orígenes humildes, tras ganar con 9 años el premio a la mejor voz infantil de Europa en el Festival de Salzburgo, este cantante español no ha dejado de trabajar. Con los 81 ya cumplidos, sigue subiéndose a los escenarios a darlo todo, y tan coqueto como siempre, sin permitir siquiera que sus ocho nietos le llamen ‘abuelo’ para mantenerse joven y en forma, aunque los años del carné de identidad digan lo contrario.

Estos nietos son los vástagos de sus tres hijos: Jacobo, quien fue pareja de la actriz Toni Acosta, con quien tuvo a Nicolás y Julia; la discreta Alejandra, quien estuvo casada con el financiero Álvaro de Arenzana, fruto de cuya relación nacieron Manuela y Carlos, y Manuel, quien se prodiga más en las revistas del corazón por su matrimonio con Amelia Bono (la hija del reconocido político socialista), con quien ha sido padre de Jorge, Manuel, Gonzalo y Jaime.

Tres hijos que nacieron de una relación de lo más impensable, entre el de Linares y una joven de la aristocracia, Natalia Figueroa, hija del marqués de Santo Floro y nieta del conde de Romanones, emparentada con la flor y nata de la alta sociedad española. El cantante y la periodista y también escritora pasaron por el altar hace ya más de medio siglo en el templo de San Zacarías de Venecia, en una boda que en un principio pretendía ser secreta y que acabó hasta con la prensa invitada dentro de la iglesia.

El renacer

El amor siempre ha sido uno de los motores en la vida del cantante español, quien se ha atrevido a grabar en idiomas tan dispares como el inglés o el japonés, entre otros. El artista le ha cantado en todas sus versiones y ha pregonado sus sentimientos por su mujer cada vez que ha tenido ocasión. Y no han sido pocas, ya que ha pisado un sinfín de escenarios por todo el planeta para cantar e incluso representó a España en el Festival de Eurovisión en 1966 con ‘Yo soy aquel’, y repitió en la edición siguiente.

Una existencia de lo más completa, tanto en lo personal como en lo profesional, batiendo récords en venta de entradas, con premios y discos de oro, platino… Una vida que por un momento pareció pararse hace una década, cuando una cirrosis le sorprendió y acabó con el hígado trasplantado. Venía de atrás. A mediados de los años ochenta había pasado una hepatitis B que se agravó porque empezó a beber alcohol para poder conciliar el sueño y descansar del ajetreo del trabajo. El 1 de abril recibió ese hígado, lo que supuso para él su renacer.

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