CASO SANCHO

Destapan el presunto chantaje de Edwin Arrieta a Daniel Sancho

‘En boca de todos’ ha mostrado en exclusiva las palabras del joven chef a la hora de reconstruir el crimen durante el juicio.

Desde hace un mes, la vida es para Daniel Sancho aquello que acontece entre los muros de Surat Thani. Fue el pasado 29 de agosto cuando lo supo; aquel día cambió su vida para siempre, así como la de su entorno más cercano: el chef fue condenado a cadena perpetua por el asesinato y desmembramiento de Edwin Arrieta, determinando el juez, además de la destrucción de la documentación personal de la víctima, la existencia de premeditación.

Puede un párrafo resumir el desenlace de semejante proceso judicial —y mediático—; por el contrario, más difícil resulta ahondar en los detalles de un procedimiento bañado por la opacidad que tanto caracteriza al sistema judicial tailandés. Con todo, siguen goteando algunas noticias que añaden todavía más ingredientes al ya de por sí difícil caso del nieto de Sancho Gracia. El último, el presunto chantaje al que fue sometido por Edwin Arrieta.

Las palabras de Sancho en la sala del juicio

Ha sido En boca de todos quien ha revelado en exclusiva dicha información. En realidad, el formato de Cuatro ha sacado a la luz parte de lo que sucedió en el interior de la sala que acogió el juicio, destacando algunas declaraciones del propio condenado. “Antes de viajar a Tailandia, nunca había tenido una relación sexual con Edwin. Nunca le he mandado una foto desnudo a su móvil. Yo no sabía si a Edwin le gustaba o no, no le invité a tener relaciones sexuales, pero se dio el caso”, expresó el joven cocinero.

Entonces fue cuando se produjo el supuesto chantaje. “Edwin se acercó para estrangularme. Me amenazó con revelar una foto con dos mujeres y enviársela a mi novia. También, con hacer daño a mi hermana y a mis seres queridos”, fueron las palabras que, según el programa de Mediaset, pronunció Sancho. Posteriormente, Sancho reveló cómo se desencadenó la muerte de Arrieta: “Él me mordió la mano y por eso le di un puñetazo y es cuando se dio con la cabeza en el lavabo. No pedí ayuda porque estaba asustado. Me dijo que era una persona muy influyente”.

Cuando el magistrado apuntó las contradicciones del relato, saliendo a la palestra la prueba más sólida que demuestra la premeditación —es decir, lo que decantó la balanza hacia la cadena perpetua—, la compra de cuchillos, Sancho dijo lo siguiente: “He trabajado como chef, tengo experiencia en el uso de cuchillos y tiré la mayoría de órganos en Koh Phangan”.

Después, sus últimas palabras en la sala. Pidió perdón, pero no se arrepintió. “Me siento mal por lo que pasó, pero no culpable. Mis acciones fueron en defensa propia”, pronunció.

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