Moda

Un diseñador analiza un vestido de Shein y su análisis sorprende a todos: “¿Cuánto os ha costado?”

El modisto Lorenzo Caprile alucina con el precio de un vestido de la marca china que en España costaría diez veces más.

La moda, como expresión cultural y social, ha evolucionado a lo largo de los siglos, adaptándose a las necesidades y deseos de cada época. En los últimos años, un fenómeno global ha marcado una nueva era en la industria textil: la fast fashion, o moda rápida, que ha transformado no solo la producción, sino también la percepción y el consumo de la ropa. La accesibilidad a prendas de bajo costo ha tenido un impacto profundo en la moda de calidad europea, desafiando los estándares tradicionales de diseño, producción y sostenibilidad.

La fast fashion se refiere a la producción masiva de ropa a precios bajos y con una rápida rotación de colecciones. Empresas como la gigante china Shein han sabido captar la atención de millones de consumidores con colecciones que imitan las últimas tendencias de las pasarelas, produciendo nuevas prendas en cuestión de semanas y a precios que resultan irresistibles. Este modelo de negocio, basado en la velocidad, la eficiencia y los costos bajos, ha provocado una revolución en la industria de la moda, tanto a nivel global como europeo.

La prueba de Lorenzo Caprile

Y a veces sus modelos pueden llegar a competir con los de la más alta calidad fabricados en Europa, donde se encuentra una gran diferencia, especialmente, en las condiciones de trabajo de los empleados. De hecho, el mismísimo Lorenzo Caprile ha alucinado con un vestido de fiesta azul de Shein que le han mostrado desde el perfil de Instagram Laboratorio de Patrones cuyo precio no podría igualar en España.

“Mi primera pregunta es cuánto os ha costado”, dice el diseñador, quien alucina al escuchar que 70 y ya en España, es decir, con el envío. El envoltorio es algo pobre, pero, como el modisto explica: “Por ese precio no podemos pedir que nos venga en una caja maravillosa con un lazo rosa”.

Abierto el paquete, el diseñador considera que solo con comprar los materiales (las dos capas de tul, la capa lisa y la pedrería) en España ya se estaría “muy cerquita de los 70 euros”. Con otro vistazo, sentencia: “Está relativamente bien confeccionado. Hombre, pues la calidad de las telas… No voy a hacer aquí la prueba del mechero porque saldríamos todos ardiendo. Seguramente es plástico puro. Y aquí, a la hora de hacer el remate, de volver el forro, lo han pellizcado”.

“A mí me parece milagroso que esto cueste 70 euros, sinceramente. Detrás hay condiciones laborales que prefiero ni imaginármelas”, dice Lorenzo Caprile, dando seguramente en el clavo del porqué en esa gran diferencia de precio.

Una vez prueban el vestido sobre el cuerpo de una modelo, Caprile le pregunta a esta cómo se ve como consumidora con él: “Me pica bastante por dentro”, dice la joven. Hay una tela que me está todo el rato rozando”, dice ella, mientras asiente el diseñador.

“Un traje de este estilo en tienda estaría fácilmente cerca de los 500-600 euros: sí, diez veces más”, dice Caprile, quien no sabe explicar por qué puede tener un precio tan bajo: “Esas son las preguntas que nos tenemos que hacer cuando nos entra el insomnio por las noches y nuestros afanes los cubrimos con este consumismo desbocado. Detrás hay unas realidades un poquito tristes y un poquito miserables, por no usar palabras más fuertes. Porque aquí hay mucha mano de obra”.

Por un lado, estamos defendiendo el consumo sostenible, el comercio de sostenibilidad, las tiendas de barrio, algo mucho más lógico. Y luego estamos todos comprando aquí. Eso es muy contradictorio”, añade.

La moda de calidad europea ante el desafío de la fast fashion

La moda europea, históricamente conocida por su alto nivel de calidad, su atención al detalle y el uso de materiales de lujo, ha sufrido una presión considerable debido a la expansión de la fast fashion. Marcas y casas de moda icónicas de países como Francia, Italia y España se han visto obligadas a adaptarse a un mercado en el que la rapidez y la accesibilidad han tomado un protagonismo indiscutible.

  • Competencia en precios y tiempos de entrega. Las marcas tradicionales europeas de alta gama, como Chanel, Louis Vuitton y Prada, operan bajo principios de exclusividad, producción artesanal y precios elevados. Sin embargo, la fast fashion ha democratizado el acceso a la moda, lo que ha generado una competencia feroz. Aunque estas marcas de lujo no compiten directamente con las cadenas de fast fashion, las últimas han influido en la forma en que los consumidores valoran la rapidez y la economía en el consumo de ropa.
  • Desafío en la percepción del valor. La fast fashion ha provocado una devaluación de la ropa de calidad, al promover un enfoque del consumo basado en la inmediatez y la cantidad. Las piezas de calidad, que requieren tiempo y dedicación en su producción, a menudo quedan eclipsadas por las ofertas irresistibles de las grandes cadenas de moda rápida.
  • Impacto en la sostenibilidad y la ética. La moda rápida ha sido acusada de ser responsable de graves problemas medioambientales y laborales. La sobreproducción y el desecho masivo de ropa barata, junto con las condiciones precarias de trabajo en las fábricas, han sido puntos de crítica para las marcas de fast fashion. Por otro lado, la moda de calidad europea, en su mayoría, ha intentado adoptar prácticas más sostenibles y responsables, utilizando materiales reciclados y promoviendo la producción ética. Sin embargo, la presión competitiva de la moda rápida ha dificultado que muchas marcas de lujo puedan mantenerse en su compromiso con la sostenibilidad, especialmente en un mercado donde la inmediatez es esencial.

La fast fashion barata ha dejado una marca indeleble en la industria de la moda europea, desafiando los principios de calidad y exclusividad que tradicionalmente caracterizaban a la moda de lujo. Sin embargo, también ha catalizado un cambio hacia una industria más consciente, donde la sostenibilidad, la ética y el valor a largo plazo están ganando terreno. En este contexto, la moda de calidad europea está evolucionando, adaptándose a las demandas de un mercado que busca el equilibrio entre accesibilidad, conciencia ambiental y estilo. La clave para el futuro será encontrar un modelo de consumo que valore tanto la rapidez y la accesibilidad como la calidad, la autenticidad y la sostenibilidad.

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