Ni lana ni seda: así son los vestidos de cristal que se utilizaron en el siglo XX y están volviendo a la moda
La firma Óscar de la Renta ha vuelto a poner de moda prendas que ya evocaron el lujo varias décadas atrás. “La moda siempre vuelve”, decía Jorge Lozano.
“La moda siempre vuelve”, repetía con convicción en sus clases el catedrático y semiólogo Jorge Lozano (hermano, por cierto, de la televisiva Lydia Lozano), señalando no solo una verdad empírica del mundo del vestir, sino también una constante cultural y simbólica. Y es que cada década parece vivir un déjà vu estético. Vuelven los pantalones de tiro alto de los años ochenta, los estampados psicodélicos de los setenta, las hombreras, los corsés, las botas altas.
En esta operación, el signo se resignifica: lo que fue moderno, luego obsoleto, ahora es retro, y, por tanto, deseable. Y eso parece estar sucediendo también con los vestidos de cristal, que parecen tener un renacer de la mano de la prestigiosa firma Óscar de la Renta. Estos emergen como piezas que desafían los límites de la belleza, el riesgo y la técnica.
Los vestidos decorados con fragmentos que evocan vidrio roto —en realidad, intrincadas aplicaciones de espejo, cristal tallado o materiales acrílicos pulidos con precisión— comenzaron a destacarse en las últimas colecciones de Óscar de la Renta. Bajo la dirección creativa de Fernando García y Laura Kim, la casa reinterpretó la elegancia clásica que definió al fundador, apostando por nuevas texturas y efectos visuales de alto impacto. Cada movimiento del cuerpo genera un estallido de reflejos.
El origen
La creación de estos vestidos implica una ingeniería artesanal complejísima. Los fragmentos se aplican uno por uno sobre bases de tul, organza o seda, cuidadosamente dispuestos para no comprometer la movilidad ni la seguridad de quien los viste. Pero lo cierto es que la maison no lo ha inventado, sus orígenes se remontan incluso al siglo XIX.
Y es que, tal y como recoge la revista del Smithsonian, la fascinación histórica por lo translúcido y reluciente ya estuvo presente en el siglo XX, tanto actrices como miembros de la realeza, quienes lucieron delicados vestidos tejidos con hilos de vidrio hilado.
Ya entonces, las ‘gemas’ de vidrio podían montarse sobre plata o láminas de colores para darles brillo a la luz de las velas, ya que se trataba de una alternativa barata al diamante para hacer de una prenda algo espectacular, como se puede ver en los ejemplos de bordados que se conservan para abrigos y chalecos masculinos en las colecciones del Museo de Diseño Cooper-Hewitt del Smithsonian.
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Pero, además de usar los cristales como ornamento, a mediados del siglo XIX los comerciantes de seda londinenses Williams & Sowerby patentaron un tejido de fibra vidrio que fue destinado incluso para la tapicería y que después pasaría a la moda, especialmente la femenina. Prendas de lo más pesadas que se exhiben ahora en museos y que en su día, por su fragilidad, se reservaron para eventos especiales.
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