Decoración

Jaime Salvá, arquitecto: “No se trata de llenar el pasillo de las viviendas, sino de darles propósito”

A la hora de decorar, muchas veces nos centramos en las habitaciones principales, y dejamos de lado estos espacios secundarios de la casa.

CRMLS
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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En el diseño interior, solemos concentrar todos los esfuerzos en las estancias principales: el salón, la cocina o el dormitorio. Sin embargo, las zonas secundarias —como pasillos, distribuidores, recibidores o escaleras— pueden transformar por completo la atmósfera de una casa cuando se decoran con intención. Estos espacios, a menudo infravalorados, tienen un enorme potencial para añadir carácter, funcionalidad y continuidad estética al hogar, así como para ganar almacenamiento.

El pasillo suele considerarse una mera zona de tránsito, pero con pequeños gestos puede convertirse en una galería personal o un rincón funcional. Una buena iluminación es clave: los pasillos tienden a ser estrechos y oscuros, por lo que apostar por luces empotradas, apliques o tiras LED cálidas puede cambiar radicalmente su aspecto.

En cuanto a la decoración, las paredes del pasillo ofrecen una oportunidad perfecta para crear una galería de arte o de fotografías familiares, usar papel pintado con textura o incluso incorporar estanterías estrechas para libros o plantas pequeñas. Si el espacio lo permite, un banco o consola delgada puede servir de apoyo decorativo y práctico.

La clave: a partir de un metro

Para el arquitecto Jaime Salvá, la clave para poder decorar un pasillo está en su tamaño: “Lo ideal es que un pasillo tenga al menos un metro de ancho para poder integrar algún elemento sin comprometer la circulación. En viviendas de mayor nivel, solemos aumentar esta medida a 1,20 m, lo que permite incorporar piezas con más libertad. Con menos espacio, cualquier mueble corre el riesgo de convertirse en un obstáculo incómodo. A partir de ese metro, se abre la posibilidad de sumar pequeños gestos (desde un banco o una consola ligera hasta una estantería empotrada) que convierten el pasillo en algo más que una simple zona de paso”, explica en una entrevista con la revista El Mueble.

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“El pasillo es una gran oportunidad para aportar carácter y personalidad a la vivienda”, añade. Y aporta unas ideas sobre cómo integrar en este el almacenaje, con un armario enrasado, una librería empotrada o un mueble bajo y discreto que sume orden sin invadir. También sugiera añadir piezas ligeras, como consolas, bancos o percheros de diseño esbelto, funcionales pero sin saturar. Y decantarse por la decoración vertical: espejos, obras de arte, fotografías enmarcadas o un revestimiento especial que acompañe el recorrido. “Se trata de dar un propósito a este espacio, ya sea práctico (almacenaje) o emocional (decoración), para que se perciba como parte de la casa y no quede relegado a mero tránsito“.

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