Cristina Pedroche responde a los insultos que recibe en redes sociales: “Hay que leer más”

La vida de un personaje público está inevitablemente atada al escrutinio, a una lupa crítica que, en muchas ocasiones, enfoca antes con el instinto que con el raciocinio. Fruto de ello, los incontables mensajes que gotean en las cajas de comentarios que se extienden, como papiros que se desenrollan y chocan contra el suelo, sin un fin aparente. Así lo ha denunciado Cristina Pedroche a través de su perfil de Instagram, donde acumula más de 3 millones de seguidores y, además, no poco odio.

Su comentario surgió a raíz de una consulta de preguntas que ella misma orquestó: habilitó una caja titulada mis pelos de posparto y yo contestamos y las personas podían dejar una pregunta para que ella la respondiese. Todo se incendió cuando uno, en lugar de arrojar una cuestión, escribió lo siguiente: “Te estarán enterrando en tu funeral y seguirás de posparto hija mía”.

“Puedo ayudar a otras mujeres que se puedan sentir mal”

No fue el único comentario —sí el que ocupó la mayor parte de la pantalla—, a este se sumaban otros como “¿pelos de posparto? O simplemente despeinada... de verdad, qué cansancio...”, “¿todavía estás de posparto?” o “esta idiota piensa que es la única que ha parido en el puto mundo. Ridícula”. A estos efectos, la comunicadora vallecana emitió un profundo comunicado lamentando la situación.

“Quería sólo sacar las cosas buenas en esta ronda de preguntas, pero estos me han dolido bastante y creo que compartiéndolo puedo ayudar a otras mujeres que se puedan sentir también mal cuando han pasado ya algunos meses desde que dieron a luz y la gente de su entorno les dice que ya no puede ser posparto”, escribe, mostrando la intención de aquello que redactaba.

En realidad, viene a decir Pedroche, es un asunto de respeto. “Hay que leer más y hay que estar más actualizado, pero sobre todo hay que trabajar más la empatía”, asevera, aclarando que no va “a entrar a explicar que el posparto puede durar años” y que tampoco va a perder tiempo en demostrar cómo cambia totalmente el cerebro a las mujeres porque, afirma, “para eso están las expertas”.

Ella tiene otro cometido. “Pero, por favor, sí pido un poco más de cariño, paciencia y que se validen los sentimientos de las mujeres (en general, pero si además acabamos de ser madres más aún)”, asienta el poso de la moraleja, despidiéndose después, sabiéndose personaje público y foco de aquella lupa mediática de crueles consecuencias: “gracias y buenas noches”.

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