TELEVISIÓN

Bárbara Rey se derrumba al recordar los malos tratos que sufrió a manos de Ángel Cristo

En su serie documental ha hablado del infierno que vivió durante su matrimonio con el domador y cómo casi la mata cuando se quedó embarazada.

En la noche del 26 de abril se emitió el tercer episodio de la serie documental titulada Una vida Bárbara que protagoniza Bárbara Rey. En este capítulo la actriz se ha centrado en la figura de Ángel Cristo y en el infierno que vivió al lado del domador, con malos tratos tanto físicos como psicológicos y con un drástico cambio una vez que pasaron por el altar. “A mí Ángel me ha pegado muchas veces, pero los malos tratos psíquicos fueron mucho más que los físicos. Fueron demoledores: ‘No vales una mierda’, ‘estás fofa’, ‘no te va a querer nadie’, ‘lo único que te queda es ponerte de puta en una esquina’, ‘eres una vaga, una inútil, una zorra...’”, explica.

El relato de Bárbara es desgarrador y no puede evitar detenerse para respirar, tomar agua y abanicarse, gestos que no sirven para evitar que las lágrimas broten irrefrenables por el rostro de la exvedete. Inmediatamente después, e invadida por la emoción y el dolor de los recuerdos, continuó: “La noche que me quedé embarazada, mi marido por poco me mata. No sé por qué fue, si dije algo que no le gustó. No tengo ni idea”.

Su segundo embarazo todavía fue peor: “En los cuatro primeros meses perdí seis kilos. Un día me planté y me dije que mi hija es lo primero y tenía que estar relajada. Y me lo tomé así”. La gestación la vivió trabajando en un circo y solo lo dejó cuando ya acumulaba ocho meses de embarazo, pero cuando nació Sofía la cosa empeoró: “Cuando entró, miró a la niña, la levantó y dijo: ‘No he visto en mi vida una niña más fea’. Y la dejó en la cuna”.

La separación tampoco evitó los malos tratos

En 1988 Bárbara Rey vivió su peor año con Ángel Cristo y, por suerte para ella, el domador decidió separarse. La actriz y vedete vio la luz al final del túnel, pero los malos tratos estaban muy lejos de terminar, pues el domador seguía visitando la casa de Bárbara para continuar con el castigo: “Me insultaba, daba una patada a la puerta de mi dormitorio y me violaba escupiéndome en la cara y llamándome puta”.

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