¿Cómo afecta la lesión abdominal al juego de Nadal?
Por cuarta vez en su carrera, el balear sufre dolor abdominal. En el mejor escenario podría jugar con vendaje y antiinflamatorios.
Rafa Nadal sufre en Wimbledon, por cuarta ocasión en su carrera, al menos que se sepa, una lesión en el abdomen. La primera vez que sintió esa molestia fue en el US Open de 2009. Lo dijo después de perder en tres sets (triple 6-2) en las semifinales contra Juan Martín del Potro: “El abdominal me ha estado matando desde la primera semana”. En 2018, los problemas en esa zona reaparecieron. Fue justo antes del Masters 1.000 de París, durante un entrenamiento. El balear, que se había retirado en Nuevo York, en pleno partido de penúltima ronda, precisamente ante el argentino de Tandil, no acudió a esa cita y tampoco jugó en el resto de la temporada. Y en 2019, de nuevo con la capital francesa como involuntaria protagonista, Nadal renunció a pelear por la final ante Denis Shapovalov por culpa un desgarro en el abdomen. Milagrosamente, se recuperó, y disputó las ATP Finals y las Finales de la Copa Davis, con una intervención decisiva en el título conquistado por España.
La pregunta que se harán muchos aficionados es cómo afecta una dolencia de este tipo al juego de un tenista profesional. Principalmente, dificulta el saque, no tanto el resto de los movimientos y golpes. Lo explica el propio Nadal. “Si me pongo a jugar por abajo, no tengo ningún dolor. Peloteo perfecto, sin tan siquiera molestias”, argumenta. “Lo que sí que es verdad es que (contra Fritz) pasé dos horas muy malas en la pista, desde que me hice daño en el 3-1 del primer set, hasta que encontré una manera de sacar para que interviniera menos el abdominal”, continúa. “Porque aunque sacara flojo, me quedaba dolorido para el siguiente golpe”.
“Me daba un latigazo ahí abajo, para ser claro. No es algo que me moleste para jugar de fondo al cabo de un rato, pero cuando acabo de sacar, ese latigazo no se va instantáneamente, se queda y los siguientes dos golpes los doy por problemas”, afirma el manacorí. “Después, es verdad, que al final del partido, y en buena parte del cuarto set, sacando flojo, no sentía tanto dolor y eso, aunque no sacara ninguna ventaja con el servicio, muy poca, no me perjudicaba para el siguiente golpe”, aporta. “En casi todo el primer set, todo el segundo y buena parte del tercero, el problema no es que no ganara puntos con el saque, es que me quedaba con dolor cada vez, no podía seguir el punto con normalidad. Luego encontré una solución, y sacando como sacaba, desde el fondo podía jugar bien y lo hice”, concluyó.
Posibles soluciones
Dependiendo de la gravedad de la lesión, si se trata de un desgarro, una microrrotura o una rotura, las soluciones son diferentes, aunque siempre paliativas, porque se trata de una dolencia que requiere descanso. En el mejor de los casos, podría relajar la zona con antiinflamatorios y apoyarla con un vendaje, ejecutando los saques sin tirar mucho del abdomen. En el peor, le sería muy complicado, casi imposible jugar. Nadal confesó que llevaba unos días sin sacar en los entrenamientos. “Arrastro esta molestias desde hace una semana. Si os habéis fijado, no he hecho casi saques en los entrenamientos para preservar. Necesito información y escuchar a las personas que saben. Al menos, el pie no me duele, o me duele menos, no me limita. No tengo motivos para quejarme, soy un superafortunado, aunque a nivel de cuerpo, tengo poco descanso entre unas cosas y otras, aunque esta se cura con tiempo. A mal tiempo, buena cara”.