Nadal, Leyenda humilde

Estrella indiscutible allí donde va y, al mismo tiempo, uno más. Así es Rafa Nadal, el gran protagonista de la Gala de los Premios AS 2025. Un mito humilde. Lo demostró desde su llegada al Hotel Palace, discreta, hasta el momento en el que se colocó en una esquina cuando le tocaba posar con el resto de los galardonados para la foto oficial, aunque el protocolo le llevó al centro, como tocaba. Antes había atendido a los medios de comunicación, con la paciencia y el respeto que siempre le caracterizaron cuando aún era tenista profesional, hace solo un año. Después, saludos afectuosos, fotos y más fotos, con la mejor de sus sonrisas y ni una sola negativa.

En primera fila, el Premio Leyenda esperó a que llegara el momento de su homenaje, después de los reconocimientos a los compañeros deportistas que tanto admira y apoya, herederos y partícipes de sus valores, admiradores de su garra y de su tenis, inspirados por él. Para empezar, Sophie Rodríguez, prodigiosa violinista madrileña de tan solo 15 años, que interpretó, entre otras piezas, Verano, de las Cuatro Estaciones, de Vivaldi.

A continuación, una sorpresa que el homenajeado no se esperaba. Marc Maury, emblemático speaker de Roland Garros y de la mayoría de los torneos que se disputan en Francia, introdujo el tributo al balear, que había sido objeto de varios agradecimientos por parte de los premiados. Antiguo decathleta, con esa planta que tiene y el vozarrón que gasta, recitó con inusitados nervios la inolvidable presentación con la cuenta de títulos de Rafa en el Grand Slam de la tierra batida: “Nacía en 1986, en Mallorca, en Manacor. Mide un metro ochenta y cinco de altura, profesional desde 2001 hasta ahora. Número uno mundial durante 209 semanas. Ganador de 92 títulos, dos veces campeón olímpico, en individuales y en dobles, cinco Copa Davis con España y 22 Grand Slams; dos veces en Australia, dos en Wimbledon, cuatro en el US Open y 14 en Roland Garros: (en francés) 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022”. “Pensaba que estaba grabado, no lo veía venir desde aquí delante”, confesó Nadal. “Gracias por acompañarme esta noche (a Marc) y a todos. Me hace mucha ilusión compartir la noche con todos vosotros, que estaréis ya cansados de mí, para aquí y para allá. Solo puedo decir gracias”, dijo el manacorí. “Con Rafa tengo muchas historias. La última, este año, en el homenaje de Roland Garros. Toda la gente estaba llorando y había que decir todo el texto. Y él lo escuchó con una gran sonrisa y Rafa júnior en brazos. La primera vez que vi fue en Montecarlo 2003. Jugaba contra Albert Costa y entré con los micrófonos, me vio y me dijo: ‘Yo no hablo inglés’. ‘Venga, pues en español, pero despacio’, le contesté. La primera bien, la segunda, también, pero la tercera, se relaja y la dice muy rápido. Y no entendí todo. Luego hablé con él y me dijo: ‘Vamos a hacer muchas más entrevistas en el futuro y hablaré en inglés’, contó Maury. Momentazo. “Su bienvenida a la pista se convirtió en una tradición. Él siempre fue un compañero en la pista, con una muy buena relación entre nosotros, de principio a fin. Una historia bonita que él ha ayudado a contar, en Roland Garros especialmente”, respondió Nadal, antes de charlar con la presentadora de la Gala, Susana Guasch, y de ver un vídeo con felicitaciones de grandes figuras del deporte y de la cultura que no pudieron estar en la ceremonia.

Legado y ejemplo

La acción ‘Querido Rafa’, con cartas de aficionados, puso el toque más humano a una celebración que terminó sobre las tablas con más fotos, peticiones, saludos, reconocimientos y felicitaciones al mejor deportista español de todos los tiempos, mundial para muchos, como dijo su colega, otra leyenda, en este caso del fútbol, el madridista e internacional con España Raúl González. Porque fue la fiesta de Nadal, pero también la de todos los que se identificaron y se identifican con él. La de aquellos que, como el campeonísimo del tenis y de la vida, se han esforzado por alcanzar sus metas en busca de la excelencia deportiva y humana. Por eso, aunque ya no haga feliz a todo el mundo con una raqueta en la mano, su legado perdurará siempre y dará ejemplo.

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