TENIS | FELICIANO LÓPEZ

Feliciano López: “La gente me aprecia, ese es mi mayor orgullo”

El toledano vive en el Mallorca Championships sus últimos días como tenista profesional y habla en AS de lo que siente ante su retirada al echar la vista atrás.

Mallorca
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En su última semana como tenista profesional, Feliciano López (Toledo, 41 años) atiende a AS en el Mallorca Country Club de Santa Ponça, donde compite en el ATP 250 que dirige Toni Nadal. Antes de colgar la raqueta, repasa su carrera, llena de hitos de longevidad, y no esconde que echará de menos su vida en el circuito. Aunque seguirá vinculado desde los despachos.

¿Cómo se siente en la última semana de su vida como tenista profesional?

Tranquilo y satisfecho. He tenido mucha suerte de haber podido decidir cómo quería hacerlo, porque a veces la retirada de un tenista llega de manera inesperada, por una lesión o cualquier otra cosa. En mi caso, el año pasado lo empecé de manera un poco torcida, porque acabé el anterior muy bien, gané a Rublev en la Copa Davis con 40 años, no podía esperar nada mejor. Y antes de Australia dije, bueno, ¿por qué no voy a seguir jugando este año? Pero cogí la COVID, no pude entrenarme y estuve 10 días encerrado. Me fui allí un viernes para jugar un lunes, perdí y volví con un ranking muy justo. Empecé a jugar los torneos en los que entraba. Pero ya no estaba suficientemente bien preparado para competir al nivel que a mí me gustaba y, aun así, fui a jugar a algunos, porque entraba directo. Y ya por el mes de marzo o abril, noté que a lo mejor eso era una señal, que tenía que plantearme ya jugar lo que pudiera y acabar o tomar una decisión. Entré en Wimbledon y ahí decidí que me iba a tomar un tiempo para pensar y prepararme para jugar unas últimas veces, donde me invitaran y que para mí fueran especiales, y eso es lo que he hecho.

También estará triste…

Me da mucha pena, porque ha sido toda una vida y echaré de menos competir, lo que tenía, porque me encantaba lo que hacía. Primero, me sentía muy afortunado de poder hacer algo que me gusta, trabajar en algo que me encanta, los lugares, la gente que he conocido. Y segundo, la vida en el circuito. Tenía mi propio lugar donde yo me sentía cómodo, mi pequeña casa por el mundo, en diferentes sitios. También es verdad que tengo mi casa, una familia, otras cosas que me llenan muchísimo. Y estoy feliz, pero mentiría si dijera que no echaré de menos el tenis.

¿De su carrera, qué espinas le han quedado clavadas?

Dos muy grandes. Una, la medalla olímpica que se me escapó con David (Ferrer) en Londres (2012). Tuvimos tres match-points para llegar a la final y perdimos ese partido. Al día siguiente estábamos destruidos mentalmente y perdimos también el bronce. Yo creo que hubiera sido un recuerdo imborrable, tanto para él como para mí, de nuestra vida deportiva, de todo lo que hemos compartido desde los diez años. Para mí es una persona muy especial. Fue duro no poder haberlo hecho después de cómo jugamos y de la oportunidad que tuvimos. Perdimos contra Llodra y Tsonga. La otra es Wimbledon, que creo que desaproveché una muy buena ocasión en 2008. Es verdad que hubiera tenido una semifinal muy dura contra Federer. Perdí con Safin en unos cuartos que debería haber ganado. Tenía un récord muy bueno contra él, iba ganando, se paró por la lluvia, volví y me vi ya en semifinales, soñando con grandes cosas. No supe aguantar la presión y perdí.

La verdad es que tenía rivales muy fuertes...

A lo mejor en otra época hubiera tenido una oportunidad más, puede ser. Creo que también jugué muy bien porque me exigieron mucho.

Con Federer y Murray nunca pudo, pero ganó a Nadal…

Tengo muchas victorias contra top-10. Obviamente, no cuentan igual que las de Rafa. Con Federer fue curioso, porque por momentos en algunos de sus partidos, en otros me pasó por encima, pude sacar lo mejor de mí y jugarle tú a tú. Hubo tres o cuatro veces contra él que estuve muy cerca de ganar. Podían haber caído de cualquier lado y no pude. Y Andy ha sido mi peor rival. Un jugador que entiende muy bien mi filosofía de juego, mi estilo, y lo sabe contrarrestar. Es muy inteligente y habilidoso. Yo creo que ha sido el oponente contra el que yo me sentía más incómodo. Y nunca he conseguido sacar lo mejor de mí jugando contra Andy. Solo una vez en el US Open, en un partido durísimo, en el que lo tuve, perdí con un 7-6 en el cuarto set, con un calor infernal y él acalambrándose. Si hubiera ganado esa manga, habría habido un poco de drama, porque él estaba al límite.

Elija su mejor momento.

El partido que le gané a Del Potro en la Davis de Argentina ocupa un lugar especial, pero si tuviera que elegir un momento, ganar individuales y dobles en Queen’s con casi 40 años (en 2019). Y con Andy de pareja, que él volvía de la operación, era su primer torneo. Yo creo que ese quizás sea el logro más significativo. Luego partidos hubo muchos.

Feliciano López, con el redactor de AS, Nacho Albarrán.Quality Sport Images

¿Quiénes han sido sus mejores amigos en el tenis?

Carlos Moyá era mi ídolo de pequeño. Y luego se convirtió en amigo. Me gustaba llevar la ropa que vestía él y siempre le pedía a Nike que me la diera. Coincidió también que cuando yo llegué a Barcelona, él justo hizo final en Australia, su explosión. Albert Costa fue un gran amigo, que luego se convirtió en mi entrenador, como Alberto Berasategui. Corretja también, porque en aquella época, cuando yo era joven, todo se movía en Barcelona. Yo fui ahí y ellos se prestaban mucho a entrenar conmigo. Era diferente, ahora todo el mundo está muy repartido. Éramos vecinos, vivíamos todos en un pueblito a 15 minutos de la ciudad. De mi generación, conviví mucho con Ferrero, que ha sido muy cercano. Marc López es íntimo. Si tuviera que escoger a alguien, quizá sería a él. Rafa (Nadal) también ha estado cerca. Desde que empezó a viajar por el mundo con Toni, nos juntábamos mucho más porque no había tantas distracciones. No existía Netflix. Entonces convivíamos mucho más juntos. Yo me acuerdo de ir a cenar casi todas las noches. Ahí hicimos un grupo muy bonito y una amistad que todavía sigue. Y no me olvido de Fernando (Verdasco), que fue entrenado por mi padre y le conozco desde que era un niño.

“Fue duro no poder ganar la medalla olímpica con Ferrer en Londres”

Espina

¿Cómo ha logrado manejar la longevidad, jugar tanto sin lesionarse demasiado?

Hasta los 30 años no había sufrido prácticamente lesiones, pero sí tenía en la cabeza que era una edad en la cual había visto retirarse a muchos compañeros. Y pensaba, a lo mejor hay que hacer algo distinto si quiero seguir. Y decidí cuidarme un poco más, con la alimentación, y contraté a un fisio privado durante ocho años para viajar. Creo que las dos cosas fueron un acierto. Si quería competir contra gente tan joven, tenía que estar, como mínimo, igual que ellos físicamente. Mi estilo de juego me benefició. Soy un tenista que no hace mucho esfuerzo en los golpes, son bastante naturales, sin un gran desgaste. También me vino bien mi saque, con el que puedo acortar los puntos. Y la inteligencia y la experiencia para desarrollar mi juego. Por eso estuve muy bien en la última fase de mi carrera, porque era mejor tácticamente e incluso, técnicamente.

¿Y cómo lleva la fama y lo de la prensa rosa?

Con naturalidad, porque no me siento ningún personaje de ese mundo. Tuve parejas que pertenecían a él, mi primera novia fue la que me introdujo, pero yo no lo he buscado. El tema es que si pasa algo, se vuelve un problema, porque al final es muy fácil entrar, pero muy difícil salir. A veces me he sentido muy expuesto sin ninguna intención de participar, pero tampoco ha sido algo que me haya afectado, soy de esas personas que se levantan cada mañana y dicen ‘qué suerte tengo’.

Ahora se ha pasado a los despachos, ¿se encuentra bien en ese nuevo rol?

Bueno es una pasión, un trabajo, viniendo de donde vengo, un reto importante. Siendo tenista lo único que piensas es en entrenar, en cuidarte, en ganar, en seguir competitivo otro año más, en que tu carrera no se acabe, etc... y luego de repente pasas al otro lado y dices, joder, y que hago yo aquí ahora. Es un aprendizaje constante, por mucho que sea el mundo del tenis, es una parte totalmente diferente. Yo he tenido la suerte de que en Madrid, cuando yo empecé, mucha gente que trabajaba ahí en diferentes departamentos eran amigos míos, los conocía desde hace muchísimos años, y me han ayudado mucho en ese sentido. Pero es verdad que me he dado cuenta de muchas cosas que cuando era tenista no sabía, porque los tenistas somos egoístas, y eso es así, al final vas viajando por el mundo, pensando que todo tiene que estar perfecto, que te solucionen todos los problemas, no entiendes muchas cosas, y cuando luego trabajas en el otro lado, te das cuenta, por más pequeño que sea el torneo, del esfuerzo tan grande que hace la gente para que todo esté bien. Por un lado, me siento muy contento de haber visto el otro lado también, y me hace también valorar muchas cosas, todo lo que ha pasado durante mi carrera. Creo que por otro es un reto bonito, yo he estado 20 años pegándole a una pelota amarilla, ahora voy a hacer otras cosas para las cuales me tengo que preparar también.

“Ganar individuales y dobles en Queen’s con casi 40 años fue especial”

Lo mejor

¿Cómo lo hará?

Voy a hacer un curso en Harvard seguramente, es la transición del business en el deporte, una cosa que han hecho muchos atletas y exatletas. Cuando fui a la Laver Cup estuve visitando el campus, conocí a la profesora, me gustó mucho, es una idea que tengo en la cabeza y no quiero dejar de hacerla, formarme un poco más para poder desempeñar mejor las cosas que estoy haciendo ahora. Aunque mi rol sea más centrado en el tema jugadores, pero al final siempre toca una parte que yo desconozco y me gustaría estar mejor preparado de lo que estoy hoy. Esa es otra parte interesante, formarme un poco más, seguir aprendiendo, pero me siento muy afortunado de que me ha llegado también en un momento importante, el haber decidido hacer esto hace cuatro años no era fácil, porque yo estaba jugando en el circuito a pleno rendimiento, me sentía bien, estaba a 40 del mundo, y entrar en el torneo de Madrid me quitó un mes y medio de mi calendario, de estar preocupado de otras cosas. Pero creo que fue un acierto muy grande, porque yo creo que a veces prepararte para tu retirada no es fácil, y yo creo que estos cuatro o cinco años me han ayudado mucho también. Tengo también en la cabeza eso, que al final me levanto cada día también y hay días en que obviamente echo mucho de menos el tenis, pero otros días no me da tiempo, tengo otras cosas en cartera, aparte de mi familia, así es mucho más fácil la transición.

¿Con qué se queda de estos 25 años de carrera?

Me siento muy afortunado de cómo la gente del tenis me está devolviendo todo lo que yo he dado, por la ayuda que he recibido últimamente. El cariño que sientes denota que algo bueno has dejado. Independientemente de mis resultados, me aprecian. Y eso, por encima de todo lo que he conseguido en mi carrera, es de lo que más orgulloso estoy. Ahora, cuando más lo necesitaba, me he dado cuenta.

¿Cree que con usted se va como un estilo de juego?

Mi estilo de juego es diferente, sobre todo al prototipo de jugador español, pero diferente también al prototipo de jugador actual, de los últimos casi 15 años. Recuerdo que cuando yo empecé en el circuito, quedaban poquitos jugadores que les gustara sacar y subir, y eran mayores además, casi todos, y no ha llegado ningún jugador desde que yo empecé, joven, que haya seguido con ese estilo, que haya tenido la valentía de hacerlo. Obviamente, por cómo está el circuito hoy en día, las pistas, las bolas, al final eso marca un poco también el camino. Creo que a pesar de eso, la gente tiene que desarrollar un poco más el tenista que lleva dentro y no seguir un camino determinado marcado por el tenis actual. Pero también entiendo que al final es un poco la manera en la que ha jugado todo el mundo, al final te fijas en los buenos, en lo que hacen, e intentas también copiarlos. Antes, cuando tú mirabas arriba, al top-10, veías el que sacaba y subía, el que jugaba al fondo, el loco, el tranquilo, el flaco, el gordo, ¿entiendes? Y decías, a mí me gusta ese estilo, yo quiero jugar como ese tío, no exactamente, pero siempre tenías un espejo en el que mirarte diferente. Ahora tú miras más o menos, y ves diferente matices, pero todos tienen una misma forma de ser y de jugar en la pista. A mí, eso no me gusta. Lo más bonito del tenis y lo que lo hace diferente de todos los deportes es jugar cada vez en una pista diferente, césped, tierra roja, cemento, cubierta. Eso es la esencia. Las diferencias en las superficies, que históricamente han marcado las diferencias de estilos. Y eso se está perdiendo. A mí me da un poco de pena. Igual en 50 años da un vuelco en otro sentido. Pero repito, a mí me gustan las diferencias y los contrastes.

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