Cruyff ya pasó por lo de Aubameyang
En 1977 el jugador holandés y su familia fueron asaltados en su piso de Pedralbes por un delincuente con una escopeta recortada
El lunes 19 de septiembre de 1977, hacia las 21:30, Cruyff estaba tranquilo en casa en su piso de Pedralbes viendo un partido de baloncesto en la tele. La víspera había jugado en San Mamés, de donde el Barça se trajo un empate (0-0). Un positivo, como se decía entonces. Estaba del mejor humor.
Sonó el portero automático. Su mujer, Danny, atendió y resultó ser un mensajero que decía venir con un paquete que le había entregado Rinus Michels en el Princesa Sofía. Danny se lo dijo a Cruyff y este, que sabía que en efecto Michels vivía en el Princesa Sofía, dijo que le dejara subir. Cuando sonó el timbre y el propio Cruyff acudió a la puerta y al abrir se encontró con un tipo alto y malencarado apuntándole con una recortada, no mucho más grande que aquellos pistolones de carga delantera del tiempo de los bandoleros. Fácilmente escamoteable en una gabardina, vaya. Cruyff reaccionó con calma: “¿Quieres dinero? Dime qué quieres.”
El asaltante se hizo conducir al salón, donde compareció Danny, a la que obligó a tenderse en el suelo. Los chicos, pequeños, estaban en su cuarto. Luego forzó a Cruyff a tumbarse de espaldas en el suelo con las pantorrillas sobre el asiento de una silla a cuyo respaldo le ató los pies. Cruyff se quejó de que le dolía y estaba muy incómodo, y el intruso le aflojó algo las ligaduras, movió la silla junto al armario y le colocó un cojín bajo la nuca. En eso: Danny tuvo un arranque salvador; aprovechando esa maniobra, se levantó y salió al descansillo dando gritos. El asaltante entró en pánico, olvidó la recortada y bajó la escalera corriendo. Salieron vecinos de todas las puertas y consiguieron cercarle en el garaje, donde poco después le detuvo la policía. La calle se llenó de coches de la policía, ambulancias, curiosos y pronto periodistas.
El delincuente llevaba 10.000 pesetas encima. En la calle había una furgoneta con un colchón, lo que hizo pensar que la finalidad del asalto pudiera haber sido el secuestro de alguno de los hijos.
Resultó llamarse Carlos González Verburg, de 46 años, un barcelonés hijo de padre gallego y madre holandesa. La familia había residido en Barcelona, de donde se fue huyendo de la Guerra Civil para regresar después huyendo de la Guerra Mundial. Luego él montó su vida en Holanda, pero hacía cuatro meses que había regresado a Galicia, de donde era originario su padre y residía parte de su familia. Atrás quedaba un matrimonio roto, con cuatro hijos. Estaba embotado por el exceso de hierba.
Después viajó a Barcelona para visitar la ciudad de su niñez. Se enteró por los medios deportivos de que Rinus Michels vivía en el Princesa Sofía y concibió entonces el plan. El domicilio de Cruyff lo tenía identificado también por la prensa. El arma que utilizó era un rifle calibre 42, recortado de culata y cañón. Tenía una bala en la recámara y 12 proyectiles más.
Ante el revuelo formado, el miércoles 21 dio una conferencia de prensa, en la que se mostró sereno y dio todos los detalles. El susto había pasado. El domingo jugará contra el Atlético, al que el Barça ganará por 1-0 con gol del propio Cruyff.
La familia se mudó a Aquafreda, evitando en lo posible dar detalles sobre el nuevo lugar de residencia, y gozará durante seis meses de vigilancia policial. Además se compró dos dóberman. Uno de los policías que le protegen le dice que mejor se deshaga de ellos:
-Imagínate si atacan a un intruso.
-Precisamente ésa es la intención.
Con frecuencia se ha especulado con que la ausencia de Cruyff del Mundial-78 tuvo como causa la negativa de Danny a quedarse sola con los niños durante un periodo tan largo. Pero los gemelos Van der Kerkhov publicaron en su autobiografía que ya Danny le había hecho jurar que no volvería a un Mundial cuando en el de Alemania-74 trascendió una juerga con chicas en la piscina del hotel en la que participaron varios seleccionados holandeses, entre ellos Cruyff… con la mala suerte de que se les coló un redactor del Bild Zeitung, nada menos. Tituló: “Cruyff, champán, chicas y un baño fresco”. A saber.
Carlos González lo pasó mal en la cárcel. El hecho de haber asaltado a Cruyff le costó una paliza brutal. Salió en no demasiado tiempo, gracias a fianzas reunidas por su familia gallega. Regresó a Holanda. Murió en 2014, en Rotterdam.