El mal menor de Aleix Espargaró en la victoria de Bagnaia

Qué carrerón el de MotoGP en Silverstone. Se esperaba mucho de este GP de Gran Bretaña, después de tanto tiempo de vacaciones, y no ha decepcionado. Sirva de entrada el dato de que los diez primeros cruzaron la meta en el estrecho margan de seis segundos, con adelantamientos por todas partes, alternativas en el liderato y una lucha por la general que quedó prácticamente como estaba. Y es que el resultado final de Aleix Espargaró, un noveno puesto marcado por la dura caída sufrida el sábado a 186 por hora, fue el mal menor para el de Aprilia gracias a que Fabio Quartararo no aprovechó la ocasión y sólo le dio para ser octavo. Es decir, que la diferecia entre ambos pasa de 21 puntos a 22 con todo por decidir aún con 200 en juego.

El francés hizo una gran salida desde la cuarta plaza de la parrilla y se aupó al segundo puesto, sólo superado por un Zarco que lideraría la prueba hasta la quinta vuelta, momento en el que se fue al suelo cuando tiraba del pelotón con casi medio segundo de ventaja. Error de los que duelen en el alma el del francés. Antes de eso, llegó el punto clave en la carrera de Quartararo. Cumplió su esperada, e injusta, sanción de vuelta larga en la cuarta vuelta, cuando marchaba segundo, y más grave que el segundo que perdió lo fueron las tres posiciones que palmó, porque aprovecharon la ocasión para superarle Miller, Rins y Bagnaia.

Se esperaba a partir de ahí la reacción del campeón, pero no llegó en ningún momento y fue perdiendo posiciones paulatinamente. De hecho, puede dar gracias por haber terminado delante de Aleix, que en un intento desesperado a base de casta en la última vuelta llegó a superarle, pero no pudo consolidar la pasada y el de Yamaha le recuperaba la posición al de Aprilia a la salida de ese mismo viraje.

Mención especial merece la carrera de Rins. La suya fue una de las muchas guerras de guerrilllas que fue la prueba inglesa. El de Suzuki partía undécimo en la parrilla y con un salidón se colocó quinto, con lo que ganó seis posiciones. Seis vueltas después, el catalán se ponía primero y llegaba a alcanzar una ventaja de ocho décimas que le hacía soñar con la escapada en solitario hacia la victoria en un escenario en el que ya venció en 2019. Hubiera estado muy bien verle repetir, pero Bagnaia neutralizó su ventaja para ponerse líder en la duodécima vuelta y casi no soltar más la primera plaza en toda la carrera.

Sólo hubo un instante en el que la Ducati oficial no lideró a partir de ese momento. Fue en la penúltima vuelta, cuando llegó hasta él como un cohete un Maverick que, sin pensárselo dos veces, le pasó algo colado y cedía rápidamente la primera plaza. A Mack le quedaba la última vuelta para intentarlo. La empezó a 82 milésimas de Bagnaia, pero tuvo una ligera colada en la primera curva y ya no fue capaz de merterle la rueda en ningún momento del último giro a su rival. Una pena, porque pudo ganar y se tuvo que conformar con cruzar la meta segundo a 0.426 de la cabeza, pero no está nada mal, sobre todo después de verle caer en la salida de la segunda plaza que ocupaba en la parrilla a la séptima. Supo remar contracorriente y conseguir su segundo podio consecutivo con la Aprilia.

Al que le quedó un mal sabor de boca fue a Mir, que se fue al suelo, y a Martín, que peleó por el podio que cerró Miller, a 0.614 de la cabeza, pero que vio como en la última vuelta le superaba Bastianini, su rival por ocupar el hueco que aún hay libre en el box oficial Ducati junto a un Bagnaia que ya suma cuatro victorias este año y que se sitúa tercero de la general a 49 puntos del liderato de un Quartararo que, dados los problemas físicos de Aleix en el calcáneo del pie derecho que le tienen cojo, perdió una oportunidad de oro. Bravo por Aleix, por el esfuerzo y por seguir vivo en la lucha por el título.