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Max Payne 2

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Max Payne 2 - Capítulo V

Tras su primera aventura, Max Payne dejó la DEA y volvió al departamento de policía de Nueva York como detective de homicidios.Una noche, mientras patrulla, capta un aviso sobre un tiroteo en un almacén, un almacén que sabe que pertenece a Vladimir Lem, el traficante de armas que conoció hace poco. Como no podía ser de otra manera, Max va hacia allí y...

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Mona era la única que podría desactivar la bomba de Gognitti. Era capaz de matarlo, pero era vital intentarlo para intentar averiguar el paradero de Vlad. Sin embargo, parecía que mi ahora enemigo público número 1 ya nos estaba esperando. Mona estaba fuera, contemplando la escena. Finalmente la casa explotó y, desesperada, se lanzó a su interior para intentar encontrarme.

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Abrió la puerta y pasó entre las llamas. Bajó las escaleras y saltó por el agujero. Luego torció a la derecha y saltó un obstáculo para dejarse caer más tarde por donde la pared había cedido. Antes de hacerlo disparó a los barriles explosivos para evitar sorpresas.

Max Payne II

Desde allí se metió en un boquete que había en la pared y pudo pasar hasta otro pasillo, cuya pared izquierda se derrumbó. Una de las vigas caídas permitía subir hasta una estructura cercana para poderse dejar caer al otro lado de las llamas.

Al bajar, uno de los muñecos salió ardiendo por una puerta. Y por allí es por donde Mona se dirigió. Al llegar al depósito, este se desprendió y empezó a rodar, forzando a Mona a quedarse en un lado de la sala para no ser aplastada.

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Solo había un camino a seguir: saltar sobre las llamas. Allí al menos pudo activar el sistema antiincendios y sofocar el fuego para poder seguir adelante hasta los generadores. Éstos debían ser desactivados. La maneras de hacerlo era pasar por la puerta de la izquierda hasta el fondo y apagar los generadores en el panel.

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Luego pudo subir por la escalera metálica. Arriba pudo ver lo que quedaba de Gognitti. Con la esperanza cada vez más mermada de encontrarme con vida, Mona subió al piso superior, hasta su casa, y allí me encontró, sin pulso ni respiración, con un disparo en la cabeza y tirado en un charco de sangre.