GOLF | US OPEN

Wyndham Clark se hace un nombre en el Paseo de la Fama

El estadounidense se impone insospechadamente en el US Open de Los Ángeles con -10, conteniendo a McIlroy, Fowler y Scheffler.

ERIK S. LESSEREFE

Wyndham Clark, el golfista con nombre de resort, ya tiene su primer grande. Conquistó este domingo el 123º US Open, el segundo de la historia en Los Ángeles, con Los Angeles Country Club como sucesor de Riviera 75 años después. La suya es una historia de redención, estuvo cerca de abandonar el golf hace no mucho, antes de que el pasado mayo llegara su primera victoria en seis años como profesional, en el Wells Fargo, y su triunfo, que abrochó con el par para -10 el último día, el más insospechado antes de que comenzara la última vuelta, una prueba más de que en esto puede ganar cualquiera que se pone en el tee un jueves.

Tampoco es que el bueno de Wyndham sea un cualquiera, pero hasta ahora estaba encuadrado en la clase media del circuito. Su tope en los majors era el 75º puesto en el PGA de 2021. Nunca había pasado un corte en el US Open. Los últimos cuatro días ha dado una lección de ball striking, segundo mejor del torneo de tee a green, y pateando, segundo en golpes ganados en los greenes, el mejor en el rango de menos de tres metros. De aquí a septiembre estará en la conversación de la Ryder Cup. Se lo ha ganado.

Sus últimos 18 hoyos tienen además un valor especial por lo que consiguió contener: los esfuerzos de algunos de los mejores del panorama. En primer lugar a Rickie Fowler, su compañero en el partido estelar, 62 el primer día en la mejor vuelta de la historia del torneo, después igualada por Schauffele y Fleetwood, que perdió fuelle pronto con tres bogeys en los siete primeros. Le perdió lo que le había ganado el liderato los tres primeros días, el putter: fue el 51º de la jornada en esa estadística. Otros dos bogeys por los nueve segundos sentenciaron evitaron el triunfo más deseado, el primer grande de un favorito de la afición que vuelve por sus fueros tras reestructurar el swing. Acabó sexto, con +5 este domingo y -5 en el total.

La otra historia que todo el mundo quería presenciar, y ya van nueve años así, era la de Rory McIlroy haciéndole hueco a un quinto major en sus vitrinas. Pero Rory añadió un episodio descorazonador más a su sequía, segundo al final con par para -9. Fue casi un déjà vú. Como en el British Open del año pasado, los putts no entraron en el día crucial, pese a que se fabricó oportunidades de birdie. Rascó uno de salida e hiló hasta 13 pares hasta que en el 14, el último par 5 del día, le cayó el bogey que fue su certificado de defunción.

Por detrás lo intentó sin llegar a inquietar nunca mucho a Clark Scottie Scheffler, que cerró los nueve primeros al par, birdie y bogey, y se alejó demasiado con dos fallos seguidos en el 11 y el 12. Cuando arrancó, birdies en el 13 y el 16, ya era tarde, pero le dio para sumar su octavo top-10 en 15 apariciones en torneos del Grand Slam. El australiano Cameron Smith, vigente campeón de la Jarra de la Clarete, vuelve a apuntar alto, -3 para -6 y la cuarta plaza, en el mejor movimiento de los últimos partidos de este US Open, a un mes de que el British ponga fin al tramo más estimulante de la temporada con permiso de la Ryder.

“Sentía que mi madre estaba observándome”

“Sentía que mi madre (ya fallecida, de la que siempre ha dicho que es su gran motor) estaba observándome. Siento que he trabajado mucho para esto, lo he visualizado. Pensaba que era mi momento y estoy agradecido”, dijo Clark sobre el green del 18 de LACC, sede que no ha terminado de cuajar. El reparto de entradas, con tres cuartas partes de las disponibles por día reservadas para compromisos de la organización y los socios del club, lo que ha despojado a la cita de su característico ambiente agitado, con el público muy cerca de la acción, no ha gustado a jugadores ni a aficionados. Como pronto el Open no regresará a la ciudad hasta 2039, cuando tienen firmado un acuerdo con este mismo club de campo.

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