Opinión

Un Masters sin estrellas

Si hay que renunciar a alguno, este Masters 1.000 tiene todas las papeletas...

Toby Melville
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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El Masters 1.000 de Canadá, que este año celebra el torneo masculino en Toronto, avanza de puntillas desde el pasado domingo. Se veía venir desde la previa. Las bajas han vuelto a golpear con fuerza al cuadro final. Las tres principales raquetas mundiales, por palmarés y por carisma, han renunciado a su participación: Jannik Sinner, Carlos Alcaraz y Novak Djokovic. Si sumamos a Jack Draper, resulta que cuatro de los seis primeros del escalafón ATP se han quedado en casa. No es la primera vez que el Masters canadiense sufre ausencias tan notables. De hecho, ya viene siendo una constante. Alcaraz se ha bajado por segundo año consecutivo. Y Djokovic lleva sin comparecer desde 2018.

Su ubicación en el calendario no es precisamente la mejor. Canadá abre la gira norteamericana que desemboca en el US Open, con el Masters 1.000 de Cincinnati a mitad de recorrido. Entre el inicio del primero y la final del último va casi un mes y medio. Demasiada intensidad. Y más si tenemos en cuenta que solo dos semanas antes, Sinner y Alcaraz estaban disputando la final de Wimbledon. El torneo de Toronto está demasiado cerca de la gira de hierba, que a su vez empalma con la gira de tierra batida. Encima, con cambio de continente. Si hay que renunciar a alguno, este Masters 1.000 tiene todas las papeletas. Para preparar el último Grand Slam de la temporada, es mejor Cincinnati. Con más descanso. Y más próximo al objetivo de Nueva York. Si estas razones no fueran suficientes, Canadá también ha ampliado su cuadro y sus fechas, como la mayoría de los Masters. Solo Montecarlo y París-Bercy se resisten a hacerlo y permanecen en su semana original. Más días de competición equivalen a más ingresos. Vale. Pero también, como vemos, pueden tener efectos contraproducentes. A veces se muere de éxito.

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