Sam Burns reina en la defunción del Mundial Match Play
El estadounidense somete a Scheffler, vigente campeón, en semifinales y después a Cam Young para ganar la última edición del torneo.
Fue la final soñada, pero por el tercer puesto. Tanto Scottie Scheffler, vigente campeón y número uno del mundo, como Rory McIlroy, que este lunes ascenderá a la segunda plaza a costa de Jon Rahm, cayeron este domingo en semifinales del Mundial Match Play, que encontró en el estadounidense Sam Burns, verdugo primero de Scheffler y después de Cameron Young (6&5) en el partido por el título, a su último campeón, anunciado ya que la cita del Austin Country Club (Texas, EE UU), no formará parte del calendario del PGA en 2024.
Si bien es cierto que este es un producto difícil de vender a patrocinadores y televisiones, un torneo en el que lo normal es que el domingo haya menos figuras en el campo que el miércoles, no lo es menos que su singularidad, como único evento regular de la temporada que se juega con formato de enfrentamientos directos, el mismo que el de la Ryder Cup, ofrece cotas de emoción que se echarán de menos.
También un nivel de golf que, una vez más por el propio formato, es complicado de sostener en otros certámenes. El match play desnuda al golfista, le obliga a ser agresivo como ningún otro hábitat, a ir siempre a por la bandera salvo que medie de salida un error del rival. Y así, duelos como los de este domingo acaban convertidos casi en combates de boxeo. Ahora pego yo, ahora tú. Tanto el que midió a McIlroy con Young como el que enfrentó a Scheffler con Burns se decidieron a los puntos, incapaz ninguno de noquear en los 18 primeros hoyos.
Scheffler y Burns extendieron la refriega otros tres más; a Young le bastó con el primer agujero extra para tumbar a su rival norirlandés, la boya a la que Europa puede asirse ante el naufragio de su golf esta semana, que después se impondría en el partido por la tercera plaza (2&1).
No hubo opción para Young ante Burns en la gran final, que ponía frente a frente al neoyorquino, un golfista sin fisuras que va larguísimo desde el tee y acredita un notable juego corto, y al de Luisiana, sobre todo un excelso pateador, autor de varios ‘puros’ a lo largo de estos cinco días. Y eso, en cualquier contexto golfístico, pero más en el del match play, es un arma letal. Apretó de salida Young, uno arriba tras cuatro hoyos, pero los dioses de este deporte eligieron acompañar a su rival a partir de entonces. Ocho birdies entre el 4 y el 13 y siete hoyos ganados. El partido no pasó de ahí. Jaque mate.
Es la quinta victoria en el PGA de Burns y una buena noticia para el equipo Ryder de Estados Unidos, que tiene en él un potencial integrante tras una primera experiencia por equipos, la de la Presidents del año pasado, tres derrotas y dos empates, un tanto decepcionante. Como lo es la pérdida de un torneo que, aunque sea lavado de cara mediante (en ese sentido se contempla la posibilidad de trasladarlo a Wentworth, casa del Campeonato Europeo de la PGA), ojalá vuelva a estar pronto en la agenda.