OLIMPISMO | PARÍS 2024

Tambores de boicot

El presidente Volodimir Zelenski llama a los países a no participar en París 2024 frente a la idea del COI de reintegrar a rusos y bielorrusos sin sus símbolos.

DEPARTMENT FOR CULTURE, MEDIA &via REUTERS

Las aguas olímpicas, a menos de año y medio para los Juegos de París 2024 (26 julio-11 agosto), andan muy revueltas. Suenan tambores de boicot desde Ucrania si se permite la participación de Rusia y Bielorrusia. Y al son que marca un combativo Volodimir Zelenski, se hacen eco otros países y voces relevantes.

El Comité Olímpico Internacional quiere a Rusia (quinta en el medallero de Tokio 2020 con 71 medallas) en París. Hace dos semanas, y tras escuchar al heterogéneo y un tanto indefinido “mundo olímpico” (federaciones internacionales, sus miembros o comités olímpicos nacionales que no es lo mismo que gobiernos de los países...) Thomas Bach proclamó que se permitiría la participación de deportistas que no hubiesen apoyado de forma explícita la invasión a Ucrania. Lo harían como atletas neutrales, sin bandera ni himno, igual que ocurrió en Pyeongchang 2018, Tokio 2020 y Pekín 2022 porque estaban castigados por las trampas de dopaje de Estado que se llevaron a cabo con la aquiescencia del presidente Vladimir Putin, como probó la Agencia Mundial Antidopaje.

“Los deportistas no pueden ser castigados por lo que hacen sus gobiernos”, proclama el presidente Bach. En febrero del año pasado, recomendó sin embargo, a las federaciones internacionales vetar a rusos y bielorrusos para “proteger la integridad” y seguridad de los participantes. Superada esa fase, el COI ha ideado un plan para evitar que los rusos lleguen a París vía clasificatorios en Europa (el camino natural, pero también donde hay mayor oposición) y hacerles competir en Asia, donde el indio Randhir Singh, presidente del Comité Olímpico Asiático, ha dado luz verde.

Thomas Bach, estos días en los Mundiales de Esquí en Francia. picture allianceGetty

Pero Zelenski no está dispuesto a permitirlo. “Si los Juegos van de matar y lanzar misiles, ya sabemos qué país dominará el medallero”, les dijo por videoconferencia a representantes del área de deporte de más de 50 gobiernos reunidos el pasado viernes por iniciativa de Reino Unido, uno de sus más potentes apoyos. “El COI necesita una honestidad que ha perdido”, siguió reclamando y pidió que no se blanquee a Rusia bajo “una pretendida neutralidad”. En esa reunión había países como Polonia, Letonia, Estonia, Dinamarca, Suecia, Noruega o Islandia proclives a secundar el boicot. España estuvo representada por un alto cargo del Consejo Superior de Deportes. Desde el CSD, explican que “las decisiones de política exterior de España se toman en el marco de la Unión Europea” y recalcan que la posición es de “apoyo inequívoco y rotundo al pueblo ucraniano”. La candidatura al Mundial 2030 de fútbol va de la mano de Portugal y Ucrania. Mientras, el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, se alinea con el COI: “No ganamos nada si no participan los rusos; el movimiento olímpico está por encima”.

Estados Unidos, de momento, se mueve con prudencia y su presidente, Joe Biden, dice que aceptaría participación rusa “si queda absolutamente claro que no representan al estado”. Otras personalidades como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, no quiere ver rusos: “Me parecería indecente que un país desfilara como si nada mientras caen bombas en Ucrania”. El reloj corre. Federaciones como World Ahtletics van abriendo la mano a atletas como neutrales. La IBA (Federación Internacional de Boxeo), dirigida por el ruso Umar Kremlev, sí permitirá a rusos y bielorrusos competir con su bandera en los Mundiales, por lo que países como Estados Unidos, Canadá, Suecia o Irlanda no tienen pensado participar. Son piedras en el camino de la diplomacia.

“No corresponde a los gobiernos decidir quién puede participar en las competiciones. Sería el fin de los Juegos y otros campeonatos”, insiste Bach. Independencia olímpica frente a política internacional con una cruenta guerra de por medio. Difícil equilibrio con París a las puertas.

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