Puente Madrid-París
Yulen Pereira, Lucía Martín-Portugués, Araceli Navarro y Carlos Llavador hablan con AS sobre el ilusionante momento de la esgrima española.
Un dominó, una reacción en cadena, una onda que se expande. 2023 ha arrancado con fuegos artificiales para la esgrima española. Mientras Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, 32 años) se colgaba el oro en el Grand Prix de Túnez, este enero, Carlos Llavador (Madrid, 30 años) se subía al podio de la Copa del Mundo de París. Todo ello, tras un 2022 en el que Lucía conoció todos los cajones del circuito internacional y Araceli Navarro (Madrid, 33 años), en julio, se colgó el bronce en el Mundial de El Cairo. “Yo veo que Llava (Llavador) puede, Lu (Lucía) ve que puedo yo... Uno consigue una medalla y anima a los otros, que se retroalimentan. El tercero va picao… y también la saca. La primera es el detonante. Ves que uno puede hacerlo y el resto se crece”, explica Yulen Pereira (Madrid, 27 años) a este periódico. Con su paso por Supervivientes ya a lo lejos y recuperándose de un esguince, espera sumarse pronto a la lista de alegrías, con denominación de origen: Madrid, la mayor mina (y casi única) de metales para la esgrima nacional.
Los cuatro coinciden en el análisis. Llavador, con el Grand Prix de Turín como próxima parada, lo explica con orgullo: “Madrid es la comunidad con más clubes, con diferencia. Además, también están los más grandes y existe inversión económica”, analiza. En total, según datos facilitados por la Federación Madrileña de Esgrima (FME), el número de clubes federados asciende a 30, con 1.400 licencias tramitadas, cerca del 30% sobre el total nacional. “Aunque sea un deporte individual, hace falta un colectivo para practicarlo. La FME, además, tiene un programa importante. Los esgrimistas jóvenes tienen que entrenar conjuntamente una vez a la semana”, detalla Martín-Portugués. “Somos una pequeña familia y nos apoyamos los unos a los otros, nos motivamos”, resume Yulen.
Hasta el momento, la estructura que les rodeaba se erigía sobre arenas movedizas. Existía, pero las raíces no sabían donde agarrarse, con proyectos cambiantes sin una dirección concreta. “No estábamos en ADO, no estábamos en nada. ¿Qué hacemos? ¿Tampoco puedes trabajar? Hay muchas cosas que la gente no sabe. La gente ve un escaparate y no sabe qué hay detrás. Y es duro”, denunciaba Yulen, hace escasos meses, en este periódico. Las cosas han cambiado. A nivel económico y de mentalidad. Los nuevos programas Team España, aprobados en octubre por el Consejo de Ministros, ya son una realidad. En la esgrima, concretamente, durante los últimos años, coincidiendo con la llegada a la presidencia de José Luis Abajo, Pirri, la estabilidad también ha aumentado. “No conseguíamos que hubiera un proyecto firme para nosotras. Siempre nos iban metiendo en cosas, pero no había un proyecto como tal”, explica Lucía. “No podíamos tener la constancia de ahora, pese a conseguir medallas igualmente, porque ahora tenemos el programa, un entrenador fijo... Está todo diseñado al milímetro para poder llegar a lo que estamos consiguiendo ahora”, completa Araceli.
La unión hace la fuerza
Luci y Ara, como Yulen les llama de forma cariñosa, se reconocen mirándose la una a la otra. Dentro de las particularidades, han seguido caminos paralelos. Ambas impresionaron en categorías inferiores (”se ha olvidado un poco que en júnior ya éramos bastante fuertes. Parece que sólo estamos tocando metal ahora, pero no”, reclaman con razón), necesitaron adaptarse a la vida (deportiva) adulta y, en el momento justo, parecen haber explotado definitivamente. “En el paso de júnior a sénior, en nuestro deporte, hay una gran cambio en cuanto a profesionalización. Te tiras unos años en los que no te enteras muy bien de cómo funciona todo”, contextualiza Martín-Portugués. “Ahora, lo bueno es que existe la categoría sub-23, y eso se nota. Y las que ahora van a esas competiciones... ¡ya ganan!”, se suma Araceli, ensalzando las futuras generaciones.
El futuro empieza a hacerse presente, como unos Juegos Olímpicos que, en este ciclo más corto (París 2024), ya casi se pueden tocar. La clasificación por equipos es el horizonte ideal tanto en categoría masculina como femenina. “La clasificación merece mucho más la pena por quipos que individualmente. Crear una familia, crear una unión, un equipo fuerte hace que todos tengamos la misma mentalidad de ganar. La unión, como dicen, hace la fuerza. En nuestro deporte, es algo que se ve mucho”, destaca Yulen, pasándole el testigo a Ara. “Tenemos todos ese objetivo en común y estamos luchando por ello. Estamos todas muy concentradas en formar un buen equipo, en ayudarnos las unas a las otras. Queremos ir todas juntas y, una vez allí, conseguir la medalla. Vamos a ir a por todas”, cierra con fuerza desde Kazajistán, en una concentración previa a la Copa del Mundo de Taskent. A París se llega por Madrid.