NATACIÓN (EUROPEO) | JÚLIA PUJADES

Pujades y su problema de anorexia: “Pensé que cuanto más delgada, más rápido nadaría”

Júlia Pujades participará en el Europeo de Roma después de superar una anorexia en plena pandemia. “Mi miedo no era perderme competiciones, sino engordar”, dijo la nadadora a AS.

Desde que era una adolescente, Júlia Pujades (Barcelona, 2002) aparecía con fuerza en los Campeonatos de España de Natación. Sus grandes marcas, especialmente en los 200 mariposa, la convertían en una de las nadadoras a seguir en el futuro. Becada en el CAR de Sant Cugat, peleó por la mínima olímpica para los Juegos de Tokio hasta que explotó la pandemia. Antes, presionada por tener “dos kilos de más”, empezó a obsesionarse con la comida hasta que desarrolló una anorexia. Sus padres se percataron del problema. Pujades inició un proceso de recuperación, arropada por sus compañeros del CN Sant Andreu, que la ha llevado a la normalidad después de muchos padecimientos. “Una psicóloga me hizo ver que me estaba jugando la vida”. Pujades debutará en el Europeo de Roma después de superar sus demonios. “La gente debe estar a gusto con su cuerpo”, reflexiona.

-Esta será el primer campeonato internacional absoluto para usted. ¿Qué le pasó durante la pandemia?

-De pequeña me gustaba mi cuerpo, no le daba importancia, me gustaba que me dijeran que estaba fibrada. Cuando empecé a ver los cambios en mi cuerpo ya estaba menos a gusto, pero seguía sin darle importancia. En un momento de crecimiento me dijeron que para nadar más rápido debía adelgazar dos kilos. No estaba gorda, pero me empecé a obsesionar.

-¿Obsesionarse fue comer menos?

-Sí. Cuanto más delgada estuviera, más rápida sería. Eso es lo que interioricé. Por eso mismo, empecé todo tipo de dietas y a realizar ejercicio extra para conseguir quedarme en mi peso. Creía que estaba bien, y justo fue cuando nos encerraron en casa por la pandemia.

-Un escenario complejo sin la rutina diaria...

-Mi único miedo no era saber cuando podría nadar o si se suspenderían las competiciones. Mi objetivo era no engordar. Me confiné en Lliçar de Vall en una casa muy grande donde tenía opciones de hacer deporte. Hacía mucho deporte y comía poco, solo quería adelgazar para estar lo más en forma posible.

-¿Cuál era su objetivo deportivo?

-El objetivo era conseguir la mínima para los Juegos de Tokio. Estaba difícil conseguir el tiempo FINA A, pero sí podía estar entre las cuatro mejores para ganarme un puesto en el relevo.

-¿Cuándo se dio cuenta de que estaba obsesionada con no comer y que tenía un problema?

-No me di cuenta. Mis padres empezaron a preocuparse de verdad. Yo no fui consciente. Mi padre me obligó a ponerme en la báscula, yo les estaba mintiendo con el peso. En ese momento es cuando sentí que estaba perdiendo el control. Colgaba muchas cosas en las redes y la gente me decía ‘te estás adelgazando’, pero a mí me gustaba que me lo dijeran. Mis padres pusieron remedio.

-¿Siempre se ha obsesionado con las redes?

-Sí, bastante, y sobre todo me preocupaba mi aspecto físico. Ahora, he aprendido a controlarlo. Era mi día a día, que me llevaba a eso. Antes estudiaba dos asignaturas y estaba pendiente todo el día de las redes, no tenía más.

-¿Qué edad tenía en ese proceso?

-Entre 17 y 19 años.

-¿Qué hizo para ponerle remedio o en qué le ayudaron sus padres?

-Tenía una cosa clara, no quería volver al CAR, era el núcleo del problema en mi caso. Los tres meses siguientes fueron duros. Sabía que me debía recuperar, pero estaba en plena enfermedad. Sola no pude afrontarlo. Probé con dos psicólogos que me perjudicaron más que me ayudaron. Encontré una psicóloga, Caterina, que me hizo ser consciente de que me jugaba la vida. No me sentía de verdad enferma. Me estaba haciendo daño y no era consciente, eso es lo que me hizo ver.

-¿Cuál era la especialidad de esa psicóloga?

-Estaba especializada en problemas o trastornos alimentarios.

-¿Cuánto adelgazó?

-No me gustaría dar detalles.

-¿Por qué considera que el CAR era un problema para usted?

-Alargué mucho mi estancia allí. Quería ir al CN Sant Andreu desde hacía muchos años. Estoy agradecida de la experiencia, de la beca, hice un cambio grande y eso es lo que ha hecho posible ser quien soy. Pero quizás estar en el CAR, tener un nutricionista, un preparador físico constantemente me hizo obsesionarme más de lo que me tocaba. Luego, el último año dormía allí y nadie tenía un control tan exhaustivo sobre mí; además, hay alguna experiencia con el equipo nacional donde había conversaciones en las que me decían que tenía talento pero hasta que no bajara kilos no podría nadar más rápido. Me hicieron daño.

-¿Y qué se encontró con el cambio de aires?

-Cambiar de club fue lo que me ayudó de verdad a recuperarme gracias a todo el CN Sant Andreu. Ese proceso fue duro porque fui a vivir sola, mis padres estaban atemorizados y yo también. Estaba sola frente a la comida. Pero me ayudó mi amigo Lluís, a él no podía engañarlo. Me ayudó a normalizar las comidas, le quitaba importancia, además la psicóloga me dijo que si perdía peso me prohibiría nadar. Lo importante era recuperarme y conseguí normalizarlo.

-¿Qué consejo le daría a las jóvenes que pasan por problemas como el suyo?

-Les diría que no están solas, le pasa a mucha gente. No lo debemos normalizar, hay que hablarlo. Se habla de hacer muchas dietas y también debe hablarse de que cada cuerpo es diferente. Las redes sociales hacen daño. La gente debe estar a gusto con su cuerpo.

-Su nombre lleva años sonando con fuerza pero es ahora a los 20 años cuando le llega la primera gran competición. ¿Se sintió presionada o con unas expectativas muy altas?

-Tuve la suerte de que en edad júnior me clasifiqué para todas las grandes competiciones. Cuando eres absoluto no te cuidan tanto. Pasas de unas marcas buenas a ser una más. Era campeona júnior y me tenían en cuenta, pero soy quinta de España y no. A no ser que haga marcas increíbles, pasas a ser una más.

-¿Los Juegos de París son una quimera?

-Sería idílico y es mi sueño, pero estos años me han ayudado a situarme. Ir a unos Juegos es un sueño, pero hay vida más allá de eso. Seguiré intentando mejorar, con los pies al suelo.

-¿Con qué objetivos va al Europeo?

-Mis objetivos son disfrutar de todos los días de la competición. Hasta el día 16 no nado, pero me gustaría estar pendiente de mis compañeras. Que me ilusionen a mí, que me motiven para el día 16. Quiero nadar a tope todas las veces. En las eliminatorias intentaré pasar a semifinales y luego a la final, sería maravilloso.

-Nadará los 200 mariposa, la prueba que coronó a Mireia Belmonte como campeona olímpica. ¿Por qué esta prueba es una de las difíciles?

-Es una prueba que he nadado siempre en todas las competiciones. Todo el mundo le tiene miedo. Todos los 200 son duros, el hecho de que sea la mariposa no le añade más dificultad. Necesitas tener fuerza y resistencia. Nada más que no requiera otro 200. En efecto es una prueba de mucha intensidad.

-¿Cómo inició usted su camino en la natación?

-Una historia habitual. Mis padres me apuntaron a dar clases de natación. Me gustaba, me sentía a gusto hasta que me proponen nadar en competiciones. Vi que tenía un plus más que el resto y la adrenalina de ganar gusta. Me gusta entrenar, no me ha supuesto un esfuerzo. Con 13 años me dieron una beca en el CAR de Sant Cugat y estuve seis años. Luego llegó toda la historia...

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