Magic Martínez, el adiós del mejor jockey español del Siglo XXI
“Ser jockey me regaló una vida emocionante”. A los 52 años se retira tras más de 1.200 carreras ganadas, 9 estadísticas, Medalla al Mérito Deportivo…
José Luis Martínez Tejera (10 de septiembre de 1970, Madrid), el mejor jockey español del Siglo XXI y uno de los grandes de la Historia, se retiró el pasado sábado. Más de 1.200 carreras ganadas, 9 estadísticas, todos los grandes premios… En esta entrevista repasa su trayectoria: gustos, manías…. Lo bueno y lo tan bueno, cuando vivió una semana en un albergue en Pisa o recibió la llamada de un ministro para premiarle. “El caballo está por encima de todo”, resume quien todo logró encima de un caballo. Y se despide: “Gracias a todos”.
-Exjockey. La palabra suena mal…
-Sí. Lo es porque he dejado de montar, pero no puedo decirlo en el sentido de que todavía tengo la licencia de jockey hasta el 31 de diciembre…. La tuve que renovar para poder montar a Rodaballo en Dubái.
-¿Recuerda su primer día en el hipódromo?
-Claro. Me llevó mi abuelo Pepe. Yo tenía 13 años, había visto en TVE 1 un anuncio de la Escuela de Aprendices del hipódromo de La Zarzuela y me dije: ‘Quiero ser jockey’. Y me llevó.
-La primera cuadra en la que entró…
-Con el preparador Isidoro Gómez.
-Primer consejo que recibió...
-De Antonio Medina, el padre del jockey Cristo Medina. Antonio era el segundo de la Escuela de Aprendices. Estaban Emilio Ceca de profesor y él. Antonio me enseñó mucho. Cuando en la Escuela se terminaba a los aprendices nos asignaban ir a la cuadra de un preparador. A mí me había tocado uno (no lo dice) y Antonio me dijo: ‘Tú quieres montar en carreras. Pues entonces vete con Isidoro’. Y allí fui, aunque no era el preparador que, en un principio, me habían asignado. Siempre le estaré agradecido al Señor Antonio, como le llamaba.
-El consejo más válido que escuchó en su etapa de jockey…
-Ser honesto contigo mismo y con la profesión.
-Primer caballo al que se subió…
-Ripa, una yegua de la Escuela de Aprendices.
-Caballo con el que debutó…
-Villaviciosa, de la cuadra Ovetense, con Isidoro Gómez. Yo tenía 16 años.
-Primera victoria.
-Con Jávea, en Pineda. Me estoy dando cuenta que todo eran yeguas (risas)…
-¿Con qué soñaba aquel José Luis Martínez adolescente?
-Mi ilusión era ser deportista. Me encantaban los deportes.
-¿Imaginaba que ganaría nueve estadísticas, todos los grandes premios, que sus logros le elevasen al podio de los mejores jockeys españoles de la historia?
-No. Nunca he sido una persona de tener grandes sueños.
-¿Qué hacía usted para que le reconociesen como el más inteligente en carrera?
-Trabajarlo. Siempre me ha gustado conocer a mis rivales y estudiar la táctica y la técnica. La técnica la ponemos los jockeys y la táctica es la que creas junto al entrenador. Me ha servido mucho conocer las cualidades y defectos de los caballos, como la de las personas con las que competía.
-¿En qué se piensa dentro de una carrera?
-Es un pensamiento ágil e instantáneo. Cada metro vas pensando en el siguiente metro. En carrera no puedes estar esperando a ver qué pasa. Tienes que estar actuando constantemente con la suficiente calma y las pulsaciones lo más bajas posible para poder pensar con claridad.
-¿Qué es lo más raro que ha llegado a pensar en carrera?
-¿Se puede decir de todo? Jaja…. No lo sé, no recuerdo. Siempre he tenido una concentración grande en carrera. Me sucedía que, en los peores momentos de mi vida personal, en carreras era el único momento en el que me liberaba. ¿Por qué? Porque estaba en el mejor momento en el que puede estar un ser humano, en el presente, no estaba ni en el pasado ni en el futuro. Eso lo trabajé mucho. En deporte, cuando estás mal compites mal. A mí me pasaba lo contrario. Cuando era muy feliz era cuando peor montaba. Al contrario, recuerdo un caso extremo, que fue la muerte de nuestro querido José Carlos Fernández. Yo iba en el coche para San Sebastián cuando me llamaron y me dieron la mala noticia. Horas antes habíamos hablado de todo, se iba Celtic Rock de la cuadra… de todo. Montaba cuatro carreras. Gané tres y un segundo.
-Un truco a la hora de montar…
-No hay truco posible. Puedes engañar a tus compañeros, pero jamás puedes engañar a un caballo.
-¿Látigo largo o látigo corto?
-Corto, siempre.
-¿Estribo largo o corto?
-Largo, siempre.
-La mejor postura para arrear es...
-Adaptarte al animal. Independientemente de la posición estética. La estética nada tiene que ver con montar bien o mal, es adaptarte.
-De ahí lo del estribo largo….
-Sí, porque te acoplas mejor. Mira, un truco que yo usaba, que no era truco, ni ninguna ventaja ni nada, era montar con monturas americanas o europeas. A un caballo pequeño y fuerte le montaba con montura americana, que son las que tienen un faldoncillo corto, porque sé que se ajustan mejor a él y eso me permitía adaptarme mejor al caballo. Al contrario, a un caballo fondista, con cuello largo, de estructura larga, le ponía montura europea, que es más larga, de faldoncillo largo y se adapta mejor al animal.
-¿Se monta con las piernas?
-Mucho, si bien es cierto que excederte en su uso es malo. Si te mueves mucho encima del caballo, ese peso, que eres tú, le va descompensando en su galope. No hay que moverse mucho encima del caballo.
-¿Usted es de los que le cambia la mano al caballo con las piernas o con las manos?
-Prefiero con las piernas. Cuanto menos le toque la boca… Para mí, la boca de un caballo es lo más delicado. Comparo la boca del caballo con las manos de las personas, ahí se siente todo.
-La mayor virtud de un caballo.
-Como en una persona, que dé todo, que tenga un gran corazón. El corazón es el que limita al animal. Luego, lo que más valoro es su voluntad.
-El mayor defecto...
-No le veo defectos a un caballo de carreras. De verdad. Creo que es un animal tan bien hecho, tan bien estructurado, que no encuentro otro en la tierra que tenga tantas cualidades.
-Usted sabe si un caballo va a ser bueno o malo cuando ve…
-Pie a tierra paso tiempo con ellos para darles esa tranquilidad que necesitas luego cuando te subes a él. No le puedes dar confianza sólo cuando estás encima, la confianza se tiene que trabajar a tierra. Si, a tierra, me dice que tiene carácter pausado, esa confianza en sí mismo y luego cuando me subo veo que además tiene cualidades, capacidad de esfuerzo y buena cabeza….
-¡Cuántas veces se echa mano a la coletilla ‘ese caballo tiene mala cabeza!
-Pues la mayoría de las veces se la hemos hecho nosotros, el ser humano.
-Ordene de mayor a menor en importancia: ganar la estadística, el GP de Madrid, la Copa de Oro, Medalla de Bronce al Mérito Deportivo.
-Uff, seguramente la Copa de Oro, porque sin ella no hubiese llegado la medalla al Mérito Deportivo. Y luego, el GP de Madrid y estadísticas. Eso, a nivel personal, en mi caso. A nivel general, sin duda, la Medalla al Mérito Deportivo, porque es el culmen a tu trabajo, a tu carrera, un premio no por ser el mejor en un momento dado.
-Como jockey, ¿GP de Madrid o Copa de Oro?
-Copa de Oro. San Sebastián, su idiosincrasia, las fechas que son con la ciudad en fiesta, es el día grande de la Semana Grande y es una carrera que perdura en el tiempo, en la gente, en la ciudad. Ganas la Copa de Oro y es para toda la vida. El GP de Madrid… a mi poca gente me habla del GP de Madrid que he ganado, y sí mucho de la Copa de Oro.
-La carrera que siempre soñó ganar…
-Siempre he perseguido ganar un Grupo 1 en el extranjero. No lo he conseguido.
-Después de 37 años montando en carreras, ¿lamenta alguna que no haya podido montar?
-Me hubiera gustado montar en Australia, o una Breeders, por ejemplo.
-Después de más de 1.200 victorias, ¿lamenta alguna que no haya ganado?
-El Oaks (GP Beamonte). Porque la he buscado y me hubiera encantado. Es una carrera preciosa. En España he ganado todos los grandes premios menos el Oaks. Y las yeguas son a las que más he entendido en mi carrera y con las que más he disfrutado, pero…
-¿Yegua o caballo?
-Yegua, yegua. Creo que esconden menos, son más sinceras.
-Dígame una carrera en la que el caballo nunca hubiese ganado si no es por usted...
-¡Ostras! Las hay, eh, pero es difícil decir alguna.
-Al contrario, dígame una carrera en la que el caballo no ganase por su culpa…
-De esas, muchas más. Casi siempre, cuando ganas, con el tiempo te das cuenta de que el caballo hubiese ganado con cualquier otro jockey. El 90% de las veces. ¿Qué ocurre? Que hay muchos matices. Una de mis máximas ha sido ganar con el mínimo esfuerzo del animal para que el caballo tuviera recorrido en el tiempo y no fueran esfuerzos que acusaran en el futuro.
-¿Tenía manías o supersticiones?
-Supersticiones, ninguna. Es más, uno de mis números fetiche era el 13. Me encantaba. Manías, alguna. Siempre me hecho la maleta yo, nunca he dejado que nadie me la haga. Mi ropa de montar me la preparaba yo, siempre. Y luego, no sé en qué momento de mi vida, en la primera carrera, sólo en la primera carrera, me ponía el casco dos veces. En las demás no, pero en la primera me lo ponía, me lo quitaba y me lo volvía a poner. Era como decir: yo me lo pongo y yo me lo quito. Generalmente, tú te pones el casco, pero cuando te lo quitan es porque te has caído. Es un poco como los gestos que hace Nadal, son manías que te dan seguridad.
-De no haber sido jockey le gustaría haber sido…
-Deportista, seguro. Reconozco que ser jockey me ha dado una vida emocionante.
-¿Y torero? A usted que tanto le gusta la Fiesta.
-Lo intenté, pero no tuve lo que hay que tener. Me encanta y he toreado en capeas, pero …
-¿Cuál cree que fue su mejor monta?
-Las montas en punta.
-Dicen que son las más difíciles…
-Si, porque tienes que regular. Tu caballo es el que más desgaste hace y es donde más funciona la cabeza del jockey.
-¿Quién fue su maestro?
-En la Escuela, Emilio Ceca, pero como jockey me enseñó mucho Diego Martínez. Cuando entré como aprendiz, con Isidoro, el jockey de la cuadra era Diego. Y luego me fijaba en todos. Me gustaba mucho Vicente Cañizo, José Carlos Fernández… De todos sacaba algo.
-¿Y su ídolo?
-Lester Piggott. Ha sido mi ídolo y lo seguirá siendo toda mi vida. También me quedo con las manos de Peslier y la cabeza de Dettori.
-El mejor caballo que ha montado?
-Probablemente, Suances. Suances y Madrileño (1992, cuadra Madrileña).
-¿El mejor momento de su carrera?
-La Medalla al Mérito Deportivo fue un momento muy emotivo. Es algo que ni esperas ni piensas. Además, fue un momento anecdótico. Recuerdo que mi vecino Jesús, que es fontanero, estaba en casa poniendo una caldera nueva. Como llovía, yo estaba fuera con él sujetando el paraguas cuando, de repente, sonó el teléfono. ‘Buenas tardes, soy el ministro Íñigo Méndez de Vigo…’. Y me salió del alma: ‘Coño, ministro…’. Pensé, ¿para qué me llama a mí un ministro y por qué? Y entonces me dijo que Miguel Cardenal, el presidente del Consejo Superior de Deportes, me había otorgado la medalla. Colgué y le dije a mi vecino Jesús: ‘Tronco, que me han dado la Medalla al Mérito Deportivo’. Nos reímos y dijimos ‘vamos a meternos en internet a ver qué es eso’. Fue un momento muy bonito.
-¿El peor momento en una carrera?
-Las caídas. Pero hasta en eso he tenido suerte, porque me ha permitido vivir como jockey una carrera pura al cien por cien. He vivido todo, porque me he lesionado fuerte, con riesgo de no montar nunca más o incluso de morir, pero esos momentos malos me han ayudado a continuar montando, sacrificándome, esforzándome por lo que realmente amo.
-¿Cuántos huesos tiene rotos?
-Los dos codos, las dos clavículas (una, dos veces), el tabique nasal, costillas… ni idea, muchas, y luego me rompí dos vértebras pero me operaron siete, por lo que me pusieron dos placas de titanio, 20 tornillos y 10 ganchos.
-¿Por qué jockey hubiese pagado para verle montar en directo?
-Como tuve la suerte de montar con Lester Piggott e, incluso ganar alguna carrera en la que coincidimos, no sé…, quizá Paganini, un jockey que había en Italia y del qué vi vídeos. Y Ángel Cordero. Me he vuelto loco viéndole montar, pero nunca le vi en directo.
-¿Lo haría por algún jockey de ahora?
-Ahora es que se ve todo, pero me gusta mucho Ryan Moore, me parece un fuera de serie.
-Nombres propios: Román Martín.
-La dureza. Bien entendida, para bien. En todo. Como jockey se dejaba la piel entre semana y los días de carrera. Era bondadoso, compartía, te ayudaba mucho. Y como entrenador.
-Claudio Carudel.
-La delicadeza a caballo. Era delicado, inteligente… me dio muchos consejos. Los dos han sido inmensos.
-Óscar Ortiz de Urbina.
-La clase a caballo. La gente se cree que lo digo porque es mi amigo. Óscar es uno de los mejores jockeys que he visto en mi vida. Y, si, por encima de todo, es mi mejor amigo. Una excelente persona.
-Su mayor rival en la pista….
-Muchos, valoro a todos. Por ejemplo, con Janacek no he competido. Cuando Janacek vino a España yo ya estaba roto. Con Sousa… con Borja sí un poco más. Recuerdo la estadística que gané en la que Borja me sacaba ocho victorias a falta de tres jornadas, yo gané nueve carreras y él ninguna. No sé, el mayor rival… igual diría que Florentino González, aquella primera estadística fue la que más me costó ganar, peleando con él hasta el último momento. De hecho, luego me fichó la cuadra Madrileña.
-¿Le molesta o le gusta el apelativo de Magic?
-Me parece bonito y no me molesta si me lo dicen cariñosamente. Mucha gente me llama Magic y no José Luis. Además, recuerdo que el apodome lo pusiste tú, Javi, y lo decías en las retransmisiones de TVE. (La primera vez que utilicé el apelativo fue en una crónica en AS y, posteriormente y sucesivamente, en TVE).
-¿Cómo definiría su época en Italia?
-Fructífera. Ahí di un paso de madurez, me hice jockey.
-¿Lo mejor que vivió allí?
- Montaba todos los días, llegué a montar 800 carreras en un año. Y, por supuesto, allí tuve a mi hija Giada.
-¿Lo peor?
-Sería hipócrita no reconocer que viví una semana en un albergue, en Pisa. Tenía mi coche y mis maletas pero no tenía ni un puto duro, y eso que había ganado estadísticas en España y había tenido un buen contrato con la cuadra Madrileña. Estuve una semana en un albergue durmiendo en una habitación con otras 8 o 10 personas. Yo me fui a Italia muy bien, en 1998, con contrato firmado con Dormello Olgiata, que eran los colores de Federico Tesio. Ganar con esos colores ya mereció la pena todo, los colores de Ribot… Ponerme lo colores que han ganado el Arco, el King George… Nearco, Ribot. La leche. Pero la vida da muchas vueltas y, cuando terminé mi contrato con Dormello Olgiata, me tuve que ir a Pisa con un entrenador que me dijo: ‘te doy trabajo pero en carreras no te prometo nada’. A los tres meses estaba como primer jockey de la cuadra. Pero, de inicio, estuve en un albergue de ayuda a personas.
-¿También lo intentó en Inglaterra…
-Antes de ir a Italia. Al cerrar Madrid. Un agente me dijo ‘si quieres te consigo un entrenador’. Y me consiguió un kuwaití. Fue un desastre, a él no le daban la licencia… Fue la primera vez que salí de España.
-La última aventura en el extranjero fue en EE UU.
-Las dos veces que he ido fue de vacaciones, no con la idea de quedarme. Si bien es cierto que la última estuve un mes y gané cinco carreras.
-¿Qué sintió en su última carrera como jockey?
-Lo mismo de siempre.
-¿De quién se acordó al bajarse del caballo?
-Me lo preguntaron y dije: pues ahora mismo lo que estoy es cabreado. Vengo de estar octavo y me jode no haber podido hacer algo mejor. Luego sentí liberación.
-Defina su carrera de jockey.
-Emocionante. Ser jockey me ha permitido vivir una vida emocionante.
-¿Se le hará duro entrar los domingos al hipódromo y no ir al cuarto de jockeys sino a la grada? ¿Qué ha hecho con su taquilla?
-El hipódromo ha tenido un detallazo (aquí, José Luis se emociona). Como considero que el hipódromo me ha dado tanto, la afición, los propietarios, entrenadores, periodistas, todo el mundo… me sentí con la obligación de devolveros algo y, entonces, el último día que monté en Madrid, el 29 de diciembre, me salió escribir en el lateral de mi taquilla un pensamiento para, quien lo quiera leer y le puede ayudar, pues fenomenal. A los pocos días, los de Prosegur subieron a las oficinas mosqueados diciendo que alguien había escrito en una taquilla. Cuando fueron a verlo, dijeron: ‘Pero si está hasta firmado. Seguro que ha sido José Luis quien ha escrito esto’. Y, como detalle bonito, me han hecho un vinilo con aquella inscripción y la han retirado del cuarto de jockeys y la han puesto a la entrada.
-¿Un jockey cuelga el látigo o lo tiene siempre a mano por si alguna vez vuelve a hacer falta?
-Lo que es la cabeza. Me acababa de retirar y, al otro día, pensé: ‘¿Te imaginas que, dentro de unos meses y, por lo que sea, el día de un gran premio falta un jockey y te ofrecen la monta? Me tiro al toro, fijo’. Me vino a la cabeza eso, ¿seré desgraciado? Imagínate que me sucede de verdad en el Oaks, que el destino es así…
-A partir de ahora ya podrá quedar a cenar los sábados, el día antes de las carreras.
-Sí tengo ganas, no de salir, sino de poder cenar tranquilamente sin tener cargo de conciencia por si no doy el peso en la báscula. Cuando alguna vez tenía problema de peso, a la semana siguiente me castigaba.