La última frontera del rugby español

Podrá ser arrogante desde un punto de vista deportivo, pero no por ello menos cierto que lo que la selección española de rugby afrontará este domingo (14:00, TDP) ante Suiza en Yverdon-les-Bains es un mero trámite en la aduana de su última frontera, la que desde hace siete años le separa de jugar su segunda Copa del Mundo. Lo que ha recibido con el nuevo reparto de plazas de World Rugby, que implicaba ganar primero a Holanda y ahora a los suizos, equipos evidentemente inferiores, era básicamente una invitación al Mundial que acogerá Australia el próximo 2027.

Salvo que la fortuna le tenga reservados a los Leones algún nuevo giro de guion maquiavélico, aprovecharán sus cartas. Ni un gramo de honor les resta que el final de un periplo tan tormentoso como el que se abrió con aquella infamia perpetrada por Vlad Iordachescu, después combinada con un desastre administrativo repetido cuatro años después, sea más relajado. Que son un equipo con nivel para estar en el máximo escaparate de este deporte lo demostraron ya una mañana de marzo de 2022 en el Central. La victoria de este domingo, de consumarse, recompensará ese esfuerzo. Y el de tantos otros que contribuyeron a un sueño para no poder vivirlo desde dentro.

Prueba irrefutable de la teórica superioridad son los diez cambios introducidos en el grupo respecto al choque de la semana pasada. Varios titulares han vuelto a la dinámica de sus clubes porque, una vez concluida esta misión, tocará afrontar la de luchar por el título continental, con Georgia enfrente, presumiblemente con el liderato del grupo en juego, en la tercera jornada.

“Pensaremos en nuestro juego y en lo que somos capaces de hacer”, asegura el seleccionador, Pablo Bouza, a las puertas de culminar la tarea que le trajo a España. Matt Foulds, Feta Casteglioni, Imanol Urraza, Lucas Santamaría o Álex Saleta serán de la partida esta vez y entra en la convocatoria el esperado Lucien Richardis, de cuyo periplo en Toulouse, donde ya entrena con el primer equipo, se habla maravillas.

Debería bastar y sobrar para doblegar a un equipo recién ascendido a este nivel, con una estructura escasa, que encajó 110 puntos de Georgia. Ante el siguiente escalón, el de consolidarse como una potencia rugbística de segundo orden tras las tradicionales, está de nuevo el rugby español.

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