La última clase de la ‘profe’ de las Leonas

Si ha de ser, será ante Japón, el rival que las Leonas se han marcado para salir con una victoria de este Mundial de rugby femenino en el que hasta ahora han rendido por encima de las expectativas, el último al que se enfrentarán tres integrantes de la Selección: Anna Puig, que no estará en esta convocatoria y lo deja temprano, poco antes de cumplir 26 años, pero con 37 caps a sus espaldas; la ya veterana capitana Laura Delgado, también fuera de las 23 citadas, que se marcha a los 35 con 53 partidos internacionales disputados; y la más veterana de todas, a la que solo una grave lesión y un paréntesis en su carrera en 2021 han privado de sumar más apariciones, la ‘profe’, Mónica Castelo.

Atiende a AS antes de su última gran tarde de rugby, la 25ª en la que vestirá la camiseta rojigualda esta gallega de Oleiros que en abril cumplió 38 años, 18 desde que empezará en esto del oval en su etapa universitaria, para después acabar convertida en bandera del CRAT de A Coruña y saltar a Francia, donde ha dado sus últimos coletazos en una de las ligas más prestigiosas del mundo. Dentro de poco, tras su última clase en el campo, de la partida en el XV que se medirá con Japón, podrá dedicarse a la que es su otra vocación, la enseñanza.

“Después de la lesión yo solo sabía que quería llegar hasta el Mundial, pero tampoco sabía en qué condiciones iba a venir, si iba a estar bien para poder jugar muchos partidos o no. Era algo que estaba en el aire”, rememora. “Jugar como titular y acabar jugando como titular, pues da gusto. Y más viendo que jugadoras que también se retiran por desgracia están fuera del grupo o van suplentes”, afirma en referencia a ‘Bimba’ Delgado y Anna Puig.

Castelo participó desde el banquillo en el choque ante Irlanda, la segunda de las dos honrosas derrotas que este equipo ha sumado en su camino hacia Japón, un combinado que se impuso por partida doble en los amistosos disputados justo antes de este Mundial. Sin embargo a este envite España llega con la mochila emocional bien cargada por sus dos actuaciones previas, algo que señala la segunda línea: “Cuando jugamos hace un mes y pico allí nos dejó un poco mal sabor de boca, pero nosotras sabemos que es un nivel superior. Y Después de afrontar a Nueva Zelanda, ver lo que acabamos de hacer contra uno de los mejores equipos del mundo, el partido de Irlanda yo creo que fue otro salto más de calidad... Creemos que podíamos ganar el partido de Irlanda, aunque sin muchas expectativas, pero sí, el partido de Japón, sin duda, es el partido clave. Yo creo que sería una muy buena guinda al pastel de este Mundial si conseguimos por fin la victoria después de haber demostrado todo lo que hemos demostrado”.

Se dé el resultado que se dé, Castelo abandonará este deporte, que ha crecido exponencialmente durante su paso por los terrenos de juego, satisfecha. “Yo me enamoré del rugby el primer mes que empecé. Y la verdad que no pensaba nunca que llegaría a la Selección y a jugar en algún sitio que no fuese en el club de toda mi vida en Coruña. Cuando juntas pasión y, en mi caso yo creo que constancia y trabajo, pues mira qué resultados. Llegar a jugar al más alto nivel, en dos Mundiales y también en una de las ligas más fuertes de Europa son experiencias que te da la vida y que nunca te lo imaginas, pero a veces sucede y hay que aprovecharlas cuando vienen”, reflexiona.

“Estoy muy contenta con mi carrera. Yo creo que he jugado lo que tenía que jugar con mi club en Coruña, lo he dejado lo más alto posible. Es lo que digo, cuando yo empecé en Coruña era algo como los galos de Astérix y Obélix, una aldea pequeñita. Y yo creo que gracias a jugadoras que salieron de esa cantera de Coruña, se ha puesto su nombre en el mapa rugbístico nacional. Gracias a un montón de jugadoras. Yo lo considero un éxito”, valora su trayectoria. Le gustaría ser recordada como una jugadora “combativa, aguerrida e incansable”.

‘14 veces ochomil’, de Edurne Pasaban; es el libro que recomendaría a futuros rugbiers esta ávida lectora, un “ratón de bibliotecta” como dice ella misma. Al leerlo, tuve la sensación de que muchas de sus frases podrían aplicarse también al rugby. Transmite valores como el sacrificio, la disciplina y la superación, que son comunes a todos los deportes. Pero, sobre todo, resalta la importancia del trabajo en equipo, algo que me resulta especialmente cercano por lo característico que es en mi deporte.

Se despide, quién sabe si para siempre, del rugby con una lección, como no podía ser de otra manera. “El rugby es una cosa que puedes extrapolar a cualquier ámbito de tu vida. Me da la sensación de que cuando tiendes un poco a la profesionalización en un deporte, pierdes la esencia de esos valores que te inculca el rugby, pero yo los tengo adquiridos y creo que es algo que sí que puedo extrapolar a mi trabajo como profesora”. Nunca desde Isabel Rico el rugby español tuvo una embajadora mejor en una de sus asignaturas pendientes, las aulas.

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