NATACIÓN | FUKUOKA 2023

Fukuoka: entre la brillantez del waterpolo y las sombras de la natación

La delegación española logró nueve medallas en los Mundiales, siete de ellas de una renacida artística y dos del envidiable waterpolo. Solo el 28% de los nadadores mejoraron sus marcas.

HIROSHI YAMAMURAEFE

Los Mundiales de Fukuoka que finalizaron el domingo arrojaron las luces, brillantes en el caso del waterpolo, pero también las sombras de la delegación española, concretamente las que se ciernen sobre la natación, que cubrió la segunda parte del campeonato sin medallas y con apenas tres finales. Como ya ocurriera en Budapest hace un año, a 12 meses de los Juegos de París hay deportes que van lanzados a la lucha por las medallas y otros que siguen en la línea de salida.

Doble podio del waterpolo, un deporte envidiable

Fukuoka confirmó la plaza olímpica de la Selección femenina y el tercer podio seguido de la masculina, que se quedó a un segundo de forzar los penaltis en las semifinales ante la campeona, Hungría, y después se colgó el bronce con solvencia ante Serbia. Los de David Martín encadenan siete semifinales consecutivas en grandes eventos desde 2018, cinco medallas (un oro) y llegan al año olímpico demostrando que son favoritos al podio y que han llenado la mochila de amargos aprendizajes que le han ayudado a fortalecerse: del ‘palo’ de la semifinal perdida ante Serbia y el posterior bronce en los Juegos de Tokio, a las semifinales perdidas en el Europeo de Split y en los Mundiales de Fukuoka que no dejaron secuelas de rendimiento, pues España se colgó el bronce.

Para ellas, la plata tiene un sabor igual de dulce. De la misma forma que agranda su palmarés (diez medallas desde 2012), confirma a España junto a Países Bajos como los grandes aspirantes a pelearle el trono olímpico a Estados Unidos, que después de Tokio ha bajado algo el nivel y ahora ya no es un equipo imposible de ganar; solamente es difícil de ganar.

El waterpolo mantiene su estructura extiosa de captación, su excelencia en cuanto a formadores y el futuro está garantizado con las nuevas generaciones: hasta seis chicas tenían menos de 22 años, mientras que en la masculina jugadores menores de 25 como Álvaro Granados, Bernat Sanahuja o Unai Aguirre son piedras angulares.

La Selección masculina de waterpolo.YUICHI YAMAZAKIAFP

Hugo González sustenta una natación estancada

Si el waterpolo es la cara, la natación es la cruz. Los pasados Mundiales de Budapest fueron los peores de la historia moderna, y estos de Fukuoka mejoran ligeramente aquellos resultados pero tampoco denotaron grandes esperanzas. Hugo González sigue siendo el único nadador de talla mundial y capaz de nadar una final olímpica (logró dos séptimos puestos en Fukuoka), mientras que el otro finalista en Japón fue el relevo 4x100 libre masculino, con nadadores lejos de las grandes marcas internacionales por el alto nivel de la prueba. Se le añade su récord de España y el de Arbidel González, una grata sorpresa, en los 200 mariposa, pero solamente nueve de las 38 participaciones mejoraron su marca de inscripción (23%).

La dirección técnica encabezada por Sean Kelly aterrizó en otoño de 2020, en plena pandemia, y ha apostado por el fichaje de un técnico reputado internacionalmente como Ben Titley, que ha venido después de crear un equipo femenino canadiense muy competitivo, con la campeona mundial de 16 años Summer McIntosh como estrella. Por el momento, en estos tres años marcados al comienzo por la pandemia, después por el cambio profundo de estructura y ahora por la apuesta inclusiva de nadadores (hasta 22 fueron a Fukuoka,) no se han producido resultados visibles, y la natación está lejos de la cierta consistencia en épocas anteriores.

Los éxitos enormes de Mireia Belmonte, el acompañamiento de nadadores como Rafa Muñoz, Aschwin Wideboer, Melani Costa o Jessica Vall, han maquillado un periodo donde España se ha quedado muy rezagada a nivel continental, especialmente desde el Europeo de Berlín 2014. Solo Hugo González y puntualmente Joan Lluis Pons han conseguido colarse en el top mundial de sus pruebas. Ahora, a un año de París, solo Hugo aparece como esperanza.

El vaivén de técnicos después de Río 2016, los constantes cambios de modelo anunciados por Fernando Carpena, presidente de la RFEN, después de los Mundiales de Gwangju, de 2019, no han arreglado una disciplina lejos de países como Italia, Hungría, Francia o Gran Bretaña.

Hugo González.MANAN VATSYAYANAAFP

La artística renace con los hombres y el cambio de reglamento

Si los grandes resultados del waterpolo no fueron una novedad, consolidado este deporte a lo largo de los años, la gran sorpresa la dio la natación artística. El cambio de reglamento que ha reventado la jerarquía de la sincro mundial, y que ahora premia a las selecciones que menos errores cometan y que destaquen en impresión artística, devolvió a España al podio internacional. El equipo técnico logró el oro, mientras que el libre se cayó de las primeras posiciones. Junto con las acrobacias (España no se presentó) conforman la disciplina de equipo en los Juegos, donde se reparten medallas.

Las chicas de Mayuko Fujiki se posicionan en equipo, como en el dúo. Ocurrió lo mismo. En técnico, Iris Tió y Alissa Ozhogina ganaron el bronce, pero en equipo libre cometieron demasiados errores. La propia Iris Tío, que se reafirmó como la sucesora de Ona Carbonell, logró otro bronce en solo y participó en todas las pruebas que le fueron posibles menos las modalides mixtas. Allí España consiguió una plata y un bronce en los dúos, con la presencia de un Dennis González que también fue oro en la rutina de solo libre como lo había sido Fernando de los Ríos en solo técnico. La apuesta desde 2015 por la sincro masculina le da ahora sus frutos a España, dominante.

El nuevo escenario de la sincro cuenta con una España como aspirante a los podios olímpicos, pero también arroja las dudas de la adaptación de los nuevos equipos al reglamento. Selecciones como China o Japón se consolidaron también en los podios, mientras que otros países como Austria e Italia también alternaron grandes actuaciones con otras llenas de penalizaciones. Flota la duda de Rusia, dominadora indiscutible de la sincro antes de su sanción. Todo está en el aire para el futuro, pero los Mundiales de la sincro española fueron magníficos.

La natación artística.KIYOSHI OTAEFE

El trampolín sólido de los saltos

La llegada de Domenico Rinaldi, el italiano con experiencia en ocho Juegos, a la dirección técnica de los saltos españoles ha sido un gran acierto como se ha demostrado en estos Mundiales de Fukuoka. También han aterrizado otros técnicos, como el cubanocanadiense Arturo Miranda, quienes han ayudado a que el equipo español dé un salto de calidad y de regularidad. La gran exponente fue la jovencísima, de 16 años, Ana Carvajal, finalista en plataforma de 10 metros donde hasta el último salto estaba en posición de medallas. Acabó octava y logró el billete a París.

También consiguieron entrar en la final Adrián Abadía y Nico García Boissier en saltos sincronizados de trampolín de 3m, donde fueron quintos, mientras que la propia Carvajal y Valeria Antolino acabaron séptimas en sincronizadas en plataforma. Unos resultados que situaron a España dentro de la elite del competitivo universo de los saltos, con buenas perspectivas para llevar a los Juegos al equipo más numeroso de las últimas ediciones.

Ana Carvajal.HIROSHI YAMAMURAEFE

La juventud sin premio de las aguas abiertas

Salvo Guillem Pujol, con una cierta experiencia internacional, el resto de integrantes del equipo español de aguas abiertas apenas tenía como máximo los Mundiales del año pasado en Budapest. Eso propició que los resultados se tengan que analizar con la perspectiva de la juventud, aunque España se quedó lejos de la lucha por las medallas, cerca del top-10 mundial aunque con todos los asteriscos que tienen estas pruebas que han ganado en competitividad. Las mejores posiciones fueron las de Ángela Martínez, que fue undécima en los 10km (prueba olímpica) y 12ª en los 5km, y Carlos Garach, que fue duodécimo en los 5km.

España optó por un relevo arriesgado que lo llevó a la octava posición en la prueba de 4x1500. En 2024 deberán conseguir la plaza olímpica al menos un nadador masculino y otro femenino, como ocurrió en Tokio 2020, cuando Alberto Martínez y Paula Ruiz compitieron en la Bahía de Tokio.

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