“Fue muy fuerte ver cómo se puede permitir que gente pierda la vida”
Eduardo Blasco, campeón mundial de Salvamento y Socorrismo, se encuentra bloqueado con Open Arms en Italia tras rescatar a 196 personas en el Mediterráneo.
Le llamaremos Abdel, uno de los nombres más populares de Siria. Es un chico joven, mayor de edad, que quiere llegar a Munich para estudiar Ingeniera Informática y vivir con parte de su familia, que reside en la capital de Baviera. Habla inglés. Traduce a sus compañeros de patera, quienes emprendieron un viaje a ninguna parte y fueron rescatados por el buque de salvamento Open Arms este mes de agosto, en un Mediterráneo en ebullición por las altas temperaturas. Otros migrantes no corrieron su misma suerte. Acabaron tragados por su desgracia. “Fue muy fuerte ver cómo se puede permitir que gente pierda la vida”, explica Eduardo Blasco, natural de Donosti, campeón del mundo de Salvamento y Socorrismo que se ha embarcado en esta misión. De ganar oros a salvar vidas: “Tengo una capacidad física y una habilidad que otros no tienen. Puedo salvar a más gente. Mi deporte es aplicable a la vida”, explica ya desde Carrara, después de una salida a mar de más de dos semanas en la que han rescatado a 196 personas, 20 de ellos menores.
Desde el puerto de Brindisi, donde tuvo lugar una de las cruentas guerras entre Julio César y Pompeyo en el siglo I a.C., zarpó el buque el pasado 8 de agosto con 20 tripulantes. Es la misión 105. A bordo “todo se desarrolla en un estricto ambiente de trabajo, con guardias, descansos, comunicaciones y mucho compañerismo”. El buque se dirigió hacia la costa de Libia cuando empezaron las primeras intervenciones. “Primero rescatamos una patera con unas 20-30 personas, después fueron 132 y por último otra de unos 30 individuos de Siria. Uno de ellos se quedó en Lampedusa por una emergencia sanitaria”. Ese fue uno de los momentos más impactantes: “Ver su estado, eso te marca, como ver a los que son menores de edad”.
Pero, por extraño que parezca, rescatar vidas también genera problemas gubernamentales. Después del primer rescate y de avisar a las autoridades italianas de las personas a salvo, estas asignaron como puerto de destino Carrara, al norte del país. Durante el trayecto, el Open Arms se topó con esas dos últimas pateras, dos rescates que aumentaron la cantidad de personas de las comunicadas al comienzo. “Cuando te dan un puerto, debes dirigirte allí. Carrara estaba a cuatro días, y en ese trayecto nos apareció una patera procedente de Bangla Desh. El derecho marítimo deja claro que lo primero que debes hacer es socorrer, así que es lo que hicimos. Luego, al llegar a Carrara, nos bloquearon el buque”.
Y allí siguen atrapados, a la espera de la liberación. Todo en el mar es incierto, inescrutable. “Lo más difícil es saber dónde están posicionadas las embaraciones. Nos dan unas coordenadas, pero estas varían. Hay pateras que van a la deriva. Los rescates a veces pueden durar horas y horas”, añade Blasco, que espera llegar a España para proseguir con sus entrenamientos después de otra experiencia salvando vidas en el Mediterráneo.