España, la derrota más cruel

La Selección masculina de waterpolo no podrá colgarse de nuevo la corona mundial. En una semifinal brillante hasta los últimos tres minutos, cuando España iba ganando por 9-11 a Hungría, dejó escapar el partido víctima del talento zurdo húngaro, de su falta de acierto en ataque y de la crueldad más absoluta cuando todo hacía indicar que se llegaría a los penaltis. Manhrecz, a falta de cuatro segundos, lanzó escorado y Unai Aguirre, que intentó atrapar el balón, le rebotó en el costado y se coló por la portería pese a los esfuerzos del meta por salvar el gol. El VAR confirmó el tanto (12-11). La semifinal recordó a la perdida en los Juegos de Tokio, cuando Serbia se despertó a cuatro minutos del final y le dio la vuelta al partido. España peleará por el bronce ante el equipo balcánico el sábado y tendrá que conseguir el billete para los Juegos Olímpicos de París en el Europeo de enero o en el Mundial de Doha de febrero.

Hungría y España se conocen todos los detalles, sus virtudes y defectos, por lo que no fue extraño que el primer cuarto se resolviera con igualdad máxima (3-3) y se mantuviera hasta el último suspiro. Si la Selección masticó cristales para ganar a Francia en cuartos (7-6), iba a ser más de lo mismo está semifinal. Siempre con ventaja los de David Martín, que se adelantaron con gol de Larumbe después de una recuperación de Granados. Los húngaros se mostraron más afanados que de costumbre en defensa (tres bloqueos) mientras que Sanahuja se estrelló contra el desacierto. El nuevo fichaje del Atlètic-Barceloneta, por contra, anotó el 1-2 tras el primer misil de Zalanki, mientras que Manhercz lanzó rápido y sorprendió a Unai Aguirre (2-2). Los húngaros hicieron pleno en sus dos superioridades, la última convertida por Vigvari, mientras que Bustos se sumó a la fiesta ofensiva con un palmeo a pase de Larumbe (3-3).

Hungría seguía neutralizando los tiros de España con su cuarto bloqueo, incluso Perrone falló un penalti y Denis Varga, el veterano húngaro, abrió el tarro de las esencias con un golazo de espalda que entró con bote y por la escuadra. Era el 4-3, momento crítico del partido, parcial de 2-0 para los magiares. Pero España se ha acostumbrado también a vivir en el alambre. Y sacó lo de mejor de sí. Primero, Unai Aguirre, que paró el 80% de los lanzamientos en este periodo y solo permitió el tanto de Varga. Y luego, surgieron los lanzadores. Munarriz, con amenaza incluida, igualó y celebró con rabia, y poco le minó la confianza a Perrone el penalti, porque salió el mago de Río, en el que es su undécimo Mundial, para marcar el 4-5 y el 4-6 cuando la posesión expiraba. La Selección había recorrido la mitad del camino.

No podían ir mejor las cosas cuando Sanahuja, con su clásico lanzamiento de bote, anotó su segundo tanto para anotar el 4-7. Una ventaja que fue respaldada con una extraordinaria defensa: después del acierto húngaro en las superioridades en el primer parcial, solo anotaron una de seis. Pero los de David Martín hicieron demasiadas concesiones en la defensa de boya, especialmente Munarriz y Tahull, que les faltó más agresividad en esas dos acciones. Nemet y Jansik acortaron distancias después del tanto anterior de Munarriz, que hizo el 6-8. Angyel, en superioridad y desde la zona de boya también, palmeó para ese 7-8 que con el que se llegó al último cuarto.

El partido siguió en el alambre, con una España que anotó el 7-9 por medio de Miguel de Toro desde el segundo palo en superioridad y una Hungría que seguía con vida. Manhrecz, el más acertado de los magiares, anotó el 8-9. Los húngaros, como ocurre con los serbios, tienen tanto talento que en los momentos determinantes de los encuentros son capaces de hacer imposibles, como le ocurrió a Zalanki (83 km/h) para poner el 9-10. Cabanas y Mallarach se sumaron a falta de tres minutos para poner el 9-11. El reloj corría, pero España no estaba tan atinada en defensa. Jansik hizo el 10-11 desde la boya y Vamos, el otro zurdo, calcó el tanto de Zalanki. 11-11. Solo dos ataques por bando.

Si España no encontró la exclusión que buscaba en el primero y Hungría hizo una contrafalta, los de David Martín, los vigentes campeones mundiales, tuvieron la victoria en sus manos en un ataque con superioridad. Pero el lanzamiento de Sanahuja, algo forzado, se fue fuera. Quedaban 16 segundos. El ataque magiar era en igualadad. Mahrecz, desde posición cinco, escorado, lanzó al cuerpo de Aguirre que no pudo armar bien las manos y el balón se le coló de rebote por el costado. Entró. Hungría lo celebró con entusiasmo. España se quedó perpleja. Pero aún puede irse de Fukuoka con una medalla, la de bronce, lo que sería otro éxito.