JUEGOS PARALÍMPICOS PARÍS 2024

Elena Congost: “No me han descalificado por hacer trampas, sino por ser persona”

La atleta, que quedó tercera en la maratón, fue descalificada por soltar la cuerda para ayudar a su guía, que se estaba cayendo. “Es injusto y surrealista”, dijo rota.

París
Javier EtxezarretaEFE

No había consuelo para Elena Congost. Pasó del cielo al infierno en cuestión de segundos. La catalana terminó tercera la maratón y celebraba su vuelta al podio ocho años después. Nada hacía presagiar lo que estaba por llegar. Una descalificación tan inesperada como injusta. “Me gustaría que todo el mundo sepa que no me han descalificado por hacer trampas, sino por ser persona y por ese instinto que te sale cuando alguien se está cayendo. Por ayudar. Por cogerlo y aguantarlo”, decía entre lágrimas.

La atleta incumplió el artículo 7.9.5. de la norma, en el que se explica que la atleta no puede soltar la cuerda que le une a su guía. Algo que sucedió en los últimos metros de la carrera, cuando Elena —en un acto reflejo— socorrió a su deportista de apoyo, Mia Carol, que llegaba acalambrado y apenas podía continuar. “Estoy destrozada. Tenía la medalla. Estoy súper orgullosa y, al final, me descalifican porque a diez metros de meta dejo ir la cuerda un segundo porque una persona a mi lado se va de morros al suelo. Vuelvo a coger la cuerda y entramos a meta. La siguiente atleta venía a más de tres minutos. Ha sido un acto reflejo de cualquier humano, el hecho de aguantar a una persona que a tu lado se está cayendo. No hay ningún tipo de ayuda, ningún tipo de beneficio, y se ve claramente que yo me paro en seco”, explicó rota.

Soltó un segundo, pero soltó. “Ya está. No hay vuelta atrás. No entiendo que nadie pueda razonar y comprender la situación”, lamentó la atleta, que continuó: “No es por hacer trampa ni por arrastrar a un atleta. A mí me descalifican por aguantar a una persona que se está cayendo, que llevaba un montón de kilómetros poco a poco porque el guía no podía. Me quedo sin nada. Sin nada, por un segundo. Me parece injusto y surrealista”.

Ese bronce le daba de nuevo acceso a una beca, esa que había perdido al dejar de competir por su maternidad. “Estoy súper triste porque venía de estar sin beca, de estar en la estacada y me volveré a quedar fuera de todo. He demostrado lo que podía hacer”, concluyó Elena, que consiguió un oro en la maratón de Río 2016 y la plata en los 1.500 metros de Londres 2012. Dos de sus hijas, las mayores, Arlet (6 años) y Abril (4), han presenciado la carrera de su madre y han aprendido una importante lección, que los valores y la humanidad valen más que cualquier medalla.

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