148 días entre ser atropellada por un 4x4 y dos medallas: “El objetivo es el mismo”
Ana Alonso, gran baza española, habla con AS tras ser arrollada y destrozarse la rodilla izquierda. No se operará hasta después de Milán-Cortina para poder competir.
En cinco segundos, el cerebro humano es capaz de pensar “muchas cosas”, dice Ana Alonso. A ella, puede que hasta le salvaran la vida. Hace tres semanas, la esquiadora española, con billete olímpico para Milán-Cortina 2026, fue atropellada por un 4x4. Durante esos cinco segundos, con la memoria muscular de haber caída muchas veces, de haberse dado contra la nieve como rutina, se activó su instinto de supervivencia. “No perdí la consciencia en ningún momento. Vi que me iba a estampar, que no tenía escapatoria, y me preparé para el golpe, apreté todo mi cuerpo”, recuerda en conversación con AS. Pensó mucho, pero no pensó en nada más allá de lo básico. “Mucha gente me ha preguntado si pensé en los Juegos. Para nada. No pensé en que me fuera a morir, pero sí en que me iba a dar un golpe muy fuerte, en cómo iba a acabar. Era una sensación de miedo, de mucho miedo”, añade.
El diagnóstico es aterrador: rotura de los ligamentos cruzado anterior (LCA) y colateral interno (LCI) de la rodilla izquierda, fisura de maléolo y luxación acromioclavicular. Pese a ello, Alonso quiere estar en los Juegos. El accidente tuvo lugar el 24 de septiembre y competiría el 19 y el 21 de febrero. Entre una fecha y la otra, no se llega a los cinco meses. Van 148 días. Cuando Ana habla con este periódico, porque lo remarca, lleva 22 días de recuperación. “El tiempo, ahora mismo, es mi enemigo. Prefiero pensar más en los días que llevo que en los que me quedan”, dice la granadina, que el año pasado cuajó una temporada increíble. Al lado de Oriol Cardona, ganó la general de la Copa del Mundo de esquí de montaña y fueron subcampeones del mundo. Individualmente, fue tercera en la Copa y cuarta en los Mundiales. En Milán-Cortina, donde su disciplina debutará a nivel olímpico, sería candidata a dos medallas.
Por eso quiere estar sí o sí. Y por eso no se operará. No lo hará hasta después de los Juegos, cuando sí deberá pasar por quirófano. “Cuando me llevaron al hospital, en las radiografías, no salía nada roto. Estaba muy contenta. Conforme salí, sin embargo, las rodillas se me iban para adentro. Al día siguiente, me vio otro médico y ya me dio el diagnóstico de verdad”, recuerda Alonso sobre el momento en el que mundo se le vino encima. “A cuatro meses y medio de los Juegos, era un palo muy grande. Joder. ¿Cómo me puede estar pasando esto a mí? ¿Por qué?”, pensó, hasta que se le apareció “un rayo de luz”. “Tras ver las resonancias, el traumatólogo me dijo que, si no me operaba, con un tratamiento conservador, podría llegar a los Juegos, que había una posibilidad”, explica con la ilusión que eso le genera. Y se está aferrando a esa posibilidad, “a un clavo ardiendo”.
Así es la contrarreloj
Mientras habla con AS, Alonso está montando un rodillo que acaba de recibir para poder hacer bicicleta en casa. Trabaja de lunes a sábado, con todo el esfuerzo centralizado en las mañanas “para utilizar las tardes para desconectar y descansar, que es lo más importante en una recuperación”. Lunes, miércoles y viernes hace rehabilitación en la piscina y, luego, se desplaza a varias clínicas de fisioterapia para utilizar diferentes aparatos. Jueves y sábado va al CAR de Sierra Nevada para realizar trabajo específico de fuerza y ejercicio aeróbico dentro de sus limitaciones. Durante las primeras cinco o seis semanas, el tiempo que necesita el ligamento lateral para crear suficiente tejido nuevo, tanto Ana como todo su equipo serán “muy cautos”. A partir de ese momento, intentarán pisar el acelerador.
Todos confían en ella. Su familia, su pareja, sus amigos, su entrenador, Javier Argüelles, su fisio de siempre, Iker Cucó, su futuro compañero en los Juegos, Oriol Cardona, y el seleccionador, Jordi Martín. “Desde la Federación, han depositado toda su confianza en que llegue. Si no me veo bien, yo seré la primera en dar un paso al lado”, agradece y anticipa Ana, con experiencia en situaciones similares. El año pasado, a un mes y medio de que empezara la Copa del Mundo, se rompió varios ligamentos del tobillo y el peroné. En 2017, se fracturó tibia y peroné. Un año después, tuvo que operarse de dos ablaciones cardiacas que le hicieron replantearse la carrera. Siempre ha salido adelante. “Sé el camino que debo seguir”, asegura. Y tiene clara la meta. “Yo sigo soñando en grande y mi objetivo sigue siendo el mismo, que es conseguir medalla en las dos pruebas”, lanza. La historia del invierno español, con sólo cinco metales olímpicos en total, puede cambiar a contrarreloj.
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