El ‘Plan Miami’ de la NFL sí que funciona
La NFL, acostumbrada ya a jugar cada año en el extranjero, llega ahora a España, donde no fue posible llevar el Villarreal-Barcelona a Estados Unidos.
“La NFL puede ir a España. LaLiga no debe jugar en Estados Unidos. No entiendo”, reflexionaba el periodista John Sutcliffe ante su millón de seguidores en X. La suya fue una de las primeras reacciones a la cancelación del partido que LaLiga tenía previsto albergar en Miami el próximo 20 de diciembre entre el Villarreal y el Fútbol Club Barcelona. Relevent, socio estratégico de la patronal y promotora del aterrizaje de la competición en suelo extranjero por primera vez en la historia, tomó la decisión tras las incesables críticas que recibió la propuesta por parte de todos los actores que rodean al fútbol, incluida una protesta en forma de parón de 10 segundos en prácticamente todos los partidos de la última jornada. LaLiga, de momento, no podrá emular a la competición más exitosa a la hora de exportar su espectáculo, una NFL que tiene todo listo para aterrizar en Madrid con el duelo del domingo entre Miami Dolphins y Washington Commanders (15:30, DAZN y Cuatro). Son muchas las diferencias entre una competición y otra, las cuales explican por qué el fútbol español todavía no hará las maletas.
La respuesta más directa al comentario de Sutcliffe es sencilla: en la NFL, las excursiones al extranjero son aprobadas en votaciones en las que participan los 32 dueños de las franquicias, mientras que en LaLiga no se sometió el tema al escrutinio de la Asamblea. En la liga estadounidense de fútbol americano, por ejemplo, sus dueños aprobaron de forma unánime en febrero de este año que la cifra de partidos internacionales aumente hasta un máximo de ocho por temporada (este curso se disputan siete). A diferencia de lo que sucede en España, donde se han mostrado multitud de reticencias e incluso acusaciones sobre la adulteración de la competición por una visita a Miami, el chip en Estados Unidos es muy distinto, con las cuatro grandes ligas jugando más allá del suelo estadounidense y siendo bien recibida esta práctica por aficionados, empresarios y jugadores.
Puede aprender LaLiga del modelo estadounidense, porque a la vista está que dichas expediciones están surtiendo efecto en cuanto a beneficios económicos y ampliación de la fanbase, aunque lo primero, evidentemente, es conseguir la aprobación de todas las partes interesadas. Una vez logrado eso, lo que puede venir en adelante es jugoso. “Los partidos internacionales cambiaron la dimensión de la liga”, decía en el pasado Peter O’Reilly, vicepresidente ejecutivo de la NFL y principal encargado de la expansión internacional de la competición deportiva que más dinero amasa en el planeta: los ingresos en 2024 fueron de 19.300 millones de euros, 7.000 más que la segunda en la lista (la NBA). LaLiga, sexta en la tabla, presentó 5.240 millones de euros en la temporada 2022-23.
Cuando la NFL, que en esta pieza se tomará como ejemplo principal porque es el más exitoso a la hora de expandir sus fronteras, se aventuró allá por 2005 a disputar su primer partido oficial en el extranjero (49ers y Cardinals se midieron en México), los ingresos de la liga eran de 4.488 millones de euros, por lo que ha aumentado hasta la actualidad en un 295%. Ahí entran como motivos, lógicamente, la inflación, la subida en los derechos televisivos, el aumento en ticketing y marketing... pero también los partidos en el extranjero. Desde aquel duelo en el Estadio Azteca hasta el final de la presente temporada, la NFL habrá disputado un total de 56 encuentros fuera de Estados Unidos. Londres es la sede más repetida, con más de la mitad de los encuentros, aunque en este 2025 el pastel también se reparte con Alemania (Berlín, en el pasado también fueron sedes Fráncfort y Múnich), Brasil (São Paulo, con Río de Janeiro confirmado para 2026) y los estrenos de Irlanda (Dublín) y España (Madrid). Para el próximo curso se unirá Australia (Melbourne) y volverá México, y la cifra de duelos internacionales no hará más que crecer: de hecho, el objetivo final es que se jueguen 16 partidos fuera de EE UU por temporada, por lo que así todos los equipos saldrían una vez de sus fronteras nacionales por curso.
Como sucede ahora con LaLiga, no fue fácil que se recibiera con los brazos abiertos la idea de salir al extranjero, más en una NFL en la que, en ese 2005, se jugaban 16 partidos de temporada regular, por lo que los aficionados únicamente podían gozar de ocho partidos en casa. Entre 1986 y 2005 se experimentó con las American Bowl, encuentros de pretemporada que la liga de fútbol americano disputó en distintos países (hubo dos en España, de hecho) con un buen calado en general y que prendieron la mecha de la posibilidad de llevar fuera un enfrentamiento oficial. Jugar duelos de pretemporada ya sucede en el fútbol español, con cada vez más equipos yéndose en verano a otras naciones, pero llevar un duelo oficial era palabras mayores para la NFL. El primero que se realizó, además, se trataba de un Cardinals-49ers, un duelo entre dos rivales divisionales, una especie de derbi.
Aquí hay una similitud, aunque solo en el tramo inicial, con lo sucedido en LaLiga, porque no fue sometido a votación: la Constitución interna de la competición permitía al comisionado (entonces Paul Tagliabue) aprobar partidos fuera de Estados Unidos siempre que no alteraran las normas de competición ni afectaran la estructura de calendario de forma sustancial. Al no modificarse el calendario, el formato o el número de partidos, no se precisó de una votación con los 32 dueños de la liga. Sin embargo, sí que pasó dos filtros, pues fue revisado y aprobado por el Comité Internacional de la NFL y por el Comité de Competición, que informaron a los otros 30 propietarios de franquicias. No se les pidió su voto formal, únicamente su “no objeción”: ningún dueño se opuso. Lo que sí se votó fue la creación de las NFL International Series, un proyecto aprobado en 2006 por amplia mayoría que establecía que, a partir del año siguiente, se jugaría al menos un partido oficial por temporada en el extranjero. Volviendo a 2005, el Cardinals-49ers que puso la semilla se tomó como una especie de ‘encuentro piloto’, únicamente para testear el potencial económico y de audiencia global, aunque, cabe insistir, no fue sencillo.
Un rápido repaso a los medios de comunicación estadounidenses alrededor de ese partido podría ser una revisión a lo que se lee hoy en día sobre el Plan Miami de LaLiga. “Los Cardinals pierden un partido en casa por este experimento. Difícilmente es justo para los fans locales que solo pueden verles ocho veces al año”, se dijo en ESPN Radio, algo similar a comentarios actuales que hablan sobre adulteración de la competición, ya que el Villarreal no jugaría en casa y el Barça como visitante, como llegó a señalar Dani Carvajal. “Esto no va sobre fútbol americano. Va sobre mercados”, se leyó en USA Today. ¿Les suena? “La NFL es el deporte de América, y debería ser jugado en suelo americano”, se fue más allá en The Sporting News. Bastante en la línea del “todos estábamos un poco en contra de irnos fuera. La Liga española se tiene que jugar aquí”, que el otro día pronunció Pau Cubarsí. A pesar de que 103.467 aficionados gozaron de lo lindo en el Estadio Azteca, un récord de asistencia en aquel momento, se dudó sobre si esto iba a surtir efecto a largo plazo. “Gran afición, ¿pero se traduce esto en una participación sostenible de los fans?“, se escribió en The Washington Post. Lo cierto es que, 20 años después, según datos de Ampere Analysis, el 35% de los aficionados al deporte en México siguen la NFL, y la liga estima que casi 40 millones de personas son fans, de mayor o menor intensidad, de la competición. Así que sí, se tradujo en un aumento de la base de aficionados.
Hasta hubo dudas en los jugadores en ese 2005. “Es complicado llamar a esto partido fuera de casa cuando juegas en otro país, con mucha altitud”, aseguró un miembro de los San Francisco 49ers. Las cosas han cambiado, y mucho, dos décadas después. Solo hace falta ver la opinión de la gran mayoría de jugadores tras un partido en el extranjero. “Ha sido realmente chulo poder jugar aquí. Toda la experiencia, dar una vuelta por la ciudad, las instalaciones para entrenar... Todo el mundo estaba emocionado. Quiero volver”, decía Patrick Mahomes a AS tras jugar en Fráncfort en 2023. “Soy un afortunado por poder jugar por el mundo al deporte que amo. Veo a este deporte creciendo y siendo más internacional. Me encantaría ver a deportes de otros países que vengan a nosotros y nos muestren lo que tienen”, dijo Pat Bryant, receptor de los Denver Broncos, hace un par de semanas tras batir a los New York Jets en el Tottenham Hotspur Stadium de Londres. Bryant, además, remarcó que era la primera vez en su vida en la que salía de su país. “Soñaré con jugar en España hasta que lo hagamos. Me encantaría, tío. Ojalá la liga siga expandiéndose y podamos jugar un partido en España”, le dijo el pasado fin de semana Travis Kelce a Abraham Romero, de El Mundo. Tres ejemplos de miles posibles.
Porque, ahora, como se evidencia en las últimas declaraciones de Kelce, los equipos se pegan entre ellos para jugar partidos en el extranjero. ¿Los motivos? Obviamente, que se encuentran con muchos más beneficios que problemas, una tarea pendiente para LaLiga si desea que el Plan Miami sea alguna realidad algún día. La NFL reembolsa al equipo local la pérdida estimada de ingresos por entradas, parking, restauración y otros conceptos, y en ocasiones da un pago adicional si considera que el mercado al que acude es de especial interés. Según Sports Busines Journal, las franquicias reciben entre 1,5 y 3 millones de dólares por jugar en Londres o Múnich, y ponen facilidades a sus abonados para que viajen al encuentro. Este año, en Dublín, la NFL calculó que el 35% de los 74.512 espectadores que hubo en Croke Park para el duelo entre Pittsburgh Steelers y Minnesota Vikings venía de Estados Unidos. Un 30% eran irlandeses, y el 35% restante venía de todo tipo de rincones del planeta. Una absoluta fiesta internacional con el fútbol americano como protagonista.
“Nosotros decimos que va a haber un partido en una ciudad, y los equipos que están interesados en ello nos lo hacen saber, por lo que tenemos que decidir entre los que se apuntan”, explicaban desde la liga a AS hace un año. Y luego hay ganancias más difíciles de cuantificar, pero lo que cada equipo consigue con sus visitas al extranjero es la de consolidar y ampliar su base de fans, dando visibilidad a su marca en territorios que también resultan jugosos, con las ventas de merchandising disparándose. Juega un rol importante el Global Markets Program que lanzó la liga en 2022 y que otorga a los clubes derechos de marketing internacionales para generar conciencia de marca y fans más allá de Estados Unidos. Países tan variados como Grecia, Emiratos Árabes Unidos, Nigeria o Japón, más allá de los más ‘potentes’, tienen a franquicias en sus territorios, arrojando otra clave para LaLiga: la NFL empieza a trabajar en mercados internacionales durante años y años hasta que llega un partido oficial. El encuentro es la guinda del pastel, no el pastel entero.
A España, por ejemplo, se han adherido los Chicago Bears, Kansas City Chiefs y Miami Dolphins, siendo estos últimos los locales el próximo 16 de noviembre en el primer partido oficial de la historia de la NFL en suelo español. Todos ellos tienen o preparan diversas propuestas en el país, como promover competiciones de flag football o distintas watch parties que tratan de reforzar el compromiso de los clubes con sus aficionados. En general, conectar con la comunidad, no solo jugar un encuentro. “Buscamos involucrar a los aficionados, ser el equipo número uno en base de fans, construir a largo plazo en el mercado local. Nuestra ambición no es solo jugar un partido allí o hacer una activación. Nuestro objetivo es estar presentes todos los días de alguna forma, ya sea con programas sociales, contenido, activaciones presenciales o asociaciones mediáticas. Es algo a largo plazo, para que los fans en España se sientan parte del Chiefs Kingdom alrededor del mundo”, explicaban a AS desde los Chiefs cuando se les preguntó acerca de sus objetivos al designar España como uno de sus mercados en el Programa.
“La ambición de los Chiefs en España no es solo jugar un partido. Nuestro objetivo es estar presentes todos los días”
Lara Krug
El mejor ejemplo de penetración en un territorio extranjero son los Jacksonville Jaguars, que desde 2013 tienen establecido jugar un partido por año como locales en Wembley. Son el único equipo de la NFL que es fijo cada temporada en las visitas al extranjero, y han hecho de Reino Unido su segunda casa. En estos años, han pasado de estar valorados en 660,6 millones de dólares, que es lo que pagó el magnate Shad Khan en 2012 para ser el propietario (un año más tarde compró el Fulham FC y ahí comenzó el vínculo de los Jags con Londres), a los más de 4.800 millones de euros que Forbes estima que valen ahora mismo. Siguen en los últimos puestos de la liga en cuanto a valor, aunque con una mina de oro en Londres, donde acuden año tras año y son recibidos con los brazos abiertos.
“Desde un punto de vista financiero, era mejor para nosotros jugar un partido aquí que en Jacksonville. Llevando un partido, hacemos a los Jaguars más fuertes. Creo que es un buen intercambio, y nuestros fans en Estados Unidos han entendido las razones. Hemos tenido más éxito de lo que esperábamos. Pero esto no habría funcionado si tampoco hubiese beneficiado a la ciudad de Jacksonville”, explicó hace poco Mark Lamping, presidente del equipo, que remarcó la importancia de las colaboraciones que se han creado entre Florida y Reino Unido tras la llegada de los Jaguars. Incluso, en ocasiones ha habido rumores sobre una posible mudanza definitiva de Jacksonville a Londres, algo que no parece inminente, sin embargo. “Creo que hay potencial de que algún día tengamos una franquicia internacional. Y, si eso sucede, creo que no sería una sorpresa para mí en absoluto si lo sigue que una Super Bowl se juegue allí”, pronunció este año, en Nueva Orleans, Roger Goodell, comisionado de la NFL.
En un mundo cada vez más globalizado e interconectado, con el deporte creciendo sin frontera alguna, la NFL ha detectado esta tendencia como nadie. Tiene oficinas en ocho países, incluido España, donde ha nombrado a Rafa de los Santos como director, un contenido que llega a 195 naciones en más de 25 idiomas, y una cifra estimada de 183 millones de aficionados en sus nueve mercados principales: Australia, México, Reino Unido, Alemania, España, Brasil, Canadá, China y Francia. El mérito del mastodonte del fútbol americano, la gran tarea que tiene pendiente LaLiga, ha sido convencer a todos los actores de que salen ganando. “Hemos dicho a la NFL que los Chiefs queremos jugar en España lo antes posible”, explicaba a AS Lara Krug, directora general de marketing de los de Kansas City, en otro ejemplo de la euforia que hay por apuntarse a la ola internacional, y en la que ahora España tiene un rol importante. Todos van a una: por eso se aumentó en 2020 la temporada regular hasta los 17 partidos para cada club, porque se pretende que un equipo acabe jugando ocho encuentros en casa, ocho como visitante y uno en el extranjero, normalizándolo como una parte más del calendario.
No solo ganan los equipos o la liga con el desembarco de la NFL en un nuevo territorio, también lo hacen las ciudades que han encontrado en la llegada del fútbol americano una auténtica mina de oro. Londres, desde el primer partido que acogió en 2007, ha recibido a más de tres millones de aficionados de la NFL para los partidos, y el impacto económico en casi dos décadas en la ciudad supera los 2.000 millones de libras. Solo en 2024, los tres encuentros que hubo en la capital inglesa dejaron más de 185 millones de libras de impacto, y las cifras de audiencia por televisión no dejan de batir récords. En 2022, en el estreno de la competición en Múnich, hubo 32,2 millones de euros en gasto directo en torno a un único partido, y dos encuentros en Fráncfort en 2023 dejaron un impacto económico de 110 millones de euros en la ciudad. En São Paulo, lo generado se fue hasta los 62 millones de dólares por un único enfrentamiento. Los equipos se pelean por jugar fuera, pero también las ciudades lo hacen por acoger un fenómeno imparable. Y ahora le toca gozar de ello a Madrid.
Hay deberes y tareas pendientes para la liga, aunque potencial enorme de crecimiento en caso de hacer las cosas bien. Porque no solo a la NFL le está yendo de maravilla: la NBA, desde 1990, habrá disputado al finalizar el presente curso 43 partidos oficiales en cinco países extranjeros y siete ciudades, con encuentros esta temporada en Ciudad de México, Berlín y Londres; la MLB, desde su apertura de fronteras en 1996, lleva 37 duelos de temporada regular lejos de su suelo habitual en cinco naciones distintas; y la NHL, desde 1997, ha celebrado 47 partidos oficiales en seis países y nueve ciudades distintas, teniendo programado en Estocolmo un doblete para el mes que viene. El Plan Miami, que tantas trabas se ha encontrado en España (huelga recordar que no fue sometido a votación en la Asamblea), es algo que en Estados Unidos es ya práctica habitual en el deporte, visto como un win-win para todos los actores y como una oportunidad única de hacer crecer el negocio. LaLiga tiene ejemplos fuera.
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