Irlanda deja fuera del Mundial a una España muy combativa
Las Leonas vuelven a dejar buena imagen y suman el bonus ofensivo en la derrota que les deja fuera de cuartos. Japón, el próximo domingo, último test.
Compitieron e invitaron a soñar, que era lo que se les pedía, y perdieron, que era lo que se esperaba con los datos en la mano. Los que hablan de la brecha que se ha abierto entre España e Irlanda desde que la primera fue denostada en el panorama internacional en favor de las potencias tradicionales y las isleñas decidieron replantearse seriamente el modelo a partir de su ausencia en el Mundial de 2017. Antes de aquello, las Leonas le habían ganado los tres primeros enfrentamientos de la serie histórica al Trébol; ha perdido los últimos seis. Se habían impuesto a rivales europeos en cuatro de sus cinco primeros duelos mundialistas; ahora llevan siete derrotas en los últimos ocho. Es el precio de la pérdida de ventanas competitivas y una profesionalización que avanza mucho más despacio que en países a los que antes se miraba por el retrovisor, bien es cierto que más por resultados que por inversión. Más allá de eso cabía esperar un choque disputado, con cinco de los nueve celebrados hasta la fecha entre ambos equipos decididos por tres puntos o menos. La distancia en el tanteo (43-27) fue más amplia este domingo, pero no las que se marcaron sobre el terreno de juego.
España achicó la diferencia que había sobre el papel por la misma vía que en el estreno ante Nueva Zelanda: la del coraje y un planteamiento bien trabajado. Con una presión defensiva agobiante, utilizando el juego al pie inteligentemente con el sol de cara para sus rivales en el primer acto, las Leonas trabaron el ataque irlandés hasta que una patada incrustó la duda en el cerebro de Zahía Pérez, que dejó que la almendra tocara césped fatídicamente. Las leyes de la física favorecieron a Costigan. Se hizo con la posesión aprovechando un bote amable y, en el desajuste, O’Brien acabó estrenando el marcador del Trébol.
Un despiste que abrió la primera secuencia complicada en el partido para las españolas. No tardaría mucho en llegar el segundo ensayo rival, resultado de un maul. Sería la tónica durante el partido. La potencia física de las irlandesas obligaba a concentrar muchos efectivos en defender las plataformas y los puntos de encuentro, y eventualmente los números acaban descuadrados en el abierto, donde su velocidad de manos es letal. Costigan fue la primera en aprovecharse de esa dinámica con una marca junto al banderín.
A partir de ahí España subió como la espuma. Consiguió ir a campo rival y una vez allí le dio un tanto de la medicina de la casa a Irlanda, en una ofensiva que terminó con Claudia Pérez penetrando por un costado para dar sus primeros puntos a la Selección, y otro tanto de la suya propia, en un maul coronado por Marieta Román, emocionante su grito de rabia en el último esfuerzo para llegar a anotar. El partido estaba en un posado cumplida la media hora, cuando las Leonas, modélicas en la disciplina ante Nueva Zelanda, a la que solo concedieron dos golpes de castigo, la mejor cifra de cualquier equipo hasta ahora en esta Copa del Mundo, empezaron a salirse del reglamento recurrentemente. Fue lo que cambió el viento cuando estaba soplando a favor. De ahí salieron los posados de Higgins, otra estrella del seven reclutada para esta cita, y McGann, que dieron aire a Irlanda antes del descanso.
Las cartas estaban marcadas para la segunda parte, por el desgaste sufrido por España ante la todopoderosa Nueva Zelanda en contraste con la relativamente plácida victoria irlandesa sobre Japón. Sabedor de ello Juan González movió el equipo rápido tras el ensayo de Claudia Peña, qué contundencia la suya desarmando placajes, que había vuelto a abrir el abanico de posibilidades a la salida de vestuarios. Tuvo respuesta casi inmediata por parte de Moore, quien cargó con violencia a la salida de una touch en 22 (de nuevo la indisciplina) para volver a poner dos marcas de diferencia. Ella misma, en una nueva oleada del pack irlandés con las piernas de las Leonas empezando a flaquear, puso una brecha a la postre definitiva en el marcador a falta de 20 minutos.
No lo entendió así España, y se afanaría en recortarla en unos minutos finales que dieron para sumar el primer punto del Mundial, con el bonus ofensivo que amarró Lourdes Alameda en un gesto de veterana en una abierta, y una última alegría, a tiempo cumplido ya, cuando Cristina Blanco se tiró sobre el banderín para hacer buena una descarga maravillosa de Bing Bing Vergara tras una touch en 22. También para constatar una vez más que España tiene jugadoras de mucha enjundia en nombres como Anne Fernández, brillante en la dirección, o la citada Claudia Peña. Y otras muchas en camino. Lo que falta son más partidos como este.
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