Golf | Ryder Cup

Ryder Cup 2025: equipo, capitanes y jugadores de EE UU

El mejor golfista del momento y el que más pasiones despierta comandan una escuadra norteamericana con cuatro debutantes y ausencias notables.

JARED C. TILTON
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
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Podrá parecer, y quizá lo sea, hiperbólico el titular que encabeza esta radiografía, pero en un ejercicio de reduccionismo puro en eso es en lo que queda el equipo estadounidense que de viernes a domingo se enfrentará a Europa en Bethpage Black (Nueva York, EE UU) durante la 45ª Ryder Cup. Un equipo que parte como favorito sobre el papel por el enorme peso del factor cancha en una competición como esta, pero que no ofrece demasiadas certezas más allá de que Scottie Scheffler jugará muy buen golf y de que Bryson DeChambeau será el director de la Filarmónica de Viena en la Marcha Radetzky que prepara el que pasa por ser uno de los públicos más disruptivos de Norteamérica, el neoyorquino.

Más allá de eso Keegan Bradley, cuya finalmente no autoelección se convirtió en el culebrón entre los culebrones de las horas que preceden al anuncio de las invitaciones del capitán, alineará cuatro novatos (Ben Griffin, J. J. Spaun, Russell Henley y Cameron Young) y cinco jugadores (los mismos más Harris English) que no estuvieron en la nómina de Roma 2023. Una ruptura con una semana que terminó con un severo correctivo y más carbón para alimentar la hoguera eterna de por qué Estados Unidos no consigue emular el espíritu colectivo europeo. Ni Wyndham Clark, ni Brian Harman, ni Max Homa, ni Rickie Fowler ni Brooks Koepka ni Jordan Spieth han vuelto al equipo. Estas dos últimas, las de dos jugadores que aúnan ocho grandes y nueve Ryder jugadas, las ausencias más chocantes.

Scottie Scheffler (Texas, 29 años, 2 Ryder jugadas, 3,5 puntos)

El principal motivo por el que la Ryder se sitúa en el pináculo de este deporte es porque carece de otro espectáculo de sus características. No hay nada siquiera remotamente parecido, con esa capacidad para transformar el carácter de un golfista profesional, un atleta cuyo gesto más violento en una semana normal de competición es acariciar la visera de su gorra para agradecer los aplausos del público tras embocar un putt. Ese poder lo encarna bien Scottie Scheffler. Quien ha hecho de la rectitud su castillo en una carrera profesional hasta ahora imponente (cuatro grandes, un oro olímpico y 19 victorias en el PGA antes de la treintena), en la Ryder se desata y empieza a sacar fist pumps como si fuera Tiger. A esta llega consolidado en la cima del golf, en una campaña en la que ha conquistado sus primeros PGA Championship y British Open, además de la CJ Cup, el Memorial, el BMW Championship y el Procore, este último utilizado como concentración del equipo estadounidense hace dos semanas. En su tercera Ryder, nunca antes había estado tan clara su posición dominante en el escalafón ‘yanqui’. Se ha puesto al nivel del Tigre y ahora está por ver si le va mejor que a Woods en una competición en la que este no brilló especialmente, con 13 victorias en 25 partidos y solo un trofeo en ocho ediciones disputadas.

Bryson DeChambeau (California, 32, 2, 2,5)

Es su momento y no pierde ocasión de dejar claro quién dirige el show esta semana. Va a ser excéntrico y va a ser ruidoso, pero también va a ser la razón por la que muchos paguen una entrada o sintonicen el televisor, y eso no hay nadie que se lo discuta. Aunque no se hubiese clasificado de forma automática, cosa que ha conseguido a lomos de su historial en los grandes en las dos últimas campañas, con un triunfo en el US Open del año pasado (el segundo de su carrera) y cinco top-10, dos segundos puestos incluidos, su elección habría sido fija porque Estados Unidos necesita lo que arrastra consigo hoy por hoy Bryson, el favorito del público. Más aún en un equipo que no anda sobrado de carisma esta vez.

Justin Thomas (Kentucky, 32, 3, 8)

Precisamente esa necesidad de lo que se podría llamar ‘actitud Ryder’ es lo que explica, además de una hoja de servicios con dos grandes y 18 triunfos en el PGA, la presencia de un Justin Thomas que esta temporada ha ofrecido ciertos brotes verdes, con una victoria en Hilton Head y 8 top-10, tras un 2024 desastroso. No repetirá otra vez el binomio que solía formar con su íntimo Jordan Spieth, que descolló en París y se fue desinflando en Whistling Straits y Roma, lastrado por una deriva del texano que aún dura.

Xander Schauffele (California, 31, 1, 4)

Entre Roma y Bethpage se quitó la vitola de negado en los grandes y se llevó el PGA Championship y el British Open. Ese ha sido su capital de cara a la clasificación automática en una temporada que empezó renqueante en lo físico y ha concluido con solo tres top-10, dos de ellos eso sí en el Masters y el British. Bradley se atrevió con la dupla Spieth-Thomas, una de las que encarnaba ese núcleo de amiguismos tan criticado en la capitanía de Zach Johnson hace dos años, pero no se atrevió con Schauffele y Cantlay, otros dos inseparables que en Roma no ganaron un solo partido juntos, pero la última vez que jugaron la Ryder en casa, en 2021, fueron vitales para el equipo estadounidense.

Collin Morikawa (California, 28, 2, 4,5)

En una prueba de lo bueno que es, a sus 28 años Collin Morikawa ya ha atravesado la etapa de talento precoz que no termina de romper, la de gran campeón y la de gran campeón venido a menos. Esa última navega ahora, inmerso en una batería de cambios, técnicos y de caddie, que no termina de cuadrar. A su versión prime, la que se vio entre 2020 y 2021, cuando capturó un PGA y un British y maravilló en Whistling Straits, 3 victorias y un empate, se aferra Keegan Bradley en un pick que no puede defenderse mucho desde la perspectiva de los resultados más inmediatos, con 4 top-10 este año y dos cortes fallados en sus seis últimos torneos, entre ellos el del British.

Patrick Cantlay (California, 33, 2, 5,5)

El detonante, según lo que se filtró en Roma, de que en esta edición el equipo estadounidense vaya a acabar con años de una de las tradiciones que distinguía este torneo, que no se cobraba por jugar, el paradigma del juego lento y también un asesino en serie en la Ryder, que ha ganado 5 de 8 partidos y hace dos años, cuando casi nada funcionaba en EE UU y el público se cebaba con él por jugar sin gorra en señal de protesta por sus demandas económicas (él siempre ha defendido que la gorra le quedaba mal), sacó 2 puntos (solo Max Homa sumó más en su equipo) de 4 posibles. Cantlay es el antihéroe, el ‘villano’ que salpimenta un enfrentamiento de esta magnitud. Incluso en un año ramplón como el suyo, cinco top-10 y ninguna victoria, pueden apostar a que tendrá su momento esta semana.

Sam Burns (Louisiana, 29, 1, 1)

El último en el ranking estadounidense de los elegidos por Keegan Bradley, en la 16ª plaza, Burns fue seleccionado por delante de un campeón de British Open como Brian Harman, y de jugadores que llevaban mejor temporada que él como Maverick McNealy o Andrer Novak. La razón, aparte de los fuertes lazos que le unen con Scottie Scheffler, es bien sencilla: es el jugador que más golpes gana en los greenes y el que más putts emboca de diez pies para abajo del PGA, y top-20 en birdies y golpes por ronda, además de un ganador del extinto Mundial match play en 2023. Sus números son demasiado sólidos para dejarlos pasar en una competición que entiende más de momentos puntuales que de estados de forma.

Harris English (Georgia, 36, 1, 1)

Quizá haya un grande en la bolsa de un jugador de los que no acapara muchos titulares, pero que en este lustro ha ganado tres veces en el PGA y en otras tres ocasiones ha sido top-3 en un major. Dos tuvieron lugar este año, en el PGA Championship y el British Open. Sólido desde el tee y en el juego corto, puede desquitarse de una primera experiencia no muy satisfactoria en Whistling Straits, donde él y Finau fueron la nota discordante con un solo punto en un equipo estadounidense que ganó 19 de 28.

Cameron Young (Nueva York, 28, debutante)

Más allá de que Young, que durante los primeros años de su carrera profesional quedó condenado al papel de eterno segundón, siete veces en ese puesto, consiguiera al fin abrir la lata hace un mes en el Wyndham Championship, y de que haya sido ocho veces top-10 este año, las tres últimas entre agosto y ahora, su gran valor se encuentra en su experiencia previa. Nativo de Scarborough, a tiro de piedra de Bethpage Black, conoce de sobra el escenario de esta Ryder, en el que ganó un campeonato estatal de Nueva York con un 64 que entonces fue récord del campo (en 2019 Koepka abrió allí lo que sería su segunda victoria consecutiva en el PGA Championship con un 63).

J. J. Spaun (California, 35, debutante)

Un jugador que ha hecho de la nada un camino hacia la Ryder. Hace no mucho estuvo cerca de dejar el golf prodesional, a comienzos de la temporada pasada enlazó seis cortes fallados en sus ocho primeros torneos en el PGA y año y medio después se había clasificado automáticamente para Bethpage como segundo del ranking estadounidense tras ganar el US Open en un desenlace apoteósico y firmar 7 top-10. Es la gran incógnita, pues es el único miembro del equipo sin bagaje alguno en una competición de match play por equipos.

Russell Henley (Georgia, 36, debutante)

Sin hacer mucho ruido, lleva una década instalado en la aristocracia del PGA, en el que ha ganado cinco veces. Nunca convencieron sus méritos para hacerle una llamada y finalmente esta vez consiguió una de las seis plazas automáticas. No hay muchos golfistas más completos que Henley (por encima del promedio del circuito en casi todas las estadísticas de peso), que este año consiguió su victoria más prestigiosa en el Arnold Palmer y ha sido top-10 en cuatro grandes en este ciclo de Ryder. Además sus prácticas en la President’s el año pasado, 3 victorias en 4 encuentros, fueron satisfactorias.

Ben Griffin (Carolina del Norte, 29, debutante)

Ha sido la sensación del año en el PGA, con dos triunfos y 11 top-10 que no le dieron para clasificarse, culpa de un 2024 más pobre y un par de cortes fallados a destiempo en los últimos meses, pero sí para convertirse en una elección casi obligatoria para Keegan Bradley, que en el vigente campeón del Zurich Classic y el Charles Schwab tendrá además al quinto jugador que más golpes gana por vuelta en el circuito este curso y otro gran pateador para su colección.

El capitán: Keegan Bradley

Poca gente encarna mejor que Keegan el fuerte vínculo que se crea entre esta competición y los que tienen el privilegio de formar parte de ella en algún momento. Cuando volvió de Gleneagles, donde Estados Unidos se llevó un varapalo severo a manos de Europa (16,5-11,5), Keegan decidió que no iba a deshacer la maleta. Solo la desharía para poder volver a hacerla el día que volviera a formar parte del equipo americano. Como jugador no ha vuelto a tener esa oportunidad, pero el verano pasado se anunció su nombramiento como capitán a una edad, 39 años, y en un momento de su carrera, la plenitud, en el que no se suele ejercer ese rol. Desde entonces ha jugado prácticamente el mejor golf de su carrera, y terminó 11º en el ranking de clasificación, con méritos suficientes para haberse autodesignado como capitán jugador. Finalmente, en una decisión inteligente porque podía perder mucho más de lo que podía ganar, decidió limitarse a dirigir al equipo, una tarea a la que su pasión por la Ryder le había predestinado.

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