NFL - DEFLATEGATE

La NFL contra los Patriots: del Spygate al Deflategate

Un extenso reportaje de la ESPN explica el duro castigo impuesto este año a New England a través del historial de trampas de la franquicia bajo Bill Belichick.

USA Today Sports

¿Creíais que con la decisión del juez Berman de quitar los cuatro partidos de sanción a Tom Brady por el Deflategate se había acabado el enfrentamiento entre la NFL y los New England Patriots? Bien, pues en ese caso estabais equivocados. Mucho.

La todopoderosa ESPN, cadena de televisión de cable en Norteamérica y gigante, en general, del mundo del periodismo deportivo, ha publicado un artículo en el que enlaza lo que ha sucedido este año en el escándalo Deflategate con la vieja legión de trampas y acusaciones que los Patriots llevan arrastrando desde que Bill Belichick es su entrenador. Justo ahora, tras la decisión del juez Berman y a 48 horas de que los campeones, los propios New England, den por iniciada la temporada 2015 frente a los Pittsburgh Steelers. Nada es casual, por supuesto.

He dicho artículo pero, en realidad, debería haber hablado de una mini-novela, por la longitud del mismo. Las revelaciones que en ella se exponen no son nuevas en lo que se refiere a los hechos investigados pero sí, y mucho, en cuanto a cómo se investigaron esos hechos, cómo se comportaron los protagonistas y cómo sus relaciones quedaron marcadas hasta derivar en la situación actual que, sin duda, se puede calificar de guerra abierta entre la NFL y los New England Patriots.

Mantengo que lo que la liga persigue desde el inicio del Deflategate es una destrucción masiva de la imagen del mejor equipo del siglo XXI, y que con ese objetivo en mente la maquinaria no se detendrá incluso si por el camino también se destroza a Roger Goodell, comisionado de la NFL, que es lo que está sucediendo. Este artículo de la ESPN, uno de los socios comerciales más importante de la liga, se ha escrito durante meses, puede que años de trabajo, pero se publica hoy. Cada cual que lo interprete a su gusto.

Don Van Natta Jr. y Seth Wickersham, que firman el reportaje, aseguran haber hablado con más de 90 personas implicadas en las prácticas ilegales de los Patriots desde el año 2000. Están las grabaciones ilegales de señales y jugadas de equipos contrarios, el robo de libros de jugadas de los vestuarios rivales o la pérdida de señales de radio con los quaterbacks en terceros downs claves. Se habla de un par de momentos claves de la historia reciente de este deporte, y de la dinastía de los Patriots, como fueron las victorias sobre los Steelers en la final de la AFC y sobre los Rams en la Super Bowl de la temporada 2001, dos grandísimas sorpresas en las que los protagonistas aseguraron sentir que los Patriots sabían que jugadas iban a hacer de antemano.

Nada de eso es nuevo, pero sí las revelaciones de cómo afrontó Roger Goodell el caso Spygate. Eric Mangini, entrenador de los Jets en 2007, y antiguo colaborador de Belichick, sabiendo de las ilegalidades de su ex-jefe, urdió una trampa: poner a tipos a hacer señales contradictorias para confundir las grabaciones de los Patriots. Luego puso la historia en conocimiento de la liga y, por si acaso, lo filtró a la prensa: a Jay Glazer, de la Fox.

Eric Mangini y Bill Belichick.Getty Images

Goodell, con sólo 18 meses en el cargo de comisionado de la NFL, llevó a cabo una investigación de apenas una semana. Comparad eso con como ha tratado el Deflategate. Destruyó las pruebas, alegando que así no podrían volver a usarse esos vídeos, puso una multa al equipo, le quitó una primera ronda y trató de echar tierra sobre el asunto.

Ese fue el inicio del fin, de lo que vemos hoy, siempre según la ESPN. Varios propietarios le achacaron parcialidad extrema en favor de los Patriots y su dueño, Robert Kraft, que, mira tú por donde, había sido su gran valedor y una de las tres personas que decide su bonus a final de año. El enfado fue masivo.

No sólo se enfadaron los dueños de las otras franquicias, sino que también lo hizo el senador de Pennsylvania, Arlen Specter, quien dedicó el resto de su vida (falleció de cáncer en el 2011) a buscar luz en este asunto. Fue él el que describió la investigación como una burda tapadera y cómo la integridad de la competición estaba en juego, poniendo muy nervioso a Goodell al punto de que este cometería un error gravísimo: escribir a Mike Martz, entrenador de los Rams a principios de siglo y uno de los grandes damnificados por los Patriots de Belichick, para pedirle que firmase estar de acuerdo con la investigación. Era eso, o poner en riesgo la liga. Martz aceptó. Y su carrera jamás se recobró

El caso es que todo aquel proceso llevó a la liga a una posición muy incómoda: la mayoría de propietarios (hasta 19 equipos, ha escrito Sports Illustrated hoy mismo (otra casualidad), se cuidan muy mucho con precauciones extremas contra espionaje cuando visitan Fóxboro) clamando venganza y acusando a Goodell, su empleado, de tapar el escándalo mientras, oh, sorpresa, New England seguía ganando partidos. El comisionado aseguró a los enfadados que no volvería a ocurrir nada parecido y, para subrayarlo, rebajó las exigencias para castigar a equipos de evidencias plenas a "preponderancia de la evidencia" que es lo que, en esencia, ha sido el Deflategate y también el Bountygate, que afectó a los New Orleans Saints.

Es con ese momento político con el que hay que tomarse el Deflategate. A finales de la pasada temporada los Baltimore Ravens y los Indianapolis Colts acusaron a los Patriots de jugar con balones desinflados. La acusación es, desde todo punto de vista, menor. Pero no la necesidad de venganza de los que se sintieron insultados por anteriores investigaciones. Y tampoco es menor la posición de Roger Goodell, obligado a cargar contra Kraft por su anterior sobreprotección. Por eso se lanza, cual elefante en una cacharrería, a una caza que a todos pareció desproporcionada... salvo a la mayoría de sus jefes. Gente como Jerry Jones o John Mara, este último con gran ascendencia y de natural callado y discreto, apoyaron a Goodell. Incluso Mara llegó a decirle a Kraft que era hora de pagar, antes de que el dueño de los Patriots aceptase la multa de un millón de euros y la sustracción de una primera ronda del draft... por una "más probable que no" actuación de su QB en el ligero desinflado de unos balones.

El artículo de la ESPN es demoledor. Si sabéis inglés merece que le dediquéis un tiempo. En él quedan retratados la mayoría de los protagonistas de esta historia, empezando por Roger Goodell, que si ya no tenía futuro en su puesto ahora mucho menos pues, recordad, esto está escrito por un socio esencial de la NFL, o sea, sus jefes y le atizan como si no hubiese mañana. Pero la imagen de Bill Belichick, incluso la de Robert Kraft, queda muy en entredicho.

Los Patriots, por su parte, han negado que existan evidencias de las grabaciones de entrenamientos, ni de ser parte de ningún espionaje más allá de grabaciones públicas, en partidos, por una mala interpretación de la regla, algo que llevan diciendo desde el año 2007, con escaso éxito de cara a la opinión pública, y que toda esta historia está basada, exclusivamente, en mitos, conjeturas y rumores que han calado en sus rivales y por lo que se ve, enemigos.

El que crea que el Deflategate es un capítulo aislado está equivocado. El que piense que el Spygate se cerró en 2007 también. Y el que entienda que en esta dura guerra no habrá bajas, y muy significativas, por ambos bandos es un inocente. Ah y, sí, el que se imagine que esto ha concluido no puede estar más lejos de la realidad. La NFL no perdona, ni siquiera a uno de sus hijos más prestigiosos, ni siquiera si por el camino ha de devorar a Roger Goodell con extrema violencia.

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