Centrales bravos

Digamos que Kiko Ledgard presentaba el "1, 2, 3 responda otra vez", que Rubén Cano marcaba goles milagreros a Yugoslavia en el pequeño Maracaná, que el mago Uri Geller doblaba las cucharillas sólo con el roce (¡erotismo puro!) y que la frondosa y jugosa Agatha Lys era una de las musas idealizadas de los españoles la última vez que el Madrid se pasó dos partidos completos sin encajar un solo gol. Sí, ya sé que me pongo intencionadamente estupendo con tal de exagerar un dato incuestionable. Pavón y Raúl Bravo han sido capaces de mantener a cero la portería de Casillas ante el Celta y el Partizán. Sin fisuras, con una colocación perfecta, un altísimo sentido de la anticipación, una velocidad de crucero admirable y unas tablas impropias de dos tipos que tienen entre ambos sólo 45 años. Dos centrales imperiales, que han pasado la ITV y que lucen con orgullo el sello más envidiado (made in Real Madrid).

Por eso me encanta que posen para AS con esa sonrisa adolescente y sincera, que delata su elevado estado de ánimo. Son conscientes de que Queiroz ha encontrado el punto G de la cantera en la zona más recóndita e inexplorada. Nombrar en este club la palabra central es como irte a la Bombonera de Boca y gritar como un poseso: "¡River, River, River!". Es una insensatez innecesaria. Gracias al pragmatismo institucional de Queiroz, la paciencia reflexiva de Valdano y la firme política estratégica de Florentino sabemos que el tándem Pavón & Bravo puede durar muchos años. La apuesta parecía suicida, pero desde la derrota de Mestalla el Madrid sólo ha encajado dos goles en cuatro partidos. Son muy buenos. Confiemos en ellos.

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