El pez volando de Queiroz

Carlos Queiroz sigue siendo un desconocido para mí. Como para la gran mayoría de los madridistas. Queremos saber más de él, palpar sus teorías, captar su idea futbolística, enamorarnos de sus diseños tácticos... Pero, de momento, la única herencia que nos ha dejado en estos 100 días de trabajo es la reubicación de Bravo como central y de Beckham como pivote (dos aciertos) y una colección de perlas dialécticas que merecen un repaso.

Cuando ayer dijo usted en Telemadrid que su equipo jugó en Mestalla "como un pez volando", empecé a entender su teoría sobre este juego: "Es una rosaleda donde están las rosas más hermosas, pero nadie puede coger una sin pincharse". De Becks dice que es "las Naciones Unidas del fútbol" y de los técnicos que "recibiremos la mano derecha de Dios por nuestra paciencia". Perplejo me quedo. Pero, al fin y al cabo, eso es la cáscara y los madridistas quieren descubrir cuál es el fondo de este portugués cultivado que parece salido de la cafetería del Club Siglo XXI.

Señor Queiroz, ha llegado la hora de tomar decisiones. Y todas están en su mano. Ahora que vuelve Helguera, es preciso que otorgue personalidad a un centro del campo que con Cambiasso no da el nivel exigible. Usted no se atreve con el doble pivote Guti-Beckham y debería darse una alegría. Además, sería bueno que atajase ciertos tics del plantel que no le dejan en buen lugar. Lo de salir en el Salsa Rosa debe terminar. El Madrid es muy grande y no puede estar en lenguas. Tire de psicología y métales a los chicos esta frase: "Ser futbolista del Madrid lo es todo. Concentración absoluta, entrega ilimitada, pasión infinita". Suena cursi, pero creo que es preciso que deje claro que los pecados por los que Del Bosque pagó con el destierro no pueden reeditarse de nuevo. Me gusta su mensaje de ayer: "Merecemos las críticas. Las estrellas deben tener los pies en el suelo ". Al final usted y yo nos entenderemos...

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