Queiroz y el efecto boomerang

Confío plenamente en Carlos Queiroz. Dialogante, meticuloso en el trabajo, capaz de enviar a Figo a la izquierda para que forme con Roberto Carlos una banda volcánica, de prestigiar el fútbol mágico de Zidane con la posición en la que el marsellés baila con más libertad y de convertir a Helguera en el sheriff del área. Veo a Ronaldo sudando en solitario y la sensación que nos llega desde China es que el Madrid está en buenas manos. Pero siempre hay un pero. Me consta que la clase media de este Madrid galáctico se siente en un peligroso segundo plano. Queiroz está cometiendo un pecadillo comprensible que debe corregir de inmediato. Dedica mucho tiempo a los cracks y pierde poco con los que están fuera de ese sexteto de luxe que tiene enamorados a chinos, chinas, malayos y malayas. La secuencia fotográfica de la izquierda es elocuente. Normal que quiera decirles a Ronie, Figo, Zidane o Beckham lo que espera de ellos, pero Queiroz no debe olvidar que ante el Villarreal, el Osasuna o el Albacete serán los Helguera, Salgado, Makelele, Pavón o Casillas los que saquen las castañas de esa hoguera de las vanidades en la que se puede convertir este equipazo si de pronto no todos reman en la misma dirección. Queiroz, pragmático, inteligente y analítico, tardará poco en dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Sabrá rectificar.

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