El trienio mágico de Florentino

Hay una cosa muy nuestra, muy española, que consiste en quedarse siempre con lo último. La memoria es muy frágil y nos encanta catalogar al cocinero por el entrecot chamuscado de hoy y no por los magníficos solomillos que nos ha servido año tras año. Por eso considero necesario glosar con sentido de la honestidad y de la justicia la impagable labor efectuada por Florentino Pérez en estos tres años de mandato que hoy se cumplen. Lo fácil es ponerle peros por los malos modos utilizados para comunicar a Del Bosque, en pleno alirón liguero, que no seguía. Pero ese error, que supo reconocer con gallardía, no hace sino magnificar una obra que sólo sabremos valorar cuando él ya no esté en la planta noble del Santiago Bernabéu.

El Madrid era en la primavera del año 2000 un club que me recordaba al paseo marítimo del Malecón. Mucha huella de un pasado esplendoroso pero una ruina moral y económica que ni siquiera pudieron maquillar dos gestas históricas como fueron la conquista de la Séptima y la Octava. Florentino llegó al rescate para abrazar al enfermo, lavarle las heridas, medicarle con mimo (y con tino), y planificar una recuperación a medio plazo que ha conseguido ser el ejemplo y la admiración de todo el mundo del fútbol. No olvido un glorioso artículo de John Carlin en el que hablaba del Madrid con la pasión que tenía Romeo por Julieta. La religión blanca se ha extendido como una mancha de aceite por los cinco continentes y ese tesoro sociológico no tiene precio. Florentino supo rodearse bien (recuperar a Valdano y Butragueño fue como meter un gol de tacón desde fuera del área) aplicó una cirugía de urgencia para sanear un agujero negro en las cuentas que amenazaba con la quiebra absoluta y finalizó el tratamiento de quimioterapia recuperando valores como el señorío, la educación y la mano izquierda para desterrar ese tufillo rancio que había metido al Madrid en la senda de la sospecha.

Por eso, y una vez que has convertido el Bernabéu en la pasarela Cibeles con la llegada de Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham, sólo quiero hacerte una petición: dentro de un año debes renovar a Raúl y presentarte a la reelección porque una vez condonada la deuda y amortizada la salud deportiva del equipo a base de galácticos, debes quedarte entre nosotros cuatro años más para bautizar la guinda de tus sueños: la Ciudad Deportiva del Madridismo. Después, podrás retirarte con la cabeza bien alta a tus cuarteles de la alta empresa. Habrás cumplido con creces.

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