Primera | Real Madrid

Número 23

Florentino presentó entusiasmado al sexto galáctico y Alfredo Di Stéfano le dio a Beckham, radiante, la camiseta con el dorsal que lucirá desde ahora

M. Muñoz, F. sevillano, P. Andrés, AP, AFP, REuters y realmadrid.com

David Robert Joseph Beckham. No defraudó a nadie. Sencillamente, deslumbrante. Un blanco fácil y confeso ("Se ha cumplido mi sueño: jugar en el Madrid"), ataviado con un traje azul celestial, limpio, seductor... Florentino presentó ayer en sociedad al cuarto naipe de ese póker de ases con el que está configurando una escalera de color que pasará a la posteridad. El sexto galáctico dejó claro, con una puesta en escena sobria e impactante a la vez, que es algo más que un fichaje. Parecía un ángel caído del cielo de la capital para iluminar con su sonrisa transparente una presentación que dio la vuelta al mundo.

Con puntualidad española (no británica, dado que compareció con 12 minutos de retraso), El príncipe de Leytonstone (Londres) subió orgulloso al escenario del Saporta, presidido por un primer plano que parecía la portada de Vogue y tres palabras definitivas: Beckham y Real Madrid. Florentino le miraba ensimismado y nos convencía a todos de que Beckham no es sólo "un símbolo de la postmodernidad".

Un ejército de periodistas presumía de poder contar que "allí estábamos". En total, 544 informadores (redactores y fotógrafos) y 45 cámaras de televisión. Se pudo ver en los cinco continentes y en directo en Inglaterra (a través de la BBC) y en Estados Unidos (CNN). David, imperial, no torcía nunca el gesto, gritó "¡Hala Madrid!" (con un par) y se le veía feliz de corazón (yo sí me creo que este chico era madridista desde que daba patadas al balón en los suburbios de Londres) y supo arrancar un puñado de sonrisas de admiración de la leyenda de las leyendas blancas: Don Alfredo Di Stéfano.

El momento Beckham por excelencia llegó cuando La Saeta Rubia desplegó esa camiseta de Adidas que llevaba arrugada en su mano derecha. ¡El número 23! Un ¡ohhh! admirativo salió de la boca de los presentes, incluida Victoria Adams, que asistió hechizada a la presentación de su boy ataviada con chaqueta y pantalón blanco (como debe ser) y con un top de piel de leopardo que permitía comprender por qué Becks es fiel a su spice wife.

Al instante, en las tiendas franquiciadas del Real Madrid se empezaban a vender camisetas de Beckham como rosquillas, mientras que el tumulto de periodistas, directivos, familiares y amigos del crack inglés se trasladaba hacia la Ciudad Deportiva para verle, por fin, vestido de corto... y de futbolista. Lo que es. Bastaron dos toques de balón, un acercamiento cariñoso a la grada y una simpatía innegociable para que el pueblo se rindiese a la evidencia. Beckham es lo que es por méritos propios. Asume el papel de estrella y no renuncia a disfrutar del fútbol.

Por eso, Florentino afirmaba orgulloso: "Tienes carácter, fortaleza y talento para afrontar este reto". Yo también lo creo.

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