El espíritu de Antonio

No es hora de lamentos ni de buscar excusas. Con Ronaldo o sin él, el Madrid debe apelar al espíritu de Antonio Ruiz para meterse en la soñada final de Old Trafford. Camino de Turín, el veterano zaguero del Madrid imperial de las cinco Copas de Europa seguidas me recordó como fue uno de los tres enfrentamientos con la Juventus en 1962. Le tocó marcar a John Charles, un galés de casi dos metros que habilitó a Sívori en el 0-1 del partido del Bernabéu.

Antonio no podía con el gigante pelirrojo y decidió irse a por él con el fin de amedrentarle en la medida que pudiera. "Me pasé un poco porque lo lesioné". Pero el destino lo castigó de forma cruel. En una jugada tonta cayó mal y se partió el codo izquierdo. El brazo lo tenía roto y en esa época no se podían hacer cambios. Situación dramática. Miguel Muñoz (un galáctico de los banquillos) le dijo que como lo veía.

Antonio se miraba y su brazo giraba como una peonza al estar fracturado. El doctor López Quiles le dijo que así no podía jugar. Antonio miró al graderío y se dijo a sí mismo: "No voy a dejar solo a mi equipo. Jugaré hasta el final con al brazo partido". Y así fue. El Madrid no encajó más goles y luego llegaría el desempate triunfal en París. No se puede fallar en Delle Alpi. El Madrid, como Elvis, es el rey. Que vuelva.

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