Punto de sutura

Hay días en lo que te gustaría estar en la cabeza de los jugadores para entender situaciones que desvirtuaron el clásico hasta el punto de ver a un Madrid inferior al Barça durante muchas fases del mismo. Contemplar a mi idolatrado Roberto Carlos tirarse al suelo cuando podía haber fusilado a Bonano, a Makelele tirar del pelo a Motta como un niño mal criado o a Figo escurriéndose al tirar un córner me sirvió para analizar que en el fútbol la psicología tiene un peso determinante. Por eso el Madrid equivocó su discurso al llevar el partido a las trincheras que cavó Luis Enrique al comprobar el asturiano que el juego y el marcador sonreían al desconcertado anfitrión. Ronaldo, que supo respetar la profecía de su compatriota Roberto Carlos en AS, quiso dibujar su día ‘R’ abriendo la lata con un gol de delantero frío y listo. Le llegó la pelota frontalmente y Ronie, que le tenía ganas al Barça, mató a Bonano por bajo.

Era su gol 50 en la Liga española y el reconfortante 1-0 permitía ver a Zidane bailando sobre Motta o a Figo devorando millas por su banda. Pero Luis Enrique hizo morder al Madrid la manzana del diablo. Desquició a todos con sus reacciones incontroladas, con sus protestas y sus desplantes, que culminaron firmando las tablas y provocando al público buscando un objeto que le hubiese hecho mártir. Entre la barabunta de tarjetas y situaciones anómalas, sólo Ronaldo quiso salvar la dignidad del fútbol y estuvo a punto de consumar un gol de oro con su cabeza y reservó para Old Trafford la diana que debe recuperar el aliento perdido. Este punto es de sutura y debe hacer reflexionar a esos galácticos cuya nave empieza a perder combustible. Houston tenemos un problema.

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