Figo, blanco perfecto

Luis, me emocionaste la violenta noche del Camp Nou y ayer repetiste faena como sólo lo hacen los que han saboreado ese néctar de color blanco y sabor tentador que convierte en superhombres a todos aquellos que defienden el escudo del Real Madrid. La infatigable Colino y un servidor nos encontramos al padre del crack portugués y a su amigo Paulo China en los prolegómenos del partido de los partidos. Carmen se dirigió a Antonio y le dijo: "Señor, tranquilo que su hijo hoy marcará y acabará con el debate de Beckham". El hombre, con el mismo gesto recio y curtido del Balón de Oro del año 2000, respondió sin pestañear: "Ojalá, él es madridista y tiene muchas ganas". Figo sólo tardó doce minutos en sellar las grietas del Prestige. Desde la izquierda y con escaso ángulo clavó una rosca vanguardista similar a un golazo que le metió Butragueño a Arconada en Atocha hace 19 años.

Figo y Beckham son compatibles, pero el luso gana al iluso en una cuestión: el compromiso. Figo es el blanco perfecto. Beckham ya se diluyó ante Roberto Carlos hace tres años y anoche repitió fiasco para el examen de los supertacañones del Bernabéu. Florentino y Valdano deberían meditarlo, porque en este equipo todos rozan la perfección, desde el joven Iker al veterano Hierro. David es un futbolista de magnífica estampa, pero está lejos del nivel de los cinco mejores del mundo, que se aglutinan todos en la misma guarida. Aquí. Quizás por eso, Raúl quiso rodar la última escena del anuncio de Pepsi con dos goles que le acercan más a Di Stéfano. Y al Balón de Oro. Y a la Décima. Y a su Cuarta. Y a la gloria. Lo reconoce hasta el bocas de Ferguson: "El Madrid es todopoderoso". No seré yo quien se lo discuta.

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