Zidane y Raúl, chicos de barrio

Zinedine lo dijo ayer en AS para que quede grabado como dogma de fe para los restos: "Raúl en este Madrid lo es todo". El marsellés de ojos claros y timidez desmesurada se crió, como el canterano de oro del Bernabéu, en las calles de un barrio humilde y marginado. Por eso está de su parte. Zizou supo labrar su relación amorosa con el balón desde sus pachangas con sus amigos Baba, Malek y Nasser en la Plaza Tartane de Marsella. El fútbol se convirtió en su salvoconducto hacia la felicidad. Raúl llevó una vida paralela y eso les permite a ambos asumir sobre sus hombros, sin titubeos, la presión de defender la camiseta del Madrid. Me da en la pituitaria que hoy la van a liar los dos. Han sido los actores secundarios de este último mes en el que Ronaldo, Figo y Roberto Carlos se han dado un baño de goles, espectáculo de alta escuela y talento desatado.

Ante este Betis admirable (siempre me enamoré de los equipos de Víctor Fernández), Raúl intentará poner fin a esa atípica sequía goleadora. Lleva 561 minutos sin mojar y por dentro está que muerde. Su fútbol sigue a una altura superlativa, pero un Raúl sin goles es como un cocido sin morcillo ni tocino. Hoy le toca. En cuanto a Zidane, me fío de la palabra de Varela, un chaval al que vi conquistar un Mundial Sub-20 en Nigeria junto a Ikerman Casillas, y que este año firmó un gol zidanesco ante el Barça en el destierro del Colombino. No pateará a Zidane porque en un Madrid-Betis siempre triunfó el toque, la clase y la alegría por jugar exiliando del pasto las especulaciones. El francés quiere rescatar su partitura del Día de Reyes con el Valencia, pero enfrente están Joaquín, Capi, Denilson, Assunçao... Noche grande en Chamartín.

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