Primera | Mallorca - Real Madrid

La dedicatoria más deseada por Raúl

Hugo González Sanz, su segundo hijo, nació el 20 de noviembre. Raúl, que no marca desde el 9 de octubre, quiso dedicarle un gol en el Camp Nou, en San Siro y en Yokohama. Agua. A la cuarta espera ver cumplido su sueño.

Raúl lleva tiempo dándole vueltas a la cabeza. Desde que el pasado 20 de noviembre llegase a este mundo Hugo González Sanz, su segundo hijo, está obsesionado con la posibilidad de meter un gol para dedicárselo. Huguito nació en la Clínica de la Zarzuela a 72 horas del partido volcánico del Camp Nou, pesando 3,460 kilos. Fuerte, robusto y, como me confesó Raúl hace 10 días, "con el deseo de que, al igual que mi hijo Jorge (a punto de cumplir 3 añitos), pueda ser futbolista como yo si a él le apasiona como a mí".

Raúl buscó la dedicatoria más inmediata en el Barça-Madrid de los polémicos córners de su amigo Figo, pero su rendimiento se vio afectado por ser un partido trabado y sin presencia en las áreas, por lo que ni siquiera llegó a poner en aprietos a Bonano.

La segunda fecha elegida para haber consumado su deseo fue tres días más tarde, en el majestuoso Giuseppe Meazza de Milán. El remodelado San Siro asistió a un duelo espléndido entre rossoneri y madridistas. Raúl llegó a marcar el hipotético empate a uno cerca del final. Pero su corajudo gol fue anulado por estar en fuera de juego...

La ansiedad de Raúl creció, habló con su entorno y se dijo a si mismo: "El gol ya llegará. No hay que obsesionarse". Fue así como se llegó a la final de la Intercontinental. Raúl soñó varias veces con su famoso gol del aguanís ante el Vasco de Gama (1998), pero ni siquiera aspiraba a tanto. Le hubiese bastado con marcar un gol a Tavarelli con la espinilla para sentirse de nuevo un futbolista realizado.

Estuvo más inspirado ante el Olimpia que en las citas anteriores, y de hecho se transformó en asistente de lujo al dejar pasar la pelotita entre sus piernas para habilitar a Ronaldo con el fin de que éste pudiese marcar un gol de oro... en todos los sentidos.

En la segunda parte firmó dos jugadas fantásticas, pero siguió sin ver puerta. Tres partidos sin dedicatoria para Hugo son muchos para un tipo tan ambicioso y ganador como Raúl. Mientras que no haya dedicatoria, significa que Raúl prolonga su sequía goleadora (no marca desde que batiese a Prats el 9 de octubre en la reanudación del partido-interruptus con el Betis). Casi dos meses de sequía y su injusta, al menos para mí, eliminación de los podios del Balón de Oro y del FIFA World Player, tienen a Raúl con sangre en el ojo.

"Algunos creen que mis hijos se llaman Jorge y Hugo por Valdano y Hugo Sánchez, pero no es así. Nos gustan los nombres cortos a Mamen y a mí. No obstante, son dos magníficas referencias", reflexiona Raúl. Pues Huguito puede estar tranquilo. Conociendo a su padre, a la cuarta irá la vencida. Hoy toca.

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