Mi primo, el de Zumosol

Apenas era un mocoso, en mi barrio no había ni un tablero de baloncesto y sólo las históricas retransmisiones de Héctor Quiroga me enganchaban con un deporte excitante, plástico y formativo. Mi padre siempre me decía lo mismo: "¡Qué pesado eres con el basket, si nuestra raza es de bajitos. Nunca ganaremos nada!". La España del Cuéntame tenía ese complejo heredado de la mala nutrición (mucha fabada y poca leche pasteurizada) y parecíamos obsesionados en buscar tipos que agujereasen los techos con la cabeza por su altura deforme. Fue así como gracias a las Operaciones Altura descubrimos a gigantes como Romay, el mejor en su categoría de muresanes, y otro como Tarín (2,17 metros), una especie de Diego Tristán que prefirió el rock, los canutos y las birras antes que hacer historia pasando por el aro.

Por eso celebro orgulloso el debut con España de Edu Hernández-Sonseca. Un tipo proporcionado que luce la talla-Romay (2,13), que ante los daneses fue el MVP de la barrida. Sus 17 puntos, 9 rebotes, 3 mates y 2 asistencias le permiten pasar la ITV de la sugerente Selección de Moncho López. Junto a Garbajosa y Little Reyes (Felipe), España ha entrado de pleno derecho en la Europa de los grandes, la que ha desterrado los complejos. Es la España de mi primo, el de Zumosol.

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