Odio los ‘interruptus’

Fue un visto y no visto. Un parpadeo sádico y cruel. Tanto llenarnos la boca con la lluvia de estrellas que iban a caer sobre el Ruiz de Lopera y al final nos hemos quedado insatisfechos como los clásicos: cabreados con el interruptus. Algún día se sabrá lo que de verdad sucedió en este presunto superestadio que ante la Prensa extranjera quedó anoche retratado como un escenario tercermundista. No recuerdo que en escaparates dignísimos como el Bernabéu, el Camp Nou, Riazor o Mestalla haya sucedido algo semejante si no es por culpa de la climatología. El caso es que este medio partido, este medio polvo futbolístico (con perdón) nos dejó con el estómago agujereado, el espíritu hundido y un sabor amargo que deslució lo que pudo ser una fiesta y terminó con la discoteca vacía y los focos apagados y batiéndose en retirada.

Mientras que la luz no nos traicionó vimos a un Betis que sacó petróleo de las escasas escaramuzas en las que de verdad creó peligro, mientras que el Madrid seguía atrapado por sus defectos habituales: mucho toque y poca pegada. Eso sí, al Madrid le queda un consuelo rico en proteínas futbolísticas. Cuando se reanude este half-match, Ronaldo estará en la pradera del Lopera Stadium. Se van a enterar. El crack del último Mundial ya silenció hace cinco años a la afición verdiblanca y anoche los caprichos del destino decidieron darle una segunda oportunidad. En casa de Flavio se hizo el conjuro. Por cierto, yo me gasté dos talegos para ver el Betis-Real Madrid. Doy por hecho de que me costará 0,0 euros ver la reanudación del partido de nunca jamás. ¡Qué mal rollo! No lo veo nada claro.

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