Raúl, hasta donde digas

Cuando Camacho ratificó la titularidad de Raúl me sentí liberado. Se pueden hacer siete rotaciones y cambiar hasta al extra coreano que se pinta la cara de rojo y gualda en la grada, pero a Raúl habría que darle una plaza vitalicia en la Selección. Sin él, seríamos como un invidente sin lazarillo. Raúl invade todos los terrenos, presiona, anima, intimida, propone, dispone, recupera, inventa, dispara, cabecea, golea, triunfa...

Raúl acabó en cinco minutos con las especulaciones sobre un posible amaño con los ingenuos surafricanos para firmar el empate. Andre Arendse, un portero feo y ridículo, dejó escapar al Fevernova de sus manos como si lo hubiesen untado con margarina. Raúl, como los halcones, siempre está al acecho. Le rebañó la pelota como un carterista de Chicago años 30 y a puerta vacía se reivindicó ante el mundo y su pequeño Jorge.

Después, puso su cabeza dinamitada para firmar el gol de la victoria. El Ferrari, el carro o como demonios le quieran llamar, está a punto de coger a Hierro. Lleva 28 goles y está a sólo uno del capitán. Le pasará. Como a todos... A este madrileño corajudo y orgulloso se le ha metido en la cabeza ganar este Mundial. Sin Francia, Argentina, Uruguay... Raúl, hasta donde digas. Tú mandas.

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