Moro de España

Cundía el desánimo en la tropa de Rexona Camacho y Paraguay nos estaba apuñalando el orgullo. Autogol de Puyol y mal rollo... Llegaba la hora del compromiso patriótico, de echar mano de los soldados que se piden voluntarios para llenar de explosivos el río Kwai, de tirar de los tipos que lloran cuando escuchan el himno de España y que revientan la puerta del vestuario cuando palmamos. Camacho giró su vista y encontró dos cuerpos de élite para liderar la misión: Morientes y Helguera. Chilavert, el bocazas, sacaba pecho como un pavo real. Pero nuestro Moro de España acechaba como un águila dispuesto a partírselo.

De Pedro se convirtió en su compinche perfecto. Harto de que le discutan, a Fernando sólo le queda defenderse con su arma favorita: los goles. De Pedro le gritó en guaraní: "¡Cheakara!". Como nos descubrió Moñino ayer, esa palabra significa: "Avisar de que el centro busca la cabeza del compañero". Gamarra y Ayala se quedaron de piedra, y el Moro voló como el Air Force One para romper el corazón de la guarida del Chila. Jo...róbate. Mereció la pena que los niños hicieran pellas para ver el segundo paseo mundialista de esta España... "camisa blanca de mi esperanza". El color virginal lo puso Iker con sus paradones, Hierro con su gol 29 y Raúl con sus pillerías. Es la España de la 9ª. Grande.

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